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Daniel Jiménez: «Los oficios creativos te pueden volver la cabeza del revés»

Daniel Jiménez: «Los oficios creativos te pueden volver la cabeza del revés»

El escritor presenta esta tarde a las 18.00 horas en San Telmo su segundo libro ‘Las dos muertes de Ray Loriga’, un exitoso cóctel de ensayo literario, autoficción y novela negra

Lunes, 21 de septiembre 2020, 13:02

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carmen delia aranda Las palmas de gran canaria

Hace apenas dos meses que vio la luz la novela Las dos muertes de Ray Loriga, de Daniel Jiménez. Tiempo suficiente para cosechar buenas críticas y el aplauso de sus primeros lectores e incluso del gremio de libreros. Algo que a Jiménez le llena de orgullo. «Hay muchos escritores y escritoras, estamos muchos en esto, es difícil que tu libro llegue a ciertos lectores y que guste a la crítica. He recibido una respuesta positiva», comenta el escritor satisfecho de su obra. «He pasado un año escribiendo este libro y luego pasó un proceso de poda. Al final, he conseguido que al leerlo no me avergüence de él», dice con sorna el novelista que esta tarde, a las 18.00 horas, en la Feria del Libro, dará las claves de una obra que combina el ensayo literario, la autoficción y la novela negra.

Jiménez parte de un asesinato, el de uno de sus padres literarios Ray Loriga. «Parte de ese hecho ficticio –que todo el mundo sabe que es ficción, porque Loriga está ahí, muy vivo– para desarrollar una trama de intriga y plantear qué hubiera pasado si Ray Loriga hubiera muerto de verdad; si su obra hubiera sobrevivido, si ha sido un suicidio o un asesinato. Eso lo investiga Daniel Jiménez, mi álter ego», explica el escritor sobre una obra donde mezcla géneros y descubre parte de sus intereses y sus debilidades. «En mi primera novela, Cocaína, hice un ejercicio duro de introspección. Usaba parte de mi biografía y la inventaba o exageraba a mi conveniencia. Se puede escribir desde muchas partes. Yo he elegido esa transparencia que no cae en la impudicia, pero que me gustaría que fuera lo más cercana posible a una narrativa sincera y honesta», comenta el autor que, sin embargo, tras leer su obra, a veces piensa que se ha expuesto demasiado. «Es el ejercicio de la escritura el que te lleva por ahí. Es posible que a veces diga: aquí me he pasado».

Además, su novela recoge un análisis de la obra de su difunto protagonista en busca de pistas sobre su personalidad. «Ray Loriga no vivió la moda de la autoficción; inventaba personales, pero, a través de ellos, dejaba pistas sobre su vida, sus obsesiones. Te identificas con él cuando eres un escritor joven y necesitas modelos para afianzarte respecto a dónde quieres ir en busca de tu propia voz», explica.

Al autor de Lo peor de todo le ha sentado muy bien la muerte ideada por Jiménez. «Le he insuflado nueva vida a su obra», explica sobre el efecto de su novela en la carrera literaria de Loriga. «Comenta que es un ejercicio bonito por lo que tiene de homenaje y respeto hacia su escritura. Está contento y dice que, si ha muerto dos veces, aún le queda una tercera», explica Jiménez sobre la reacción de su colega.

El libro, aunque formulado como una novela negra, plantea muchas reflexiones sobre la vida del escritor y la literatura. «Cualquier oficio artístico o creativo, si lo llevas a sus últimas consecuencias, te puede volver la cabeza del revés, siempre que te enfrentes con honestidad a tus propios demonios. Luego, encima está lo que tiene de deficitario el oficio, y que lo ha sido casi siempre», afirma. «Vives de forma precaria a rebufo de muchos empleos. A veces se hace duro, porque algo tan pasional y vocacional no encuentra un lugar de rentabilidad para vivir», comenta Jiménez que ha salpicado su obra de referencias a autores a los que admira, como Borges, Bolaño, Foster Wallace, Perec o Vila-Matas.

Las Palmas de Gran Canaria

«Hay muchos escritores y escritoras, estamos muchos en esto. Es difícil que tu libro llegue a ciertos lectores y que guste a la crítica. He recibido una respuesta positiva», comenta el escritor satisfecho de su obra. «He pasado un año escribiendo este libro y luego pasó un proceso de poda. Al final, he conseguido que al leerlo no me avergüence de él», dice con sorna el novelista que esta tarde, a las 18.00 horas, en la Feria del Libro, dará las claves de una obra que combina el ensayo literario, la autoficción y la novela negra.

Jiménez parte de un asesinato, el de uno de sus padres literarios Ray Loriga. «Parte de ese hecho ficticio –que todo el mundo sabe que es ficción, porque Loriga está ahí, muy vivo– para desarrollar una trama de intriga y plantear qué hubiera pasado si Ray Loriga hubiera muerto de verdad; si su obra hubiera sobrevivido, si ha sido un suicidio o un asesinato. Eso lo investiga Daniel Jiménez, mi álter ego», explica el escritor sobre una obra donde mezcla géneros y descubre parte de sus intereses y sus debilidades. «En mi primera novela, Cocaína, hice un ejercicio duro de introspección. Usaba parte de mi biografía y la inventaba o exageraba a mi conveniencia. Se puede escribir desde muchas partes. Yo he elegido esa transparencia que no cae en la impudicia, pero que me gustaría que fuera lo más cercana posible a una narrativa sincera y honesta», comenta el autor que, sin embargo, tras leer su obra, a veces piensa que se ha expuesto demasiado. «Es el ejercicio de la escritura el que te lleva por ahí. Es posible que a veces diga: aquí me he pasado».

Además, su novela recoge un análisis de la obra de su difunto protagonista en busca de pistas sobre su personalidad. «Ray Loriga no vivió la moda de la autoficción; inventaba personales, pero, a través de ellos, dejaba pistas sobre su vida, sus obsesiones. Te identificas con él cuando eres un escritor joven y necesitas modelos para afianzarte respecto a dónde quieres ir en busca de tu propia voz», explica.

Al autor de Lo peor de todo le ha sentado muy bien la muerte ideada por Jiménez. «Le he insuflado nueva vida a su obra», explica sobre el efecto de su novela en la carrera literaria de Loriga. «Comenta que es un ejercicio bonito por lo que tiene de homenaje y respeto hacia su escritura. Está contento y dice que, si ha muerto dos veces, aún le queda una tercera», explica Jiménez sobre la reacción de su colega.

El libro, aunque formulado como una novela negra, plantea muchas reflexiones sobre la vida del escritor y la literatura. «Cualquier oficio artístico o creativo, si lo llevas a sus últimas consecuencias, te puede volver la cabeza del revés, siempre que te enfrentes con honestidad a tus propios demonios. Luego, encima está lo que tiene de deficitario el oficio, y que lo ha sido casi siempre», afirma. «Vives de forma precaria a rebufo de muchos empleos. A veces se hace duro, porque algo tan pasional y vocacional no encuentra un lugar de rentabilidad para vivir», comenta Jiménez que ha salpicado su obra de referencias a autores a los que admira, como Borges, Bolaño, Foster Wallace, Perec o Vila-Matas.

Defensor del plagiarismo

Jiménez pertenece a un colectivo que defiende el plagiarismo. Él y sus compañeros de filas toman las obras de autores a los que admiran y las reescriben a su modo. «Nos apropiamos de sus temas y estilos para crear una obra original tangencialmente unida a las suyas».

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