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Luis Mateo Díez. EFE
Luis Mateo Díez, el gran fabulador «irrealista» forjado al calor de lumbre

Luis Mateo Díez, el gran fabulador «irrealista» forjado al calor de lumbre

El Premio Nacional de las Letras consagra al creador del territorio de Celama por la gran riqueza poética de una obra heredera de la cultura oral | «Cuando llega un premio al que no optas, como este, me lo tomo como si fuera el agradecimiento de mis lectores»

Jueves, 12 de noviembre 2020, 14:11

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Luis Mateo Díez, el gran fabulador de la letras españolas, el prolífico creador del mítico territorio rural de Celama, ganó este jueves el Premio Nacional de las Letras Españolas, dotado con 40.000 euros y el segundo en el escalafón institucional tras el Cervantes. Un galardón que confirma el magisterio del gran escritor, que se define a sí mismo como «irrealista» y a quien se distingue por la «singularidad» de un obra «heredera de una cultura oral», el dominio de «una técnica y un lenguaje poético de extraordinaria riqueza» y «una preocupación constante por la dimensión moral del ser humano».

Recibió el galardón «contento» pero algo alicaído, en unos tiempos «raros», con una sociedad «muy tocada» por la pandemia y a la que resulta difícil confiar en unos políticos «de bajo calado». «Esta epidemia impensable ha demostrado nuestra extrema fragilidad y lo poca cosa que somos», asegura Mateo Diez, que ha vivido los últimos meses como algo «terrible» con «muertos muy cercanos». «Lo he sobrellevado como he podido, con sucesos trágicos, mucha disciplina y sentido del comportamiento», confiesa.

«Cuando te llega un premio al que no optaba me lo tomo como si fuera el agradecimiento de mis lectores, como si ellos me lo dieran», dice el «desprevenido» galardonado, que conoció la buena nueva por una llamada del ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes.

Conectado con la tradición fabuladora de Castilla y León, el titular del sillón 'I' de la Real Acaxemia Española (RAE), es dueño de uno de los universos más personales de la narrativa española. Autor de novela cuentos, microrrelatos, artículos y otros textos a caballo entre la memoria, la reflexión, el ensayo y la ficción, su obra surgida al calor de la lumbre «es heredera de una cultura oral en la que nace y de la que registra su progresiva desaparición», según destacó también el jurado.

Ventana al misterio

Con la trilogía formada por 'El espíritu del páramo', 'La ruina del cielo' y 'El oscurecer', creó su propio territorio imaginario: el reino de Celama, metáfora rural y «ventana a lo más hondo y misterioso del corazón humano». Un territorio que conecta con esa España vacía de futuro incierto «sin destino» y tendente «al olvido absoluto», a juicio de este creador de nebulosas «ciudades de sombra».

Repite el autor de 'La fuente de la edad', su obra más reconocida, que sus libros «nunca serán best-sellers», que se reta a sí mismo en cada página y que se considera «privilegiado por tener lectores fieles y esforzados; cómplices que dan la cara». «Soy un contador historias y un constructor de personajes que también establecen complicidad con los lectores, que están conmigo casi de forma incondicional y que cada vez son más», se ufana. «Es muy de agradecer cuando se escriben novelas que no son novelas para lectores que no son lectores», resume el autor de 'Los ancianos siderales', su último título, que transcurre en la residencia de El Cavernal. No piensa apearse del «realismo irrealista» que trufa sus historias, en las que mezcla misterio y humor, «que es también una mirada de lucidez».

Hijo de la bruma

Nacido 21 de septiembre de 1942 en Villablino, en el brumoso Valle de Laciana, donde su padre era funcionario municipal, en 1954 Luis Mateo Díez se trasladó con su familia a León. El contacto con el rico acervo del medio rural determinó su temprana disposición hacia lo imaginario, oral o escrito. Estudió Derecho en Oviedo y Madrid e ingresó en 1969, por oposición, en el Cuerpo de Técnicos de Administración General del Ayuntamiento de Madrid, alternando la oficina con la creación literaria «en un equilibrio óptimo» hasta su jubilación.

Este galardón que Cultura otorga cada año anticipa un Cervantes al que es claro aspirante. Se suma a la larga lista de premios que inauguró con el Café Gijón por 'Apócrifo del clavel y la espina' (1972). Llegaron luego el Ignacio Aldecoa por 'Cenizas' (1976), dos veces el Nacional de Narrativa (1987 y 2000) por 'La fuente de la edad' y 'La ruina del cielo' -también el Premio de la Crítica- o el Francisco Umbral por 'La cabeza en llamas' (2012). Hace un año publicó 'Juventud de cristal', un relato sobre la fragilidad de esa época de la vida, «no en un sentido generacional o testimonial, sino sobre el mito de esa edad».

Algunas de sus obras se han llevado al cine, como 'La fuente de la edad', rodada por Julio Sánchez Valdés, el cuento 'Los grajos del sochantre' o 'El filandón'.

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