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Miguel Ángel Maciel es argentino pero media vida se le ha ido subiéndose a las tablas en Canarias. En él confluyen muchos hombres, tantos como los personajes que ha vestido, pero todos ellos han respirado a través de la interpretación. Este viernes vuelve a las tablas, con el elenco de La República, para hacer el 'San Juan'.
-Por fin llega el 'San Juan' a los escenarios...
-Es una alegría tremenda, porque el estreno tenía previsto ser en mayo y nos tocó de lleno la pandemia que tristemente estamos viviendo. Felices por retomar la obra pero muy preocupados por la situación del sector en general. Para nosotros es una tragedia, tanto para los actores como para las empresas teatrales.
-¿Un montaje como el del 'San Juan' tendría pocas probabilidades de salir adelante si se imagina en este contexto?
-A estas alturas, como está la situación, meterse en un montaje de este tipo es prácticamente un suicidio empresarial. Encima del escenario hay un coro de ocho personas, siete intérpretes, y sumando la gente que trabaja alrededor nuestro sumamos un equipo de unas 20 personas. Está claro que es un proyecto muy difícil de mover en el momento actual. De cualquier manera, cuando nos lo planteamos, sin coronavirus de por medio, estábamos buscando un espectáculo hecho a lo grande que nos permitiera celebrar los 25 años que cumple La República. Y un Max Aub es una obra que estaba hace años en nuestro cajón de proyectos y lo decidimos así, con la coproducción del Teatro Cuyás y el apoyo fundamental del Cabildo.
-Destaca Nacho Cabrera, el director, que el trabajo de los actores para esta adaptación ha sido titánico...
-Tenemos un reparto corto para lo que imaginaba Max Aub. Entre actores y un apéndice en el que añadía hombres, mujeres y niños pensaba en unas 70 personas encima del escenario. Eso para cualquier compañía que no sea el Centro Dramático Nacional es inviable. Nacho hizo una adaptación en la que los siete intérpretes desarrollamos varios personajes cada uno que yo creo que han dado el resultado de algo muy bonito sobre un texto que, lamentablemente, es muy actual.
-¿El precio de la vida y tirarse al mar en busca de un futuro?
-Es que lamentablemente lo estamos viendo día a día en Arguineguín y en las distintas islas al ver llegar los cayucos llenos de gente. En la obra se habla de un barco que habitualmente carga caballos y que en este caso lleva judíos que huyen del nazismo y no se les permite atracar en ninguna costa.
-Cuentan que los que han visto la obra en los ensayos no han podido contener la emoción...
-Hicimos un ensayo con un poquito de público y los comentarios fueron muy interesantes. El texto es muy duro y hubo personas que acabaron con lágrimas en los ojos. Con las circunstancias que vemos cada día en cualquier telediario y un poco de empatía con lo que conocemos de los migrantes que llegan a nuestras costas es fácil que te salten las lágrimas a los ojos.
-Estaba todo previsto para estrenar la obra en mayo pero, como el mundo en general, el tiempo se detuvo en marzo. ¿Cómo ha sido hibernar el texto todos estos meses?
-Ha sido duro. Empezar ensayos y que eso se vea truncado es como un coitus interruptus. Con incertidumbre al principio pero al comprobar que esto iba para largo fue muy decepcionante. Hicimos encuentros por Zoom, algunos para trabajar y otros para vernos las caras y contarnos qué tal íbamos, intentando mantener la unión del grupo. Eso no ha sido difícil porque muchos de los actores que están en el elenco ya han trabajado con La República, con lo que ese engranaje a nivel humano ya lo teníamos.
-¿Cómo ve el presente de la cultura?
-El panorama es aterrador. No solo es lo inmediato ni los espectáculos que se han suspendido, ¿qué futuro podemos tener además con todas las necesidades que se van producir en sanidad o servicios sociales? Lamentablemente para este sector es una crisis que ha venido para quedarse un rato largo. Y eso va a costar la supervivencia de muchas empresas que se van a ver obligadas a cerrar como también ha pasado en otros sectores.
-¿Evidencia eso la fragilidad que ya tenía el sector antes de la pandemia?
-Falta bastante apoyo. A veces se juega a que se apoya pero las cosas no se desarrollan. Muchas veces hay mucho mensaje de las instituciones sobre el apoyo a la cultura pero al final solo se cumple con el mínimo. Antes de esto, por ejemplo, la vida del actor ya era complicada. Yo me veo obligado a estar en cinco o seis espectáculos para poder vivir, sin ningún tipo de lujo. Esto lo único que ha hecho es ponernos la lápida encima.
-Forma parte de la mesa sectorial de las artes escénicas y la música, ¿qué estrategia trazan?
-Se ha hecho un acuerdo marco con las empresas teatrales para cosas tan básicas como que se le paguen los ensayos a los actores o que se le haga un alta desde el primer día de ensayo.
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