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«Cuando empiezo, el final de la novela está brumoso»

«Cuando empiezo, el final de la novela está brumoso»

En sueños vuelvo a verla a menudo, tal como la vi por primera vez en aquel desfasado garito para noctámbulos». Con esta confesión de Alejandro Ballesteros, un fracasado novelista que sobrevive gracias a su presencia como contertulio en programas basura de televisión, arranca Lucía en la noche (Espasa), la nueva novela de Juan Manuel de Prada (Baracaldo, 1970).

Lunes, 21 de septiembre 2020, 12:58

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La mujer a la que alude Ballesteros es Lucía, sobre la que se erige esta novela que se desarrolla a modo de thriller de misterio. «Es la historia de una joven que irrumpe en la vida de un escritor renegado de su profesión, que se ha convertido en un guiñapo. Cuando la encuentra, le cambia la vida y recobra las ganas de vivir. Ella esconde un pasado y cuando desaparece de la vida de Alejandro, él decide que tiene que saber la verdad y comienza a descubrir aspectos de su personalidad que le perturban y que nada tienen que ver con lo aparentaba ser ante sus ojos», explica el escritor vizcaíno, que ha visitado Gran Canaria.

De Prada reconoce que a medida que avance por Lucía en la noche, el lector se topará con una serie de «giros y sorpresas», gracias a los que el personaje de Alejandro Ballesteros, como si fuera Joseph Conrad, viaja «hacia el corazón de las tinieblas y hacia el mal».

«Más allá del viaje, lo que importa es hacia dónde vamos y las cosas que se descubren por el camino. Emprende un viaje como el de Orfeo en busca de Eurídice, que también decidió bajar al infierno para recuperarla. Alejandro va camino del infierno en la tierra para descubrir quién era realmente su amada Lucía», explica el autor de títulos como Coños (1995) y Las máscaras del héroe (1996).

Durante ese camino, Juan Manuel de Prada, un cinéfilo empedernido, apunta que Lucía en la noche se asemeja a Ciudadano Kane, la mítica película de Orson Welles. «Alejandro Ballesteros va peregrinando para reconstruir la verdadera imagen de Lucía, tal y como se hacía en la película de Welles en torno a la figura de Charles Foster Kane. Por el camino, se topa con distintas personas que le dan una interpretación diferente sobre ella. Cada uno aporta una información caleidoscópica», adelanta sobre una novela que se desarrolla en dos planos.

Desde el comienzo, la historia intercala capítulos en los que se describe cómo se conocieron y comenzó su historia de amor, con otros que transcurren un año después, que comienzan con la desaparición de Lucía y el proceso de búsqueda de la verdad. «El desarrollo de las pesquisas y los flashback sobre cómo fue la relación entre ambos se iluminan mutuamente. La novela la escribí tal cual está. Alternando uno y otro plano, lo que resultó complicado, porque hay un cambio de tono evidente», subraya.

Reconoce que cuando acomete una nueva novela, el punto de partida lo tiene muy «claro», pero la llegada «está brumosa» y comienza a divisarse con mayor nitidez a medida que avanza en el proceso de escritura.

Resulta inevitable preguntarle sobre qué hay suyo en el novelista de esta ficción. «Un escritor pone mucho de sí mismo y así sucede con Alejandro. Ya lo utilicé en La tempestad y lo he ido recuperando en distintas novelas. Tiene algunos rasgos míos y parte de mi experiencia. Por ejemplo, ese hundimiento personal que te lleva a abandonar la literatura y después esa redención, a través del amor de una mujer, mi esposa. Incorporo también vivencias de otras personas», dice.

En la novela se produce un accidente de avión, que recuerda al del JK5022, entre otras cosas porque el avión también parte de Madrid y va destino a una isla del archipiélago –no es Gran Canaria, como ocurrió en la catástrofe del 20 de agosto de 2008–. «Sí que me inspiré en el accidente de Spanair. Se encuentra mucha información en la red sobre lo que sucedió y, además, lo recuerdo muy bien. Me generó un dolor inmenso y las jornadas posteriores me dejaron una honda huella. Cuando escribes, haces tuyo todo y más intensamente lo más terrible. Escribir esa parte fue lo más duro de toda la novela», reconoce.

De Prada siempre se ha caracterizado por mostrar en público su visión de la realidad que le rodea, así que no duda en responder cuando se le cuestiona sobre la doble cita electoral de primavera. «Estamos en un mundo convulso, con los dolores del parto que cambiará muchas cosas en los próximos años. Serán cambios formidables, aunque no parecen buenos. Desde hace un tiempo, vivimos una situación de gobernabilidad difícil y lo que salga de las urnas no lo mejorará. Tendremos gobiernos débiles, con gobernantes irresponsables, que anteponen sus diferencias a la nación. Reina lo que yo llamo la demogresca, todos contra todos, en facciones, y eso es peligroso», apunta el ganador del Premio Nacional de Narrativa y el Planeta, entre otros galardones.

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