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Entrevista a Carlos Canales, escritor: «La mayoría de los españoles no sabe nada de la batalla de Lepanto»
Entrevista a Carlos Canales, escritor

«La mayoría de los españoles no sabe nada de la batalla de Lepanto»

Es coautor de 'Gloria Imperial', donde narra el épico enfrentamiento naval del que se cumplen 450 años el 7 de octubre

José Antonio Guerrero

Jueves, 26 de agosto 2021

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Cinco horas de una lucha salvaje, violenta y despiadada entre turcos y cristianos frente a las costas griegas acabaron con la expansión naval de la poderosa armada del imperio otomano y su amenaza sobre el comercio en el Mediterráneo. La batalla de Lepanto, de la que el 7 de octubre se conmemoran 450 años, es el eje de 'Gloria Imperial' (Edaf), obra de la que es coautor, junto a Miguel del Rey, el escritor, abogado e investigador Carlos Canales (Madrid 1963). El cruento enfrentamiento reunió en Lepanto (hoy conocida como Naupacto, en Grecia) a una enorme flota cristiana de la Liga Santa -una coalición formada por la Monarquía Hispánica, los Estados Pontificios, la República de Venecia, la República de Génova, la Orden de Malta y el Ducado de Saboya- frente a la poderosa armada del Imperio Otomano. Allí se enfrentaron casi 180.000 hombres y más de 500 navíos (galeras, galeazas, fragatas, bergantines...) en una cruenta batalla que ganó la infantería cristiana al mando de Juan de Austria, hermanastro del emperador Felipe II. Miguel de Cervantes, uno de aquellos soldados, dejó para la posteridad unas palabras que definen aquellas 5 horas de gloria y muerte: «La más alta ocasión que vieron los siglos».

-La Batalla de Lepanto, sólo el nombre suena a épico… ¿diría que es una batalla naval legendaria?

-Solo se superan la batalla del cabo Ecnomo, al sur de Sicilia, librada el 256 a.C., durante la Primera Guerra Púnica y la batalla del golfo de Leyte, en 1945, en la campaña del Pacífico, en la II Guerra Mundial. Ambas fueron batallas descomunales. La primera por el número de combatientes, naves implicadas y bajas, la segunda por los medios materiales empleados y el espacio de mar y aire cubierto en los combates. La tercera sin duda es Lepanto, muy por encima de Salamina, Jutlandia o Trafalgar.

-Lepanto supuso la derrota de la armada otomana, ¿se repusieron los turcos de aquel mazazo moral?

-No, los turcos lograron reconstruir su flota, es decir, los barcos, pero jamás consiguieron reemplazar las pérdidas humanas. En Lepanto cayeron sus mejores capitanes de galeras, pilotos, navegantes, los que mejor conocían el mar y a sus oponentes.

-Los turcos disparaban flechas sobre soldados bien protegidos con sus armaduras y los nuestros disparaban con arcabuces a poca distancia (tan cerca «que te salpicara la sangre»), según rezan las crónicas… ¿Fue esa una de las claves de la batalla?

-En parte sí. Los turcos disponían de arcabuces, igual de eficaces que los europeos, pero seguían confiando en sus arcos compuestos, lo que fue un error.

-Participaron más de 500 navíos, más de 175.000 combatientes… ¿se imagina cómo pudo ser esa imagen en realidad en el mar? Se lo comento porque hemos visto la batalla recreada en cuadros de grandes artistas… y no hay nada más abigarrado y confuso que esas pinturas donde no queda un espacio libre sin un trozo de barco o un hombre…

-Las imágenes habituales son bastante correctas. Fue lucha fue terrible, un combate resuelto al abordaje, entre infantería que en vez de en tierra combatía en plataformas móviles que flotaban, y donde nadie podía escapar. Fue algo brutal.

-Hubo unos 30.000 muertos entre los otomanos y 8.000 en la Santa Liga… Esa desproporción habla de una gran escabechina…

-Sí, la victoria cristiana fue abrumadora, pero esa disparidad entre las pérdidas de ambos bandos es típica de las batallas navales decisivas en las que uno de los bandos se impone con claridad. En batallas modernas como Santiago de Cuba (1898), Tushima (1905), o Malvinas (1914) pasó algo similar, e incluso con más diferencias en las pérdidas entre vencedores y vencidos.

-Se habla de Lepanto, pero no tanto como por ejemplo de Trafalgar… ¿no sabemos vender las victorias? ¿O nos gusta recrearnos en las derrotas?

-La propaganda anglosajona ha diseñado la imagen que tenemos del mundo actual. Incluso de la batalla de Lepanto, pues por sistema (hasta hace muy poco), siempre han seguido la versión 'veneciana' de los hechos, que otorga a los italianos un papel más relevante en la victoria, cuando el peso lo llevaron las naciones de la antigua Monarquía Hispánica, con Juan de Austria al mando. Y en cuanto a lo segundo, sí, los españoles tenemos un serio problema con nuestra historia.

-¿Qué harían los cineastas ingleses o norteamericanos con una batalla como la de Lepanto?

-Nada. Son gente inteligente y práctica. Por eso no hay una gran película inglesa sobre Trafalgar ni americana sobre Leyte. No tiene sentido, sería una basura, aburrida, confusa y pobretona, pues no hay forma de recrear algo semejante con calidad. Ellos harían mejor la historia de una galera y de su tripulación en una misión o aventura concreta, una historia humana, universal, fácil de seguir, por eso hicieron, por ejemplo, 'Master & Commander', y no una película sobre Trafalgar o Abukir. El problema es que nosotros no sabemos ni siquiera hacer algo así…

Otro cuadro que recrea la batalla de Lepanto, este de autor anónimo, se exhibe en el museo naval de Londres. R. C.

-¿Qué diría que supuso Lepanto en la geopolítica de la época? ¿Y para España y su rey Felipe II?

-Supuso un gran alivio. A pesar de su grave derrota en Malta seis años antes, los turcos, en general, llevaban clara ventaja, sus vasallos berberiscos depredaban casi a placer las costas de Italia y España, esclavizando a miles de personas, hacían muy difícil el comercio marítimo y entorpecían las comunicaciones entre los reinos de la Monarquía Hispánica. La situación era muy grave, por lo que el triunfo fue acogido con entusiasmo en la Corte.

-En Lepanto se consagró el granadino Álvaro de Bazán... qué valor le da al capitán general «jamás vencido».

-Bazán se da cuenta del intento de los argelinos de Uluj Alí de apartar a los genoveses de Doria y lanzarse contra el centro, donde se enfrentaban las naves capitanas, pero lo vio y taponó la brecha, decidiendo con ello la batalla.

«La más alta que vieron los siglos»

-Lepanto es casi más conocida por un manco que devino en nuestro escritor más universal… ¿qué se sabe de la presencia de Cervantes en esa batalla de la que escribió eso de «la más alta ocasión que vieron los siglos».

-Pues sabemos algo, pero la mayor parte son conjeturase. Cervantes sirvió en la galera 'Marquesa', una nave de la flota pontificia. Era un soldado bisoño y quería combatir, pero nunca ha quedado claro que usase un arcabuz, si bien el mismo afirmó que terminó la batalla espada en mano y ayudó a los arcabuceros que disparaban contra los turcos. Puede que recargase sus armas o que incluso llegase a lanzar alcancías (botes incendiarios). Recibió en el combate dos disparos de arcabuz, uno en la mano izquierda que le quedó inutilizada para siempre y otro en el pecho, heridas de las que siempre estuvo orgulloso.

-¿Cree que se enseña bien en las escuelas lo que supuso el enfrentamiento en Lepanto?

-Ni este ni ninguno. La enseñanza de la historia de España en los colegios es penosa.

-¿Debe España estar orgullosa de Lepanto? ¿Se le ha dado la importancia que merece en lo referido a una victoria naval?

-Por supuesto, es uno de los sucesos más importantes de la historia europea, y tuvo una importancia decisiva. Respecto a la importancia que se le ha dado ha ido cambiando a lo largo del tiempo. En su momento fue un hecho considerado casi milagroso y de universal transcendencia, luego fue cayendo su consideración de victoria decisiva, según la importancia de sus participantes (cristianos y musulmanes) en el tablero internacional. Hoy en día hay una cierta recuperación de su valor.

-Se habla de Lepanto como la batalla que salvó a Europa… ¿Y si hubieran ganado los turcos?

-Personalmente, creo que la historia no hubiese cambiado tanto como se dice. Los estados de Berbería eran peligrosos en el mar, pero no tenían fuerza para amenazar a España o a Italia. Respecto a los turcos, tal vez habrán tomado el resto de las posesiones venecianas en el Egeo (como Creta), y algunas plazas del Adriático, lo que hubiese acelerado la decadencia veneciana, pero a la larga el constante progreso técnico y militar de Europa Occidental hubiese revertido cualquier ventaja otomana en unas décadas. En cuanto a España, le hubiese generado un grave problema económico, lo que tal vez habría repercutido, por ejemplo, en la guerra de Flandes.

El baile de Juan de Austria sobre La Real

-Cuentan que Juan de Austria, el 'jefe' de toda aquella flota cristiana, bailó sobre su galera, el buque insignia 'La Real', una gallarda (una danza cortesana alegre) antes de la batalla para animar a las tropas… ¿es así? ¿alguna otra anécdota o curiosidad?

-Hay decenas de anécdotas, desde los enfrentamientos entre los capitanes de la flota cristiana a la decisión de serrar los espolones para permitir a los cañones ganar eficacia en sus disparos al elevar su ángulo de tiro, o emplear las galeazas venecianas delante de la flota para machacar a cañonazos a la flota musulmana y frenar su carga. Igualmente es destacable la idea de distribuir a las tropas españolas en todos los barcos para reforzarlos, lo que hizo que en las galeras musulmanas, salvo en el medio centenar de galeras reales dotadas con jenízaros, hubiera menos hombres de guerra que en las cristianas.

-Hablan en el libro de una lucha salvaje, violenta, despiadada entre turcos y cristianos… ¿qué movía a unos y otros para entregarse así, tan a sangre y fuego…? La batalla apenas duró unas horas y tanta destrucción en tan poco tiempo llama la atención…

-Si, duró unas cuatro o cinco horas, lo que no es poco tiempo, es mucho, especialmente en un combate a tan escasa distancia, resuelto al abordaje en combates cuerpo a cuerpo, algo que genera una tensión emocional y un cansancio físico brutal. Los barcos se enredaron en una especie de abrazo mortal en un espacio relativamente pequeño en el nadie podía escapar o huir, por lo que la destrucción y aniquilamiento del perdedor estaba asegurada.

El escritor y abogado Carlos Canales, coautor de 'Gloria Imperial', de la editorial Edaf. R. C.

-Se dice que la Liga Santa buscó el ataque directo y frontal con las naves enemigas… ¿esto no era lo habitual? ¿Por qué se optó por ser tan 'directos'?

-Los teóricos de la guerra en relación a la cultura, como Víctor Davis Hanson, dirían que es una característica típica de la sociedad occidental, cuyos estrategas buscan siempre una batalla decisiva que resuelva las cosas, pero en realidad es algo más complejo. La Liga Santa era una alianza inestable de vecinos mal avenidos, que se unieron sólo por el temor a un enemigo común, pero que no se apreciaban demasiado, eran rivales comerciales y tenían objetivos distintos. Mantener un ejército y una flota tan grandes mucho tiempo en campaña era económicamente inviable, y políticamente poco aconsejable. Además, las galeras tenía problemas para operar en invierno, por lo que don Juan de Austria y el resto de los mandos cristianos, sabían que tenían que lograr la victoria en el plazo más breve posible, y tenían que asegurarse de que fuese decisiva, para que la inmensa inversión realizada no quedase en nada.

-¿A qué jefe de la Armada turco destacaría? ¿por qué?

-A Uluj Alí. Era calabrés y estudiaba en un seminario cuando fue secuestrado por un capitán de Barbarroja. Tras convertirse al islam se convirtió en un capitán corsario de primera y en Lepanto tuvo una actuación muy destacada, con gran habilidad logró engañar a Andrea Doria y a pesar de no lograr su objetivo final, pudo escapar y salvar lo mejor de su escuadrón de galeras.

-La presencia de los tercios en las naves, su forma de combatir en tierra, su experiencia en el cuerpo a cuerpo… ¿fue importante en el desarrollo del enfrentamiento?

-Sí, ya cada vez es algo más valorado. Para historiadores actuales como Hugh Bicheno, la eficacia mortal de los piqueros de los tercios en los abordajes y el hábil uso de la espada de los combatientes españoles fueron elementos decisivos para la victoria cristiana.

-¿Diría que Lepanto fue una guerra religiosa o tenía más de económica?

-Ambas cosas. Todas las guerras tienen una base económica, y el enfrentamiento de la Liga Santa con el Imperio Otomano también, pero la religión jugó un papel esencial. Fue un auténtico choque de civilizaciones, de dos formas de vida y de entender el mundo.

Francia, un papel «miserable»

-Tras la batalla, las tropas de la alianza cristiana fueron vitoreadas allí por donde pasaban a su regreso a sus bases… Europa se alegró… incluso los protestantes ingleses lo celebraron… pero no tanto Francia… ¿por qué?

-Francia era un enemigo mortal de los Habsburgo y de la Monarquía Hispánica y estuvo aliada a los turcos desde décadas antes. Su papel en este enfrentamiento decisivo de los principales estados mediterráneos contra sus mortales enemigos turcos fue pobre y miserable.

-¿Qué tenemos que aprender de Lepanto?

-El valor de la unión y de la libertad de opinión. Los líderes de la flota cristiana tenían puntos de vista muy diferentes no sólo acerca de la estrategia general, sino también de cómo llevar adelante la campaña. Las discrepancias afectaban también a elementos menores, desde tácticas a empleo de armamento, pero estas opiniones las manifestaron sin rubor y abiertamente, llegando en ocasiones las discusiones a ser muy violentas, siendo en este sentido muy importante el papel mediador de don Juan de Austria. Sin embargo, cuando se llegó a un acuerdo, la flota cristiana actuó con firmeza unida dispuesta a legar hasta el final. Entre los musulmanes no hubo nada comparable.

-¿Espera que la celebración del 450 aniversario esté a la altura? ¿qué propondría para esa conmemoración?

-No, no lo espero. De hecho creo que la mayor parte de la población española no sabe nada de Lepanto, y mucho menos que es su 450 aniversario. Por lo menos me gustaría que se recuerde a quienes en su tiempo, y con su concepción del mundo, no tan alejada de la nuestra como pudiera pensarse, no vacilaron en combatir por defender un modo de vida que ellos creían mejor, y proteger las vidas y haciendas de aquellos a quienes habían dejado en sus países de origen, donde la amenaza musulmana era algo que se sentía cada día, y ante la que pensaron que merecía la pena arriesgar la vida.

El granadino Álvaro de Bazán, uno de los héroes de Lepanto. R. C.

Álvaro de Bazán, clave en la victoria

Las órdenes del granadino Álvaro de Bazán, que en Lepanto era un marino de 45 años con una enorme experiencia comandando naves, evitaron la tragedia y consiguieron una victoria de leyenda. Cervantes, el soldado más célebre de Lepanto aunque, claro, eso aún no lo sabía, definió a Bazán, marqués de Santa Cruz, como «el venturoso y jamás vencido capitán». Y así ha pasado a la Historia: el jamás vencido. La misma editorial Edaf que ha editado 'Gloria Imperial' publicó en 2017 una biografía sobre esta figura no lo suficientemente conocida: 'Alvaro de Bazán, capitán general del Mar Océano', del doctor en Historia, Agustín R. Rodríguez González.

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