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«Las buenas películas nacen a partir de un par de imágenes»

«Las buenas películas nacen a partir de un par de imágenes»

Resulta difícil encontrar mejores ejemplos de una fructífera relación profesional entre un profesor y uno de sus exalumnos. El cineasta y guionista mexicano Santiago Fillol dio clases en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona a Óliver Laxe, cineasta con el que ha coescrito Mimosas (2016) y Lo que arde (O que arde, 2018), dos de los títulos más sobresalientes del cine español durante el último lustro, como ha reconocido la crítica especializada y el público fiel a las producciones denominadas de autor o independientes.

Jueves, 1 de enero 1970

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Fillol imparte este martes una charla online organizada por la Sociedad de Promoción Económica de Gran Canaria (Spegc) y diseñada por el Clúster Audiovisual de Canarias, titulada Kit de supervivencia para guionistas desesperados. Durante la hora y media de la misma –el plazo de inscripción se cerró ayer– Santiago Fillol expondrá las líneas maestras que marcan su quehacer como guionista, que focaliza en una concepción «artesanal» de este oficio vital en el séptimo arte.

«Intentaré hacer una breve introducción, lo más honestamente posible, sobre todo el trabajo previo a ponerse a escribir, que para mí es lo más importante del trabajo de un guionista. Es ese periodo en el que tratas de ordenar ciertas estrategias para los personajes, las sensaciones anímicas que quieres expresar, la estructura que tendrá la película y la dimensión formal de la misma y las herramientas que necesitará para realizarla. Consiste en ordenar sobre la mesa todas las ideas previas», apunta por teléfono.

Santiago Fillol se aleja de los tópicos creativos y glamurosos para definir el oficio del guionista. «Escribir un guion es como un trabajo de carpintero o arquitecto, tiene más de creación y trabajo previo que de inspiración y espera de las musas. La escritura es efectiva y todo guion debe ser como un plano arquitectónico que explique todos los detalles. Yo le dedico mucho tiempo a las lecturas previas y a pensar las estrategias y las formas que quiero plasmar. Me convierto en un secretario de mí mismo, donde la escritura no es lo más importante. Sin la planificación previa no hay nada. Más que un artista soy un artesano, como el carpintero, que sin las medidas previas y el conocimiento de la madera que quiere utilizar, no conseguirá después realizar nada», subraya.

Desde su punto de vista, «la escritura del guion apunta y bebe» a partir de un lugar concreto. «Escribimos a partir de imágenes. El trabajo consiste en ahondar en ellas y ordenar y estructurar las ideas. Cuanto menos abstracta sea la escritura del guion, mucho mejor. Las buenas películas son las que nacen de unas imágenes previas», apunta.

El director del largometraje Ich Bin Enric Marco defiende que sus guiones no los puede dirigir cualquiera. «La vía artesanal me gusta más que la industrial o serial. No entiendo este oficio como si fuera hacer hamburguesas. Escribo teniendo en cuenta quién va a dirigir la película», tal y como le ha sucedido con Óliver Laxe. «Escribimos a cuatro manos. Yo estuve en el rodaje y allí terminé de escribir. Trabajamos igual que lo hace un diseñador y un sastre, codo con codo. Como él trabaja con no-actores, el guion exige un seguimiento concreto de ellos. De todas formas, se terminó en la sala de montaje», recuerda sobre la gestación de Lo que arde.

La pandemia de la Covid-19 también ha afectado la planificación que tenía en mente Santiago Fillol para su nuevo largometraje como director. Se trata de Matadero, la adaptación a la gran pantalla de un volumen escrito por Esteban Echevarría en 1840. «Soy argentino pero llevo en España 20 años. Creo que ya tengo la distancia suficiente para rodar en mi país natal. Es una de las primeras ficciones escritas en Argentina y que nunca se ha adaptado. La idea es rodar allí y también en España, puede que en las Islas Canarias. Pero todo dependerá de cómo evolucione la pandemia», asegura sobre una historia que se desarrolla «como una simbología del mundo de los mataderos como fábrica para los asados y la lucha de clases». También deja la puerta a volver a trabajar con Óliver Laxe.

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