A Joaquín Blanco Montesdeoca
«La organización y la difusión de los archivos canarios continúa siendo una asignatura pendiente a la vez que una prioridad. Tenemos hoy muy buenos profesionales, en las Islas, que han seguido la huella de los grandes, pero contados, archiveros que ha tenido Canarias. Uno de ellos es Joaquín Blanco».
María Isabel García Bolta
Miércoles, 27 de diciembre 2023, 22:41
El 29 de diciembre se cumplen 100 años del nacimiento de Joaquín Blanco Montesdeoca. Canario, nacido en Arucas, profesor de Lengua y literatura españolas ... de Bachillerato, archivero y director del Archivo Histórico Provincial de Las Palmas hasta 1989, año en el que falleció.
En la vida hay personas que dejan huella, que guardamos en nuestra memoria, que nos acompañan siempre, y, sin duda alguna, una de ellas es el archivero Joaquín Blanco. Siempre recordaré a mi profesor, luego compañero y amigo, porque fue capaz de plantar en mí la semilla del saber y del conocimiento, la necesidad de indagar y disfrutar con la historia del pasado. A Joaquín le apasionaba Viera y Clavijo, el «siglo de las luces», pero a la vez le gustaba la poesía y la literatura canaria, en general. Yo a Viera y a todo su entorno lo había estudiado muy bien en la Universidad de La Laguna, gracias al profesor José Luis Varela; y volví, años despúes, al XVIII con mi amigo archivero, siglo en el que no debemos olvidar el brillante papel que jugaron los ilustrados canarios fuera de las Islas, y que aún no hemos reconocido suficientemente.
La primera vez que vi a Joaquín Blanco fue en el colegio de las Dominicas; allí, en el aula, impartía clases de francés. Lo rememoro como un buen profesor, de aquellos que sabían mucho de distintas cuestiones académicas, que iba más allá de la asignatura que impartía, y con una forma de enseñar muy cercana a las alumnas. Sus clases se hacían amenas, aderezadas, eso sí, con ciertas dosis de humor e ironía que nos ponían en guardia.
Pasaron los años y qué casualidad, al incorporarme al Instituto Pérez Galdós, me encuentro que formaba parte del seminario de Lengua y literatura españolas junto a María del Prado Escobar Bonilla, Pepita Domínguez, Isabel Botella y Manola Morales; una plantilla de lujo, como diríamos hoy. Fueron años maravillosos de aprendizaje, nuevas experiencias y muchas, muchas lecturas. Aquí trabé amistad con Joaquín Blanco y seguí contando con su afecto, una vez que él se incorpora a dirigir el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas. Su despacho era el lugar al que sus amigos acudíamos en busca de respuesta a tantas dudas e incógnitas; y seguí aprendiendo, y de esta manera, comencé primero a averiguar y muy pronto a entusiasmarme por el valor de la documentación, de la necesidad de su conservación y control, de su utilidad; en definitiva, Joaquín trasmitía su pasión por todo un mundo que prácticamente era muy poco conocido y en consecuencia, apenas entendido por la mayoría de los que regían las distintas administraciones.
Recuerdo bien aquel año de las transferencias de los archivos históricos a la Comunidad Autónoma de Canarias, y allí vuelvo a encontrarme de frente con Joaquín Blanco, el gran profesional de la documentación, que me trasladaba sus inquietudes y preocupaciones. Y no era para menos. Cuánta razón le asistía. Hubo momentos de incomprensión hacia los servicios archivísticos, pero su sapiencia, esfuerzo, trabajo, y en particular su firmeza, hicieron que poco a poco ese mundo oscuro y desconocido para muchos fuera abriéndose paso entre tanta ignorancia, y tanto indocumentado; todo hay que decirlo. Hoy sé lo que opinaría, con su típica sorna, pues los archivos siguen siendo los grandes olvidados a pesar de los magníficos profesionales que tenemos en Canarias.
En mi condición de funcionaria fui la encargada de la coordinación de archivos y bibliotecas en el Gobierno de Canarias y estuve muy cerca de Joaquín Blanco para aprender, y escuchar sus sabios consejos; porque hay amigos que nos mejoran, que nos hacen más responsables. Él sembró en mí la semilla del valor, pero también del poder de los archivos.
Celebramos 100 años de su nacimiento y creo que Joaquín Blanco merece un reconocimiento en Gran Canaria y en la provincia, en la que ejerció con tesón y con sabiduría. Queda mucho por hacer, en particular en los archivos municipales, una rica documentación que en buena parte desconocemos y que es nuestra historia, en la que es necesario reencontrarnos para crecer y prosperar.
La organización y la difusión de los archivos canarios continúa siendo una asignatura pendiente a la vez que una prioridad. Tenemos hoy muy buenos profesionales, en las Islas, que han seguido la huella de los grandes, pero contados, archiveros que ha tenido Canarias. Uno de ellos es Joaquín Blanco Montesdeoca, al que tanto le debemos y al que hoy quiero traer a nuestra memoria para agradecer y reconocer su excelente trabajo, e igualmente en su honor, reivindicar, una vez más, el importante papel de los archivos para la historia de Canarias y para la vida de sus habitantes.
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