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Manuel Alvar Ezquerra, ‘in memoriam’

Manuel Alvar Ezquerra, ‘in memoriam’

Clara Eugenia Hernández y José Antonio Samper, de la ULPGC, escriben sobre Manuel Alvarez Ezquerra, fallecido recientemente.

Jueves, 1 de enero 1970

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Clara Eugenia Hernández Cabrera y José Antonio Samper Padilla

Saber cómo es nuestra lengua, cómo funciona y, sobre todo, saber cómo son nuestras palabras, cuál ha sido su historia, por qué las tenemos, por qué comenzaron a utilizarse con los valores que poseen, de dónde surgen estos, hará que utilicemos la lengua, y las palabras, no solamente con propiedad, sino también, y eso es mucho, con libertad. (Lo que callan las palabras)

El viernes pasado, cuando en este confinamiento solidario nos preparábamos para desayunar, Antonio Briz, catedrático de Lengua Española de la Universidad de Valencia, nos daba la triste noticia del fallecimiento de Manuel Alvar Ezquerra. Triste e inesperada porque habíamos hablado por teléfono con Manolo y Aurora dos días antes y nos habían dicho que estaban en su piso de Málaga, donde los había sorprendido la pandemia, y que al menos desde allí disfrutaban de unas excelentes vistas del mar. Entre otros asuntos, la conversación derivó hacia un tema que habíamos comentado varias veces en los últimos meses: había que decidir cuándo se celebraría el acto de ingreso como miembro honorario en la Academia Canaria de la Lengua, ya que podía coincidir con uno de los dos plenos anuales de la institución, en Tenerife o en Gran Canaria. Manolo ya tenía muy avanzada la preparación del discurso y solamente quedaba fijar una fecha de acuerdo con su agenda. No podemos dejar de mencionar la satisfacción que le había causado ese nombramiento, que había recibido como un galardón muy especial.

Además de ese ingreso, que, por una razón tan incomprensible como esta repentina e insospechada muerte, no va a poder celebrarse como esperábamos, hablamos de otro motivo de gran satisfacción para Manolo: del libro que en su homenaje habían preparado María Ángeles García Aranda, Carmen Cazorla y María Pilar Nuño, tres discípulas y compañeras de la Universidad Complutense, que llevaron la idea de la publicación que vio la luz a finales de 2019 con el mayor de los sigilos para que fuera –como así fue– una grata sorpresa para su maestro, compañero y amigo. En ese tomo, que lleva por título Lo que hablan las palabras –con una evidente relación con Lo que callan las palabras, uno de los últimos libros de Manolo– participan muchos de sus amigos lingüistas; la lista de colaboradores es amplia y, sobre todo, brillante, pues ahí figuran trabajos de, entre otros, Ignacio Bosque, Antonio Briz, Manuel Casado Velarde, Salvador Gutiérrez Ordóñez, César Hernández Alonso, Ángel López, Francisco Marcos Marín, María Antonia Martín Zorraquino, Emilio Montero, Emilio Ridruejo o Agustín Vera; no faltan entre esos estudiosos algunos representantes de las dos universidades canarias: Francisco Javier Castillo, Carmen Díaz Alayón, Clara Eugenia Hernández Cabrera, Humberto Hernández, Marcial Morera, Gonzalo Ortega y José Antonio Samper.

En momentos como este recordamos la última de las frecuentes visitas de Manolo a nuestras Islas. Fue en mayo pasado, cuando participó en los actos académicos que se prepararon para conmemorar el vigésimo aniversario de la fundación de la Academia Canaria de la Lengua. La conferencia que dictó en Gran Canaria tuvo lugar en la sede del Gobierno Autónomo, con una nutrida asistencia de público. Fue una disertación muy emotiva, pues en esa ocasión nos habló del importante papel que desempeñó su padre en el reconocimiento del relevante lugar que ocupa el español de las Islas dentro del amplio mundo hispanohablante. Su título, “El magisterio de Manuel Alvar: Canarias entre Andalucía y América”, indica precisamente que esa conferencia le había sido pedida por los académicos como un justo homenaje al estudioso al que más debe nuestra modalidad dialectal y se había invitado a quien mejor podía hacerlo, su hijo mayor. En esa conferencia pudimos escuchar los muchos méritos atesorados por quien tanto influyó para que nuestro dialecto dejara de ser “el peor conocido del español de España”, como se aseguraba hasta finales de los años 50 del pasado siglo, y se reconociera su importancia en la configuración del español atlántico, en el que ocupa una posición central y no periférica. No podemos dejar de expresar aquí la emoción que hemos sentido cuando han llamado a casa varios de los asistentes a esa conferencia para compartir con nosotros el dolor por esta muerte inesperada.

Manuel Alvar Ezquerra, que nació en Zaragoza en 1950, fue catedrático de Lengua Española en las universidades de La Laguna, Alicante, Málaga, donde enseñó durante 20 años, y en la Complutense de Madrid, en la que culminó su carrera docente. Sus líneas de investigación son muy amplias, pero sobresalen sus importantes aportaciones a la lexicografía, la lexicología y al estudio de las variedades dialectales del español, especialmente del andaluz.

Su bibliografía es riquísima, fruto de un trabajo constante, que no solo se ciñe a la labor investigadora sino que combina esta con la actividad práctica de elaboración de diccionarios; en algún momento alguien dijo de él que era un “coleccionista de palabras”. Recordemos, por ejemplo, los diccionarios Vox, de la editorial Biblograf, de tanta difusión no solo en los ámbitos académicos; en ellos siempre se encuentran localizaciones geográficas muy precisas, algo que es evidente en el caso de Canarias, como fruto del conocimiento de nuestro dialecto que poseía su director, Manuel Alvar Ezquerra.

En cuanto a su dedicación a la lexicografía, nadie conocía mejor que él lo que ha sido la lexicografía española, especialmente su evolución diacrónica. Entre los libros dedicados a este campo, han de citarse Proyecto de lexicografía española (1976), Lexicografía descriptiva (1993), La formación de palabras en español (1993, que cuenta con 8 ediciones), De antiguos y nuevos diccionarios del español (2002) o La enseñanza del léxico y el uso del diccionario (2003).

En lo relativo a su dedicación práctica, además de los diccionarios ya citados y de otros como el Nuevo diccionario de voces de uso actual (2003), destaca una obra ambiciosa, realizada en colaboración con Lidio Nieto, el Nuevo Tesoro Lexicográfico del Español (siglo XIV-1726), que recoge en 11 volúmenes todos los diccionarios de nuestra lengua (monolingües y plurilingües, alfabéticos y temáticos), así como otros muchos repertorios léxicos que aparecen en obras de diversa índole, desde los inicios de la actividad lexicográfica en español (representada por los glosarios medievales) hasta la aparición del primer diccionario académico, el Diccionario de Autoridades, en 1726.

Como obras que aúnan la lexicografía con la dialectología, Manuel Alvar nos ha regalado un Tesoro léxico de las hablas andaluzas (2000), obra fundamental para conocer ese dialecto meridional, y unos Estudios en torno a las hablas andaluzas y otras cuestiones (2018); también trabajó sobre el léxico patrimonial de Madrid (Diccionario de madrileñismos, 2011). Dentro de sus publicaciones recientes debemos recordar un libro muy atractivo, de grata lectura, de cuyo prólogo hemos extraído la frase que encabeza esta nota necrológica: Lo que callan las palabras. Mil voces que enriquecerán tu español, que vio la luz en2014.

En los últimos años trabajaba intensamente en la Biblioteca Virtual de la Filología Española (http://www.bvfe.es), que ofrece a los investigadores la posibilidad de consultar un considerable número (hoy cuenta con 11 730 registros) de diccionarios, gramáticas, tratados de ortografía, manuales de conversaciones y enseñanzas de lenguas, etc.

Manuel Alvar Ezquerra impartió cursos y conferencias en distintas universidades españolas (Oviedo, Alcalá de Henares, Alicante, Valencia, Barcelona, La Laguna, Las Palmas de Gran Canaria, Granada, Sevilla, Jaén, Murcia, etc.) y europeas y americanas (Puerto Rico, Gotemburgo, Università degli Studi di Milano, Università Ca’Foscari de Venezia, etc.), e intervino con conferencias plenarias en numerosos congresos nacionales e internacionales. Desde 1995 dirigió la revista Lingüística Española Actual y fue director y fundador de Voz y Letra (Madrid, 1990), así como miembro del comité científico de una veintena de revistas nacionales e internacionales. También hay que destacar que era miembro correspondiente de la Real Academia Española (desde 1987) y miembro de honor de la Asociación Española de Estudios Lexicográficos (2017).

No podemos hablar de Manuel Alvar sin citar su íntima y permanente relación con nuestras Islas, desde el momento en que, muy joven, a principios de los años 70, colaboró en los trabajos del Corpus Toponymicum Canariense hasta etapas muy recientes; por ejemplo, él fue el encargado de la presentación oficial del Diccionario básico de canarismos de la Academia Canaria de la Lengua. En todos estos años fue un conferenciante habitual en nuestras universidades, cuyos alumnos se beneficiaron de sus enseñanzas sobre diversos temas de su especialidad. Naturalmente no faltan en su currículum trabajos relacionados con temas isleños, como “La ictionimia en el Diccionario de Historia Natural de Viera y Clavijo” (1977), “El Diccionario de sinónimos de don Tomás de Iriarte” (1985) o “El vocabulario manuscrito del Arte para fabricar naos de Tomé Cano” (2015).

Esas relaciones científicas con las Islas enlazan perfectamente con el afecto que les profesaba. Son numerosos sus amigos aquí, en Las Palmas, pero hoy no queremos olvidar a algunos en especial: a Nuria y María del Mar Padilla, las hijas de sus queridos Mario y Elvira, a quienes conocía desde su época de niñez en Granada, y a Octavio Santana, profesor de Informática con el que colaboró muy estrechamente y con el que abrió líneas de investigación interdisciplinares muy novedosas.

Sirvan las letras precedentes como un recuerdo emocionado del amigo que nos acaba de dejar y con el que compartimos unos lazos de afecto cada vez más intensos desde que en un ya lejano 1990 coincidimos con él y con Aurora en el congreso que celebró la ALFAL (Asociación de Lingüística y Filología de la América Latina) en la ciudad brasileña de Campinas. Estarás siempre en nuestro recuerdo, querido amigo.

Clara Eugenia Hernández Cabrera y José Antonio Samper Padilla

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

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