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Adolf Hitler, aclamado por sus tropas en un acto multitudianario. R.C.
«Hitler fue muy persuasivo y eligió a sus víctimas a placer»

«Hitler fue muy persuasivo y eligió a sus víctimas a placer»

El 'brexit' es el mayor desastre autoinfligido en la historia del Reino Unido», dice el escritor e historiador británico Tim Bouverie

Viernes, 22 de enero 2021, 19:33

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«El 'brexit' es un error descomunal, el mayor desastre autoinfligido de Reino Unido en su historia. Es técnicamente reversible, pero no creo que esto ocurra en los próximos diez años. Con Winston Churchill en el gobierno, Reino Unido jamás habría abandonado una Europa que le ofrecía un trato y unas condiciones excepcionales». Son reflexiones de Tim Bouverie, un joven talento de la historiografía británica que publica 'Apaciguar a Hitler' (Debate), un repaso a lo ocurrido desde el ascenso de Hitler al poder, en 1933, hasta la batalla de Dunkerque, en 1940, en la relación de los mandatarios británicos con el régimen nazi.

Subtitulado 'Chamberlain, Churchill y el camino a la guerra', es un extenso ensayo elogiado por historiadores del prestigio de Antony Beevor en el que Bouverie, de 33 años, desmenuza los entresijos del inicio de la Segunda Guerra Mundial y la inacción de los líderes europeos ante al ascenso de Adof Hitler al poder. Un Hitler que fue a su juicio «muy persuasivo» con algunos gobernantes británicos.

«Todo fue beneficioso para Hitler en la década de los 30 y pudo elegir sus víctimas a placer», asegura Bouverie, que es más que crítico con la postura del primer ministro Neville Chamberlain –un mandatario «con buenas intenciones, pero incapaz de reaccionar ante el desastre que se avecinaba»–, pero que elogia con largueza a su sucesor, Winston Churchill.

«Si Churchill no hubiera sido primer ministro, yo hablaría hoy alemán. Los británicos no derrotaron a la Alemania nazi. No habrían podido. Lo que hizo Churchill en 1940 fue negar a Alemania la victoria. Ese fue su gran logro», asegura el historiador, que ha analizado a fondo las tentativas de «apaciguamiento», los intentos, principalmente del gobierno británico, de evitar a toda costa los horrores de otra guerra mundial haciendo concesiones a la Alemania nazi. «Una política razonable que merecía la pena intentar», concede Bouverie.

En el libro, desentraña los movimientos diplomáticos y estratégicos en los años anteriores al estallido de la guerra. Como las dos reuniones que en septiembre de 1938 Chamberlain mantuvo con Hitler, y la firma del Acuerdo de Múnich, recordado como uno de los más vergonzosos del siglo XX y que determinó la fragmentación de Checoslovaquia para evitar la guerra.

«Hitler era muy persuasivo entonces. Arrastró a muchos alemanes y convenció a Chamberlain, que creyó que era un hombre pacífico cuando le dijo que solo quería entrar en territorios 'alemanes'», insiste Bouverie. Poco después Hitler se había rearmado, invadía Polonia y se centraba en el frente occidental recibiendo materias primas de la URSS. Prosiguió con Finlandia y Chamberlain recibió tantas críticas que Churchill vio, al fin, allanado el camino para tomar el poder y las riendas de la guerra. Reconoce Bouverie que entonces había antisemitismo en la sociedad británica, «pero era muy distinto al alemán» y que «les horrorizaba y repugnaba lo que los nazis hacían a los judíos». Pasados 80 años del infierno desatado por el genocida que alentó la «solución final» y el Holocausto, su figura sigue siendo atractiva para una minoría. «No podemos decir hoy que Hitler sea tan persuasivo como entonces. Casi todo el mundo se siente repelido por su ideología, aunque hay pequeños grupos de neonazis que perpetúan aquella fascinación por el III Reich», dice el historiador.

Poder omnímodo

Una fascinación que, según Bouverie, se debería, entre otras razones, a que Hitler «no hizo sufrir a su pueblo como Stalin, que mató a millones de rusos», y por ser «un ejemplo extraordinario del poder que puede llegar a cobrar una persona». «Ese glamur perpetuo que parece ejercer el III Reich se debe, en buena parte, a su estética y a su patriotismo», dice el joven historiador británico. «Hablamos del país de Schiller y Beethoven, de una de las grandes culturas que representa el progreso occidental, pero en el que se sigue a un líder bárbaro que desencadena una guerra brutal y sangrienta, y eso ejerce también cierta fascinación».

Destaca Bouverie la altura de políticos como Churchill y lamenta la mediocridad de muchos de los mandatarios actuales. «Ojalá pudiéramos decir que en Reino Unido y en Estados Unidos hemos tenido en estos años líderes mediocres. Si fueran solo mediocres, me daría con un canto en los dientes. A Churchill le hubieran horrorizado», aseguraba Bouverie el mismo día en que Trump abandonaba la Casa Blanca, que acogía a Biden.

«Winston Churchill no habría podido creer ni comprender cómo ha evolucionado la lucha por la libertad desde los años 40. Hay muchos políticos que actúan sólo por intereses partidistas y eso era inconcebible para él». Tampoco entendería «el cambio tan brutal de la política exterior británica, en la que no se tienen en cuenta los intereses de la población», concluye.

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