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Caparrós: «La política podría regenerarse si no hubiera clase política»

Caparrós: «La política podría regenerarse si no hubiera clase política»

El escritor argentino Martín Caparrós participa el 12 de septiembre en Los Llanos de Aridane para intervenir en una mesa redonda junto a Héctor Abad Faciolince, Alonso Cueto, Nuria Amat y José Balza. Al día siguiente mantendrá un encuentro con estudiantes.

Lunes, 21 de septiembre 2020, 13:10

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— El Festival Hispanoamericano de Escritores de La Palma rendirá sendos homenajes a Jean-Marie Gustave Le Clézio y Mario Vargas Llosa. ¿Se siente cercano a alguno de los dos?

— Bueno, por razones obvias me siento más cercano a la literatura de Vargas Llosa. Todavía recuerdo maravillado la revelación que fue para mí, a mis 12 o 13 años, la primera lectura de Conversación en la Catedral. Después durante años dije que quería colgar en mi escritorio un cuadro que fuera un gráfico de su estructura narrativa, un verdadero prodigio. Y la volví a leer hace unos cuantos años, antes de viajar a Lima para entrevistar a su autor, y volvió a impresionarme: pensaba, entonces, que el hecho de que esa novela haya sido un best-seller en 1969 es un ejemplo claro de cuánto se degradaron la literatura y los lectores en este medio siglo.

— El Pibe Rivarola protagoniza su última novela, el . ¿Este libro es el inicio de una serie negra bonaerense? ¿Le ha salido muy futbolero? ¿Con él intenta recuperar un Buenos Aires que ya no existe?

— Es probable que haya más novelas del Pibe Rivarola –o, por lo menos, esa es mi intención: quiero ir recorriendo esos años de Buenos Aires, una ciudad donde, entre otras cosas, el tango todavía estaba vivo, y también algunas esperanzas. Pero no creo que me haya salido demasiado futbolero; de hecho, a Rivarola el fútbol le interesa poco. Más le interesa, si acaso, vengarse de Borges.

, ficción, los libros de viajes, el ensayo, la crónica periodística... ¿En qué género se encuentra actualmente más cómodo?

— Prefiero tratar de no contestar a esa pregunta: mira si descubro que en tal o cual género me siento cómodo. Entonces debería dejar de practicarlo, ¿no? Siempre creí que escribir es explorar tus límites, tus incomodidades, no ponerte las pantuflas que te hacen sentir abrigadito. Y siempre creí, también, que uno no escribe tal o cual género; escribes –o no–, cosa que les sucede a tantos escritores.

— Tras el fiasco económico de Mauricio Macri, el viraje peronista de Argentina parece imparable. ¿Esta alternancia de bloques hace imposible una regeneración de la clase política argentina?

— Si uno dice clase política no puede decir regeneración, creo que hay una incompatibilidad en los términos. La política, eventualmente, podría regenerarse si no hubiera más clase política. No es el caso de la Argentina ni, por el momento, de ningún otro país que conozca. Por eso, creo, estamos como estamos. Y, a propósito, el gobierno de Macri no fue solo un fiasco económico: fue el resultado de las ideas de un grupo que nunca pensó en resignar ni un ápice de sus privilegios para que sus compatriotas vivieran un poco mejor.

— Voy a seguir abusando de su clarividencia política. El fracaso de la izquierda española para formar gobierno y la fragmentación de la derecha, ¿convierte a este país en un potro ingobernable? ¿Estas dinámicas son imparables o cree que responden a la personalidad de los actuales mandatarios?

— Creo que este país es todo salvo un potro ingobernable. Justamente lo que le pasa, quizás, es que es demasiado gobernable: todos estos años de concertación democrática han igualado tanto las distintas opciones que todas, salvo las más extremas, plantean más o menos lo mismo –y por eso podrían aliarse. Eso hace, entre otras cosas, que los debates actuales se limiten a cuestiones identitarias, de formas y costumbres, pero no toquen nunca los problemas de la organización de la sociedad, la distribución de la riqueza, esos detalles.

— Desde que empezó 2019 está revisando las urbes de Latinoamérica con la serie , ¿le queda mucho periplo por delante? ¿Su visión personal de estas ciudades está chocando con la de sus habitantes o se sienten retratados? ¿Qué ciudad ha sido más difícil de abordar hasta el momento?

— La serie ya se terminó: eran seis ciudades. Ahora estoy preparando un libro, entre crónica y ensayo, sobre Latinoamérica, qué es, en qué se ha convertido. Hubo amigos, en varias ciudades, que se sintieron retratados por mis intentos; supongo que habrá otros que no, pero quién sabe. Y la ciudad más difícil fue, sin duda, la mía, Buenos Aires: es más fácil escribir con la distancia que te da la distancia. Lo más complicado, siempre lo digo, es contar la manzana de tu casa.

— La autocensura siempre amenaza al periodista. En estos tiempos, con el marco de fondo de la ley mordaza, la susceptibilidad ambiental impide expresarse con total libertad. ¿Se muerde mucho la lengua o procura ser políticamente incorrecto? ¿Cuáles cree que son los nuevos temas tabú del siglo XXI?

— En realidad trato de no pensar –y creo que me sale cada vez mejor– en la recepción de lo que escribo, ya sea en la prensa o en mis libros. Escribir contra el público –algo que he dicho muchas veces– no quiere decir pensar en el público para escribir lo que no le gusta; quiere decir escribir contra la idea de público, desechando la recepción como un momento del que el escritor o el periodista deban hacerse cargo. Quien quiere escribir debe escribir; leer esos textos es un problema de otros. Así que no pienso en términos de temas tabú o de corrección política o esas cosas; trato de hacerme preguntas, exponerlas, exponerme. De eso se trata, creo.

Actúa en la película , de José Luis Cuerda. Supongo que se lo pasó bomba en el rodaje de la segunda parte de . ¿Le han salido más trabajos en cine?

— Pues por ahora no, es una pena, una injusticia. Aunque estamos en los parámetros, de todos modos: normalmente me toca una actuación cada diez años. Pero aquí me tienen, a la orden: me gusta mucho eso de disfrazarme, entregarme a un director y dejarlo que haga conmigo lo que quiera, que me convierta en otro durante unos días. Es un gran placer.

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