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Su obra más popular es El Neptuno, la deidad de bronce que resiste a diario los embates del mar en la playa de Melenara. Sin embargo, el escultor afirma que muy pocos saben que el coloso de 4,2 metros nació en su taller. «Le pregunté a un marinero quién lo había hecho y me dijo que nadie; que llevaba toda la vida allí», comenta risueño el artista que regresa a su isla natal para mostrar sus últimas obras.
Este viernes, 4 de mayo, a las 20.30 horas, se inaugura en S/T una exhibición que reúne 28 piezas del artista. En concreto, la sala de la calle de Enmedio de la capital grancanaria expone cinco grabados; entre ellos un políptico formado por doce piezas, y 23 esculturas, la mayoría de ellas de rostros en los que ha empleado acabados y materiales distintos. «Intento buscar la expresión de los rostros, casi todos transmiten sensaciones fuertes, excepto algunas caras más amables como la de una niña de expresión melancólica», indica el artista sobre su inventario de cabezas entre las que se encuentran la de un caballo y el busto de un fauno.
En cuanto a los grabados, Arencibia refleja motivos de carácter religioso -algunos ligados a la pasión de Cristo y que fueron publicados en un libro con poemas de Isla Correyero- y otros relativos a la muerte y a la fugacidad de la vida. «He trabajado mucho los elementos religiosos. He hecho muchos retablos, como el retablo mayor de la Iglesia de San Agustín, en Vegueta, o el retablo de la iglesia de la Sagrada Familia, en Alcaravaneras», explica Arencibia, autor de numerosas esculturas públicas que salpican la isla.
Si acuden al Museo de Escultura al Aire Libre de Leganés, podrán encontrar obras de Martín Chirino, Tony Gallardo, Manolo González, Juan Bordes o Miguel Ángel Martín. El motivo de tanta presencia canaria en este lugar se debe a que Luis Arencibia lo fundó y lo dirigió hasta dejar su puesto en el Ayuntamiento de Leganés, que también le encargó esculturas. «Tuve la suerte de poder unir mi trabajo como funcionario con mi actividad artística», comenta Arencibia, ya jubilado.
Aunque su trabajo se ha expuesto en el Museo de Arte Contemporáneo de Cuenca o en el Taller Mayor de Madrid, el artista no ha protagonizado muchas exposiciones. Eso se debe, por un lado, a que durante su trayectoria ha recibido muchos encargos de esculturas públicas y religiosas y, por otra parte, a que su vertiente de grabador se ha volcado en distintas ediciones. Es el caso de su libro Locos, en el que unió los retratos de los enfermos ingresados en el psiquiátrico de Leganés a las palabras del poeta Leopoldo María Panero o Manual de oscuridades, donde sus grabados acompañaron los textos de Luis Alberto de Cuenca.
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