'Jishu Eiga' o cómo el cine independiente japonés llegó hasta los Óscar de Hollywood
Marina Muñoz Pelegrín explica en la Casa de Colón las claves desconocidas del género dentro de la 20ª Semana de Cine Japonés
GABRIELA VICENT
Las Palmas de Gran Canaria
Martes, 19 de julio 2022, 02:00
'Jishu Eiga', abreviatura de 'jishu seisaku eiga', se puede traducir del japonés como algo parecido a filmes producidos de forma autónoma, al estilo «hágalo usted mismo». El movimiento engloba a producciones totalmente independientes, autofinanciadas y producidas, hasta ahora, fuera de la industria. Tuvieron su eclosión en los años 80 del pasado siglo y se proyectaban predominantemente en lugares no comerciales. Estaban firmadas por lo que podría considerarse como cineastas aficionados, hasta que llegó un nombre que lo cambió todo. El director japonés Ryusuke Hamaguchi y su exitosa 'Drive My Car', basada en un cuento de Haruki Murakami, que logró este año el Óscar a la Mejor Película Extranjera.
La 20ª Semana del Cine Japonés, que organiza la Asociación de Cine Vértigo en colaboración con la Casa de Colón y la Fundación Japón, dedica esta edición a esta corriente 'underground' de origen nipón. La historiadora del Arte y experta en cine asiático Marina Muñoz Pelegrín imparte una conferencia sobre el fenómeno 'Jishu Eiga', en constante transición, el día 26 de julio, a las 18.30 horas. En ella revelará las claves de un cine que, hasta ahora, ha navegado a contracorriente en la industria audiovisual.
Independientes
Según Pelegrín 'Jishu Eiga' puede traducirse como «películas 'self-made'» o «producidas de manera autónoma». Esto significa que son obras totalmente independientes, autofinanciadas y producidas fuera de los circuitos de la gran industria cinematográfica o 'majors'.
Para la historiadora «Japón se ha visto marcado por la desvinculación de la herencia cinematográfica característica de 1930 a 1950, desde el crecimiento exponencial de la tecnología. Las nuevas corrientes japonesas paralelas al 'Free Cinema' Británico y la 'Nouvelle Vague', de 1960, buscaban desligarse de las normas del sistema de estudio cineasta. En nuestra contemporaneidad, los directores de cine no realizan su aprendizaje en el estudio bajo el amparo de directores experimentados, sino que buscan alejarse de esa herencia y producir un cine diferente con unas motivaciones diferentes. Esto se traduce en una búsqueda independiente de ciertos aspectos sociales identitarios, permitiendo un desarrollo opuesto al realismo occidental, que, posteriormente, desubicará al espectador occidental que aguarda expectante unos códigos de lenguaje concretos que se le proporcionaron hace más de 60 años».
La transformación de los formatos audiovisuales y las nuevas plataformas de distribución han hecho explosionar el concepto de cine independiente japonés. Para Marina Muñoz desde hace unos años ha cobrado importancia a nivel global gracias a la mediatización intercultural. «Existen más oportunidades para esas producciones que antes se limitaban a la localización regional, pero sigue habiendo algunas limitaciones debido a la predilección de la audiencia, que en su mayoría escogen grandes producciones creadas por 'majors'», añade.
Si bien la edición digital fue un paso determinante para la eclosión de este tipo de producciones de bajo coste a partir de los años 90 del pasado siglo, el 'Jishu Eiga' no puede considerarse un fenómeno de masas en Europa en opinión de Pelegrín. «Digamos que el espacio en el mercado que tiene ahora una productora independiente es mayor al que tenía hace años. Es muy probable que en Japón no haya tanta diferencia entre el número de audiencia que recauda una gran producción y la de una película independiente, pero si nos centramos en lo que llega a occidente, sin duda no ha alcanzado todavía la categoría de fenómeno de masas. Se encuentra aún con una audiencia que responde a un tipo de gusto por el cine y lo cultural muy concreto y específico».
Claves del éxito
Para la historiadora, en la exitosa 'Drive My Car' de Hamaguchi, se conjugan varios factores. «Desde la apertura cultural y comercial japonesa, ha habido una voluntad por modernizar y crecer tecnológicamente. De esta manera, la socio-cultura japonesa intenta ubicarse dentro de las potencias occidentales. Esto se traduce en una mayor exportación de los productos culturales, llegando a un número mayor de audiencia que busca algo diferente de lo que ofrece su cultura. Occidente ha consumido obras cinematográficas japonesas casi de manera exponencial desde la época de 1980; así nació un claro interés por las culturas asiáticas en los jóvenes. En cierto modo, sigue en un plano 'underground', pero es importante destacar que el 'Jishu Eiga' se aleja cada vez más de esa posición gracias a la incorporación de sus códigos culturales en el imaginario colectivo occidental», puntualiza.