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«Hacen falta más mujeres timplistas en el panorama de la música en Canarias»Francesc Zanetti
Las Palmas de Gran Canaria
Jueves, 9 de mayo 2024, 23:12
El timple es un instrumento que históricamente ha fascinado a generaciones distintas. Algunas han conectado sus poderosos influjos a través de la sangre. Es el caso de la majorera Julia Rodríguez, que desde niña vivió en su casa el latido de la tradición musical de raíz alrededor de sus abuelos y de su padre, Domingo Rodríguez 'el Colorao', un talento de dimensiones inagotables que ha sobredimensionado en la última década las posibilidades del instrumento de cinco cuerdas más representativo de las islas.
La timplista y cantadora de 23 años inaugura este viernes, a las 20:30 horas, la undécima edición del Encuentro de Timples de La Graciosa que se celebra al abrigo de la Plaza de Caleta de Sebo y que también contempla en su cartel la actuación al día siguiente del músico tinerfeño Félix Morales. En ese islote plano atrapado por el mar, Julia Rodríguez también quedó cautivada por el primigenio y original arte de los Toledo, con los que ha compartido interminables parrandas.
Daniel Morales la acompañará a la guitarra, Jonay Aguilar a la percusión y Fran Contreras al bajo eléctrico. Suficiente para abordar en su recital un repertorio que se detendrá en temas propios incluidos en su próximo disco pendiente de edición y otros populares del folclore tradicional. «Cuando verdaderamente me percato de que la música de raíz me ha atrapado es cuando ingreso en la Rondalla de Tetir con doce años. Allí empecé a cantar. Mi padre fue mi primer maestro y ha sido siempre un referente que me demostró que la música puede ser tu razón de vida. Crecí de manera natural viendo sus conciertos, al calor y el cariño de tantos y tantos cantadores canarios y excelentes instrumentistas. Nunca me impuso seguir sus pasos. Ahora desarrollo una carrera musical que sigue madurándose fuera de las islas», sostiene la timplista majorera.
«No me acuerdo de cuándo empecé a tocar el timple. Siempre estuvo conmigo desde los tres o cuatro años. Recuerdo más tarde acudir a los cursos de verano que impartía Blas Sánchez a los que llevaba mi padre», explica la también nieta del violinista y cantador Luis Rodríguez. La timplista está a punto de graduarse en la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC), donde ha estudiado dos itinerarios, jazz y música moderna. «Ingresar en este centro en 2020 fue cumplir un sueño. Me llamaron la atención sus objetivos de formar y cualificar a personas en el ámbito de la interpretación y la creación musical. La rica diversidad de posibilidades que he tenido a mi alcance, sus lenguajes y estéticas propias que son un referente en la educación musical en España, y que me ha permitido una preparación para trabajar con diversos formatos, medios, géneros y contextos creativos con las que espero poder seguir creciendo profesionalmente como intérprete. Hay que salir de Canarias si deseas expandir tus conocimientos y posibilidades, poner a prueba tus capacidades. Mi padre que vivió en Francia y en Madrid muchos años me inculcó la necesidad que tenemos de abrirnos a nuevas experiencias sin miedos para hacernos más grandes».
«De momento tengo pensado seguir en Barcelona un año más», adelanta la timplista, que aguarda a que la edición de su próximo disco pueda precipitar algunos proyectos nuevos «Seguiré improvisando, pero siempre con una pata en Canarias», bromea. Sobre la ultimísima generación de timplistas a la que pertenece advierte que aportan «innovación. Cada uno tenemos nuestra peculiar manera y estilo a la hora de afrontar el instrumento, de servirnos de él. Somos valientes y no tenemos prejuicios proponiendo y defendiendo quizás una visión más heterodoxa y abierta de los materiales de la tradición. Aunque sea un instrumento muy pequeño no tiene límites y debemos explotar todo lo que aún tiene por ofrecer. No obstante, nos reconocemos deudores de la dimensión que ha tenido el magisterio y proyección de figuras como Totoyo Millares o José Antonio Ramos, entre otros, que fueron los precursores de la evolución que ha experimentado el timple en las últimas décadas. Lo que hacen faltan son más mujeres timplistas en el panorama de la música en Canarias».
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