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Francesc Zanetti
Las Palmas de Gran Canaria
Miércoles, 3 de enero 2024, 08:12
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El periplo vital de Guayarmina Calvo Hernández es curioso. La autora, que acaba de publicar con la editorial Huerga y Fierro su primer poemario, 'Flores nómadas', nació en 1965 en el Reino Unido, vivió 10 años en EE UU para regresar más tarde a Gran Canaria, para finalmente fijar su residencia en Madrid. Quizás por ello siempre se ha sentido extraña y extranjera en todas partes, aunque esas geografías hayan influido en la conformación de una manera híbrida de entender el concepto de la identidad. Es también singular porque su trayectoria profesional la ha desarrollado en el contexto del ámbito de la música, con una carrera como pianista, arreglista, directora de coro y docente.
Durante el tiempo de incertidumbre generado por la pandemia se fraguó su primera entrega poética. En esa pausa que paralizó todo revisó y ordenó textos que le resultaban extrañamente consonantes con el delicado momento que estaba viviendo, hasta que los editores Charo Fierro y Antonio Huerga la animaron a publicarlos. «Este primer poemario es un recopilatorio en espiral de toda una vida escribiendo poesía», explica Calvo, que en 'Flores nómadas' parte de una pérdida para empezar su viaje. «Bueno, en realidad son dos pérdidas: una real, la del padre de mis hijos, y la otra, la de mi etapa fértil con la irrupción de la menopausia. Aunque la menopausia y la poesía no parecían compatibles, lo común para mí es el viaje que de alguna manera se emprende en un duelo y las transformaciones que se suceden y a las que te enfrentas después de una pérdida, ese proceso de reconstrucción en el que puedes encontrar nuevos sentidos a la existencia».
Quiere creer que su poesía, dotada de ritmo y silencios, es «honesta, valiente, poesía que nombra, a veces desgarrada, a veces humorística. Interesada en fijar la mirada en el feminismo, las injusticias, la identidad, el reflejo que somos del mundo», avanza Guayarmina Calvo, a quien fascina «la síntesis, la evocación, la sugerencia, el ritmo que te que te ofrece la poesía», aunque en estos momentos esté explorando el recurso del microrrelato de 100 palabras. «La poesía me permite viajar a lugares interiores inexplorados, me permite asomarme a las ventanas de otras personas».
Su íntima vinculación con la matemática de la música de alguna manera ha fijado la estrategia de su relación con las palabras. «Estoy rodeada de sonidos, abstractos, ordenados en altura y ritmo para dar lugar a algo mágico e indefinido, personal e inconcreto. Sin embargo, la palabra la siento como sonido concreto, cuya combinación también es mágica y evocadora, pero hay una diferencia. Nos comunicamos en lo cotidiano a través de ella, con lo cual, me parece que es una de las herramientas más poderosos que existen: una palabra te puede destrozar, una palabra te puede elevar al cielo. Las palabras nombran, y lo que no se nombra, no existe. Yo intento nombrar todo aquello que quiero hacer real para mí. Como dije antes, le doy mucha importancia al ritmo. Las palabras también son juego, ritmo», agrega la pianista que ha realizado giras con Lucho Gatica, tres temporadas con Joan Manuel Serrat, con la Compañía de tango S.XXI, Chucho y Bebo Valdés.
Sostiene que la mirada de las mujeres está cambiando el mundo literario y abriendo puertas a la representación de nuevos temas y enfoques. «No voy a entrar en si hay una forma de escribir diferente, pero sí que hay temas que las mujeres hacemos visibles y que hacemos llegar a otras mujeres y hombres. Gracias a muchas mujeres, las más jóvenes tienen referencias sobre sus cuerpos, sus luchas. También me parece importante toda la labor de visibilización de las obras artísticas y musicales realizadas por mujeres de siglos pasados que, aunque con más dificultades en su tiempo, las hubo, y muy buenas. Ese tipo de iniciativas suelen venir de otras mujeres», dice la escritora, para quien la poesía «es una enorme red, un tejido diverso en el que reflejar, sin obligaciones, todo nuestro mundo. Me parece una suerte poder poner voz a las injusticias, poder reflejar el mundo en que vivimos. La música y la poesía siempre han sido la voz de los pueblos. Pero, tanto como creo en eso, creo también en lo sublime, en la inutilidad, en la poesía intimista, en la poesía emocional y atemporal, que resiste el paso del tiempo porque refleja emociones, sentimientos y miedos universales. Este es un eterno debate, la utilidad del arte. El arte como forma de protesta, el escenario como plataforma de denuncia, los artistas como representantes y voz de las luchas. Sí, creo en eso», añade.
Por ello también se ha involucrado en un proyecto del que habla con ilusión: la formación Malvaloca, un coro compuesto y gestionado por mujeres de diversas en edades, procedencias y dedicaciones, pero unidas por un mismo deseo: contribuir con sus voces a la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
Para Laura Mora Cabello, con la que Calvo ha impulsado la asociación Música de Ida y Vuelta y el coro intercultural Voces de ida y vuelta, su primer poemario, 'Flores nómadas', que próximamente presentará en la capital grancanaria, «es la cosecha de un solo de piano. Es el relato de una mujer con melena que se pone en el centro. Humilde, rodeada de toda una orquesta, sabiéndose soberana de su instrumento, de su cuerpo, de su don de crear. La amiga de todas las que queremos amarnos. Las que un día volvimos el foco hacia nuestra vulva, con sangre o sin ella, con pelos, con líquidos fértiles de vida acogedora».
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