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El escritor James Ellroy, autor de 'Pánico. Óscar Chamorro
James Ellroy: «Las películas sobre mis novelas son basura»

James Ellroy: «Las películas sobre mis novelas son basura»

«Tengo un ego monumental, pero sé que nunca darán el Nobel a un escritor de novela negra», dice el autor de 'Pánico' / «Hollywood sigue siendo como Sodoma y Gomorra juntos, un centro de perversión, sexo y drogas»

Miércoles, 27 de abril 2022, 16:37

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«Hola ¡Aquí está el puto perro loco!». Jovial, descarado y chapurreando un español trufado de tacos se presenta James Ellroy (Los Ángeles, 73 años). El rey de la novela negra estadounidense publica 'Pánico' (Literatura Random House). Es una diabólica sátira sobre un atrabiliario y despreciable personaje, Freddy Otash, exmarine, expolicía, detective y extorsionador profesional. «Una hiena que tuvo al Hollywood dorado y a los políticos de la época agarrados por los huevos», sitúa Ellroy al lector.

Traficante de secretos y miserias en la fábrica de sueños desde los años 50, Otash da pie una novela salvaje en el más puro estilo Ellroy, con esa «prosa anfetamínica» que, según el escritor, «es fruto de mucha reflexión». Confiesa Ellroy que su «ego monumental» le ha permitido triunfar en la ficción y el cine. Pero le importan «una mierda» las películas de sus novelas y sabe «que ni yo ni ningún escritor de novela negra recibirá jamás el Nobel».

Freddy Otash, alias 'El Frenético' o 'El Frescales', fue «un precursor del chismorreo más escandaloso». Lo practicó en 'Confidential' y otras revistas, «destripando por dinero la vida sexual las estrellas de cine». «Obtenía información con métodos repugnantes. Era despreciable. Borracho, pendenciero, proxeneta, corrupto, adicto a la dexedrina y al whisky 'Old Crow', iba dando tumbos». Entre su inacabable lista de víctimas figuran Ava Gardner, Liz Taylor, Rock Hudson, Marlon Brando, Montgomery Clift, James Dean, Alfred Hichtcock o el clan Kennedy.

Ellroy conoció a Otash en 1989 y lo trató hasta su muerte en 1992. «Era un puto pinche. Nos reímos de los viejos tiempos y le propuse hacerle protagonista de mi novela 'American Tabloid', pero me pedía una pasta. Luego murió y podría haberlo hecho gratis», dice Ellroy con un sonrisa sardónica. Recrea un Hollywood «que era y es como Sodoma y Gomorra juntos: un centro de crímenes, perversión, sexo y drogas».

Se ríe de figuras «odiosas» como el actor James Dean o el director de 'Rebelde sin causa', Nicholas Ray, «unos tipejos pervertidos raros», y «de otros putos comunistas». «Ray era culto y sensible, pero estaba lleno de mierda. Acosó sexualmente a Natalie Wood cuando era una niña e hizo lo mismo con Sal Mineo, otro actor menor de edad».

También derrumba mitos, como la teoría conspiratoria sobre la muerte de Marilyn Monroe. «Otash fantaseó con la conspiración y los Kennedy, pero ella era una borracha, una drogadicta que, según Otash, hacía felaciones a cambio de barbitúricos. Murió por sobredosis», zanja la cuestión.

Ni amoral ni inmoral

El «perro salvaje» del 'noir' no cree que para reinar en el género «haya que ser amoral o inmoral». «Yo juzgo. No soy ninguna de las dos cosas», advierte. No se siente bien tratado por el cine, que gracias a sus corrosivas y negrísimas novelas ha facturado joyas como 'L. A. Confidencial' o 'La dalia negra'. «Todas películas de mis novelas son basura. Me dieron pasta, y eso está de puta madre. Pero jamás participé en los guiones y no lo haré. Me pagan bien, muy bien. Cojo el cheque y todos contentos», dice. «Si hay pasta, habrá película de 'Pánico», concede. «No pueden dañarle ni hacerle nada al libro. Todos tenemos un precio, y yo lo tengo para el cine, pero no para mis libros», se defiende.

Reconoce Ellroy tener «un ego monumental» y determinante para su triunfo como escritor. «Soy matón e intimidador. Un puto perro malo, feo y grande. Pero he aprendido a comportarme. No estoy todo el día ladrando y me temo que estoy domesticado», dice jocoso.

Explica que vive «en otro tiempo: el de mis novelas» y que le conforta. «Nunca uso ordenadores. Jamás he utilizado Internet. No tengo móvil. Tengo teléfono convencional y aún uso un fax. No veo las noticias ni leo periódicos. Ignoro cómo es la sociedad actual y no quiero escribir de ella. Todo el mundo lo hace y a mi me la pela. Me gusta la corrupción de antes, los coches viejos, las ropas femeninas de los 40 y los 50. La Segunda Guerra Mundial. El hongo nuclear. Rooselvelt, Eisenhower, Kennedy, Nixon...», fanfarronea. Pero la insignia con la bandera de Ucrania que luce en la solapa le desmiente.

«Sé que hay una guerra y quiero que ganen los ucranianos, que ganarán. Me gustaría que Biden fuera un líder más fuerte, pero está muy viejo, quizás senil. Y no sé si es estúpido», carga contra el presidente de Estados Unidos. El ruso Vladímir Putin le parece también «un personaje de los 50». «Es otro psicópata de los muchos que existen. Malo, malo, malo. Es un policía, un espía educado para matar y hace a lo que sabe. Pero no creo que haya una Tercera Guerra Mundial», concluye.

El pasado de Ellroy es más que turbulento. Su madre fue asesinada cuando él tenía diez años. Vivió en la calle, robó, atracó, asaltó casas, bebió y se drogó. Sabe que sin ese pasado no sería quien es, y lo asume. «Ni me arrepiento ni lamento nada, pero ante Dios sí he confesado mis pecados. Por muy dura que haya sido mi vida, tampoco he sido tan malo. Fui un chico estúpido, descuidado y temerario. Doy gracias a Dios por haberme dado el don de escribir», reconoce.

«Me gustan la armas. tengo una automática y un revólver Magnum del 45. Pero solo disparo al cielo. No le pido nada a la vida. tengo todo lo que quiero», dice este «perro diabólico» que, en el fondo, sonríe más que ladra.

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