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Varios rollos de Super 8.
MOCA, el templo de la filmografía doméstica

MOCA, el templo de la filmografía doméstica

El Museo Online de Cine Autobiográfico, el primero de ámbito hispano, ha digitalizado ya alrededor de 20 kilómetros de metraje

Iker Cortés

Madrid

Domingo, 25 de abril 2021, 23:12

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Uno casi siente algo de pudor cuando navega y se zambulle por las colecciones de películas que atesora el Museo Online de Cine Autobiográfico (MOCA), el primero de este tipo en el ámbito hispano. Porque indagar en las actuaciones de fin de curso que la familia Carvajal registró con su cámara Super 8 o asistir a las múltiples fiestas de cumpleaños que en los setenta los Espiñeira Álvarez quisieron guardar para la posteridad es un ejercicio de nostalgia ajena tan extraño como apasionante.

El museo abrió sus puertas virtuales -adentrarse en él es tan fácil como teclear museomoca.com- en enero de 2020, pero ya contaba con un recorrido anterior, el que corresponde al Archivo Gallego de Cine Doméstico, que inició su andadura en 2014. «Conseguimos la colaboración de Café Candelas», cuenta su director y máximo responsable de La Cinematográfica, Pablo Gómez Sala, organización viguesa de gestión cultural vinculada al cine, «y tras unos años de recopilación y digitalización de películas y de bonitos hallazgos, surgió la idea de poner en marcha el museo».

Su actividad se asienta sobre tres empeños. Por un lado está la parte dedicada a la exhibición, que va incorporando todos aquellos materiales que los propietarios de estas viejas cintas de cine doméstico envían para su digitalización, y que también expone y divulga obras de cineastas autobiográficos, todo un género cinematográfico en el que los realizadores trabajan con su vida. «Con una cámara de intermediación, van descubriéndose a sí mismos, estando en contacto muchas veces con sus heridas y también resolviéndolas en el proceso de trabajo. Es un poco como escribir un diario. Tiene que ver con confrontarse a uno mismo, ir pensándose y a partir de ahí ir entendiéndose», desvela Gómez Sala acerca de estas obras que tienen su espacio en ciclos y exposiciones temporales -durante este año el cine autobiográfico belga está siendo el invitado-. Por el otro, la parte dedicada a la producción con la convocatoria de una beca de 4.000 euros para la realización de una obra autobiográfica.

Una de las cintas domésticas del archivo.
Una de las cintas domésticas del archivo.

Finalmente, está la tan necesaria labor de preservación. Hasta el momento, el museo ha digitalizado alrededor de 20 kilómetros de rollos. No es un proceso sencillo. El departamento de digitalización cuenta con un escáner profesional que trabaja a una resolución de 4K. «Es un proceso complejo porque hay que ir fotograma a fotograma, el dispositivo además tiene que ser cero agresivo con el soporte. Se parece a hacer arqueología con imágenes», explica el máximo responsable del museo. Tras la digitalización, el material se va clasificando para facilitar el acceso al mismo. Lo que sí ha cambiado es la forma en la que reciben el material. «Durante mucho tiempo -relata Gómez Sala- tuvimos el archivo abierto a la llegada de películas pero aquello fue un caos porque nos llegaban muchas películas y no éramos capaces de cumplir con los plazos y para conseguirlo teníamos que desatender la clasificación». Su intención, ahora que el museo está abierto, es hacer una convocatoria al año de búsqueda de material y acudir al que tenga más valor patrimonial, ya sea por vida familiar o por contexto geográfico. Pone un ejemplo: «Imagina que una colección está filmada toda en una aldea donde la arquitectura forma parte del patrimonio arquitectónico». También será importante el volumen de la colección porque «cuando hay colecciones con mucho volumen, el riesgo de que se pierda es mucho mayor. Digitalizar seis películas no es costoso, pero si tienes 5.000 metros de rollo no es tan fácil asumir ese coste».

Temas recurrentes

Cuenta Gómez Sala que el grueso de lo que ha llegado al archivo toca siempre los mismos temas: «Es el bienestar, la vida familiar, normal y corriente, dentro de casa; luego están las vacaciones, los paseos, las excursiones de fin de semana, los viajes y las fiestas: cumpleaños, comuniones, bodas...». No hay, eso sí, «nada relacionado con la parte más sombría de las personas, que es el dolor, la herida», explica quien durante todos estos años de labor solo se ha encontrado una vez con el llanto de un adulto filmado. «Dicen que en las redes sociales todo es vida feliz, pero es que eso siempre fue así. La diferencia es que aquí no hay impostura alguna porque esto se grababa para ser visto en familia y las personas se mostraban tal y como eran».

Un fotograma de 'Carta de un cineasta a su hija', del ciclo de cine autobiográfico belga.
Un fotograma de 'Carta de un cineasta a su hija', del ciclo de cine autobiográfico belga.

Pese a todo, buceando en estos rollos de cinta, también se han encontrado con historias apasionantes como la de Manoel da Costa. «Tenía afinidad con el Partido Comunista y en plena Transición se dedicó a documentar todo el movimiento del partido». En sus películas aparecen desde las primeras fiestas del Orgullo Gay hasta personajes como Santiago Carrillo o Rafael Alberti. «No son las colecciones que más me interesan, pero mediáticamente son las relevantes», reconoce Gómez Sala. «Para mí es que es súper especial toda la vida doméstica, a la que se le da cada vez más valor porque ahí hay mucha información que la historia oficial no contempla. Este cine explica mucho el desarrollo humano y también su esencia», argumenta.

Una vez se digitaliza, el archivo devuelve todos los materiales al propietario, con pautas para que la conservación en casa sea efectiva -«Nosotros no podemos almacenarlo, porque eso requiere tener instalaciones con la humedad y la temperatura adecuadas», explica Gómez Sala-, la copia digital, y se queda con otras tres copias que pasa a almacenar en discos duros.

El perfil del cineasta doméstico

Explica el director del MOCA, que el cine doméstico de los sesenta y setenta es característico de una condición sociocultural media-alta. «La gente que tenía una supervivencia más compleja no pensaba en documentar a su familia y tampoco tenía medios para hacerlo». Lo cierto es que el cine doméstico era una actividad cara y no tanto por las cámaras, sino por todo el proceso de revelado. Pero aquellos trabajos en 8mm y Super 8 son casi un hito, a juicio de Gómez Sala: «Fue el primer momento histórico en el que el cine entra de forma masiva en las casas. Es la primera vez en la historia del cine que existe una documentación de la vida cotidiana sin que haya hiperrepresentación en ella».

«Para mí es súper especial toda la vida doméstica, a la que se le da cada vez más valor porque ahí hay mucha información que la historia oficial no contempla. Este cine explica mucho el desarrollo humano y también su esencia»

Pablo Gómez Sala

Todo, claro, fue a más cuando llegó el soporte magnético y las videocámaras entraron en multitud de hogares. Sin embargo, la de estas cintas es «una cuenta pendiente que tienen todos los preservadores de cine», reconoce el responsable de La Cinematográfica. «Todos nos hemos centrado en lo fílmico porque era el soporte que más poesía tiene en muchas direcciones, pero es cierto que el soporte fílmico bien guardado te puede durar 300 años, es casi mágico porque aún estando en condiciones malas se mantiene: se decolora, le salen hongos, hay virajes de color fortísimos, pero siempre hay algo que rescatar. En cambio, el magnético es de una calidad pésima y se estropea rapidísimo. Con nuestra experiencia nos hemos dado cuenta de que la urgencia estaba en el magnético». Y eso sin ahondar en otro problema y es que con la irrupción de las videocámaras, los rollos de seis minutos de película pasaron a convertirse en cintas de hasta cuatro horas. Un problema de almacenaje para el que es difícil encontrar una solución.

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