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«El pensamiento se desarrolla para explicar las emociones»

«El pensamiento se desarrolla para explicar las emociones»

El pensamiento humano no nace de la nada. A medida que el individuo tomó conciencia del mundo que le rodeaba y de su propia existencia, la especie comenzó a tomar distancia con respecto al resto de pobladores vivos que habitaban en el planeta. Sobre esta evolución se desarrolla el volumen Del chimpancé a Aristóteles (Edición personal), de la escritora y dermatóloga Consuelo Montull Cremades, que este jueves se presenta, a partir de las 19.30 horas, en el Gabinete Literario de la capital grancanaria.

Lunes, 21 de septiembre 2020, 13:15

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«Como contrapunto a la parte genética, analizo la cultura, entendida como lo aprendido por los seres humanos y lo que nos han transmitido nuestros pares y la sociedad. Nos ha influido enormemente, porque somos un animal muy social. Esos conocimientos han intervenido en la adaptación al medio y en la evolución de la especie», avanza Montull sobre el contenido de la presentación de esta tarde, en la que también interviene el doctor Antonio Acosta Socorro.

En las 708 páginas que incluye Del chimpancé a Aristóteles, esta doctora, nacida en la capital grancanaria y que a los 14 años se trasladó a Madrid con su familia, profundiza en la evolución del pensamiento de los seres humanos desde el comienzo de la especie hasta la caída del Imperio Romano. «Analizo cómo se forma y cómo evoluciona el pensamiento, que en la historia antigua, con los griegos y después con los romanos, ya se asienta. A partir de Grecia, el desarrollo es fundamentalmente tecnológico», considera.

¿Cómo se genera ese pensamiento? Según Consuelo Montull, dermatóloga del Hospital Clínico de San Carlos en la capital del Estado, nace de «los problemas que el ser humano se va encontrando». «El desarrollo de la conciencia es paulatino. Nos sucede como a los monos, que primero son conscientes de sí mismos y después ya toman conciencia de los otros. Es como cuando los niños se miran al espejo. Al año y medio ya saben que lo que ven reflejado es a ellos mismos, no otras personas», pone como ejemplo.

Para entender ese camino evolutivo, comparte la tesis de Juan Luis Arsuaga, que apunta que el ser humano dio un gran salto en su pensamiento cuando fue consciente de la existencia de la muerte. «Ese salto no lo da ninguna otra especie. Permitió el nacimiento de la empatía, por ejemplo. Se descubrió en Atapuerca, donde hace entre un millón o millón y medio de años se produjo el primer enterramiento humano del que se tiene constancia», subraya.

Consuelo Montull apunta que «la primera idea imaginaria» tuvo su punto de partido «en los ritos». «Los enterramientos señalan que se cree en otra vida, que esto es transitorio, como un sueño. El cerebro es una máquina de interpretar y cada uno interpreta a su aire. La realidad, como apuntaba La caverna de Platón, es una ilusión, no sabemos realmente lo que es», recuerda. Por eso, dice sin ambages, que «el desarrollo del pensamiento se produce para explicar nuestras propias emociones» y que se trata de algo «imparable», que forma parte de la «adaptación al medio» y que genera también «cambios físicos».

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