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«El buen comer puede convertir el placer en arte»

«El buen comer puede convertir el placer en arte»

Ignacio Peyró (Madrid, 1980), es autor de Pompa y circunstancia. Diccionario sentimental de la cultura inglesa (Fórcola, 2014), de La vista desde aquí. Una conversación con Valentí Puig (Elba, 2017) y de Comimos y bebimos. Notas de cocina y vida (Libros del Asteroide, 2018). Este último, un éxito rotundo de ventas que analiza en esta entrevista.

José L. Reina

Miércoles, 15 de julio 2020, 03:55

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— ¿ va dirigido a un público hedonista?

— Nunca se sabe dónde encuentra su acomodo un libro. Lo importante es que, siendo un libro literario y gastronómico a la vez, guste al literato sin irritar al gastrónomo, y al revés.

— ¿Es el buen comer y el buen beber la expresión más clara del placer?

— No sé si la más clara, pero desde luego una de las que pueden convertir el placer en arte.

— Defina el buen comer y el buen beber.

— Hacerlo con la menor cantidad de tontería posible y la mayor lealtad posible a la tierra.

— Este libro va más allá, es un libro sobre el placer de vivir. ¿Está de acuerdo?

— Ojalá quede en el recuerdo del lector como una celebración de la hermosura de la vida.

— ¿Qué papel juega el escritor o el periodista gastronómico en el mundo de la gastronomía?

— Son papeles distintos. El periodista y el crítico informan y aconsejan según su criterio; el escritor, guste o no guste lo que escriba, busca ampliar su experiencia.

— En su libro cita mucho a Pla, ¿es su referente literario?

— Admiro mucho a Pla, que escribió páginas estupendas sobre cocina, además. Es de mis favoritos junto a Azorín, si bien en este mundo de la literatura culinaria hay varios nombres de importancia.

— Recuerda muchos momentos de su infancia. ¿El placer en una mesa no entiende de edad?

— Creo que el discernimiento gastronómico se da más con la edad. Un adolescente lo que quiere es atiborrarse, aunque conozca lo que le gusta y lo que no. Con los años, sin embargo, es cuando esa memoria gastronómica cobra sentido y nos da alimento.

— ¿Es la literatura gastronómica una marginada?

— Decía Revel que la gastronómica ocupaba los anaqueles más bajos de la literatura, pero no sé si eso es ser muy justo con el último siglo, que nos ha dado lo que va de Fisher a Camba o Liebling.

— El éxito de su libro demuestra que la gente disfruta leyendo sobre los placeres vitales.

— Un placer pensado –recreado– de alguna manera es un placer doble.

— ¿Educación y buen comer van de la mano?

— Hubo un tiempo –no tan lejano, pienso en Luján– en que todo formaba parte de aquello que llamaba Joan Perucho «la estética del gusto».

— Lo menciona en el libro, para escribir bien sobre comida, lo primero que hay que tener es buen apetito.

— Sin duda, aunque también ha habido cantores y estetas del ayuno. Ceronetti escribe con toda voluptuosidad de una simple manzana.

— También menciona bastante la doctrina filosófica del epicureísmo en torno al placer del comer y beber.

— El libro, como dijo alguien, es un canto de amor a esos momentos en que el mundo «está bien hecho», según cantaba Jorge Guillén. Pero comer bien también es comer responsable.

— Leyendo se puede sentir el placer de tantas comidas, copas e incluso saborear un buen habano.

— Ya se sabe que todos podemos opinar y que lo difícil es describir...

— ¿Le queda algo que comer o beber?

— Muchas, espero, aunque sea volver a comer y volver a beber algunas.

— ¿Los avances tecnológicos pueden afectar al hedonismo culinario tal y como lo conocemos hoy?

— Ningún avance creo yo ha ido en contra –salvo, quizá, el café de cápsula.

— Elija: una buena cena, o una noche de sexo.

— Son muchos siglos de cultura uniendo el vino y el amor como para que ahora yo venga a separarlos.

— Menciona que ya no es fumador. ¿Cómo disfruta una sobremesa sin saborear el humo de un habano?

— Confieso sentir un curioso placer vicario cuando alguien, tras una comida, se enciende un habano no lejos de mí y me llega el aroma de las primeras hojas de tabaco al quemarse.

— ¿Qué proyectos literarios tiene en mente?

— Variados: diarios, viajes, biografías. A ver si hay salud, talento y suerte.

Un viaje a los recuerdos.

Peyró, que tiene un largo recorrido en el periodismo y en el asesoramiento de comunicación a diversas personalidades de la política nacional, dirige desde el 2017 el Instituto Cervantes de Londres. Su pasión por la escritura y el periodismo solo es superada por la del buen comer y buen beber, tal y como demuestra en Comimos y bebimos.El libro es un viaje por doce meses que recorren toda una vida, y que recrea con un magistral estilo que recuerda mucho al de su admirado Pla.

Una experiencia tras una barra majestuosa, un buen habano en un exclusivo club de Londres, o un recorrido por el París culinario en su mejor etapa. se lee, se come, se bebe y se fuma, y ha supuesto un soplo de aire fresco, y de mucha calidad, para una literatura, la gastronómica, que ha dado tantas joyas, y que se había estancado tan solo en recetarios sin historia.

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