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Julián Quirós, ante la sede de Vocento en Madrid. Óscar Chamorro
Julián Quirós, entre la palabra y la vida

Julián Quirós, entre la palabra y la vida

'Pérdidas y ganancias' es el primer poemario del periodista y director de ABC que explora y dibuja sus «paisajes interiores»

Martes, 28 de diciembre 2021, 16:39

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Abrochar un poema tiene bastante que ver con cerrar un editorial o cuadrar una portada. Así lo cree Julián Quirós (Guareña, Badajoz, 1969), periodista errante y avisado que antes de llegar a la dirección de ABC en septiembre de 2020 pasó por las de Hoy, Las Provincias y por la subdirección de Sur. Entre mudanzas profesionales y personales se ha dejado jirones de vida y cientos de libros, «sus tesoros». Lo cuenta en 'Pérdidas y ganancias' (ARS Poética), primer poemario de Quirós, un balance vital en el que hace «recuento de los años huidos» visitando sus «paisajes interiores».

Para Quirós el oficio de contar verdades, el periodismo, se asemeja en algo al de fijar momentos y emociones, la poesía, por más que «la celeridad y la urgencia del periodismo» no case con la pausa poética. Pero en ambos casos, y con tempos diferentes, se busca «la economía del lenguaje», la intención y la palabra precisa para expresar argumentos, hechos o sentimientos. Reconoce, con todo, que «un adjetivo mal puesto puede asesinar a un poema o un reportaje» y apuesta por la contención huyendo de metáforas efectistas que «a veces carga el diablo».

La poesía no ha sido un pecado de juventud para Quirós. Aparece y desaparece en su vida, «como el Guadiana y sus ojos» y él ha tardado lo suyo en «vencer el vértigo y el pudor» para avenirse a publicar unos poemas esenciales, limpios, secos y claros, que ha «depurado» y engavillado desde 2008, cuando volvió a su Extremadura natal y empezó a ajustar cuentas con la vida.

«Si somos algo somos memoria», admite Quirós, que escribe versos de pérdida, rabia, desengaño o rebeldía. También poemas de amor, desamor y de aceptación, para ofrecer al final un balance positivo en un libro celebratorio y de afirmación. Una batalla contra el desgaste y las heridas del tiempo que Quirós libra con poemas que «intentan evitar que nos derrote el paso del tiempo y los vaivenes de la vida».

Fotos y poemas

«Desde la adolescencia hago fotos y poemas, y en ambos casos la intención es secuestrar instantes y sacarle valor al tiempo, de modo que a veces las imágenes alimentan los poemas», explica Quirós, que admira a quienes han hecho de la memoria virtud y conciencia. «Y no hablo de literatos -advierte-, hablo de tener conciencia de la memoria compartida que nos hace humanos y construye la civilización». Y eso que «hemos de conformarnos con la que tenemos, la que perdura, que no siempre es fiel a la realidad ni precisa. No estoy seguro de que todo fuera como lo reflejan mis versos», dice.

Abre el libro con citas de Fernando Pessoa -que es otro y muchos, como Quirós- y Juan Ramón y San Juan de la Cruz, que escuchan su voz interior. Toda una declaración de intenciones, ya que, como ellos, quiere Quirós indagar en las muchas capas que todos tenemos y «dibujar paisajes interiores» para sentirse «más confortable en mi propia piel».

Uno de los motores fue el recuerdo de Majo, María José Grimaldo, su mano derecha en Las Provincias, cuya injusta y temprana muerte con solo 48 años le invitó a ese ejercicio de introspección «para que los años vividos no se fugaran».

¿Sabe ahora para qué sirve la poesía? «Hay tantas explicaciones como poetas y lectores, pero ayuda a entender la vida, el cosmos y el ser humano. A veces con verdaderas bombas de significación, conceptuales o de imágenes, encerrados un puñado de palabras o en una línea. Es algo hermoso y remoto», dice.

En todos los diarios que ha dirigido ha abierto Julián Quirós espacios a la cultura. Voraz lector, dice que uno de sus tesoros son esas paredes forradas de libros que siempre hubo en sus casas, aunque ha vencido al fetichismo librero y se ha deshecho de muchos volúmenes. Tantos, que la biblioteca que le acompaña tendrá menos de 2.000 ejemplares. «Solo hago sitio en la biblioteca y conservo los libros que he disfrutado. Comprendí que los libros extraños, los no leídos, podían ganarme la batalla. Hay que depurar y me quedo con los que creo que volveré a leer», dice un letraherido que subraya «con tres colores» unos libros que manosea «mucho», en el mejor de los sentidos.

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