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Crespo revive a Frida Kahlo

En su trabajo se pasa las horas viendo centenares de fotos, descartando unas, seleccionando otras, ajustando el encuadre... Pero posar para que su imagen acabe en una foto en un periódico es otra cosa muy diferente. No le gusta y no esconde la incomodidad. Menos mal que Juan Carlos Alonso, fotógrafo de esta casa al que le cae en suertes el reportaje, llega sobrado de tiempo y paciencia.

Jueves, 1 de enero 1970

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Ante el objetivo tiene a Julia Crespo, jefa de Arte de CANARIAS7, que el viernes pasado daba en una nave de El Rincón los últimos retoques a la exposición Frida: mole, chocolate y tequila, que el próximo miércoles, a las 20.00 horas, se presentará en sociedad en la Casa de Colón, en la capital grancanaria, donde podrá ser visitada hasta el 12 de noviembre.

¿Qué encontrará quien se acerque a la Casa de Colón? Desde el punto de vista cuantitativo, dos docenas de cuadros sobre lienzo y madera, en acrílio y duotono, sobre Frida Kahlo (1907-1954), uno de los iconos del arte de México. Desde el punto cualitativo, y tras escuchar a Julia Crespo hablar de su muestra, lo que se verá es una declaración de amor -a través de los pinceles- a su país. Nacida en México y afincada en Gran Canaria desde hace 12 años, la artista tiene muy presente su país -«echo de menos sobre todo la comida», dice-, si bien agrega que la adaptación no fue tan complicada porque hay elementos que conectan a los canarios con los mexicanos: «Son dos pueblos acogedores con los que llegan de fuera y que viven la fiesta con intensidad».

¿Y por qué Frida? De entrada porque, como subraya, es parte de la cultura en su país. «Me llamaba la atención su mirada y me puse a investigar lo que sentía, lo que podía haber detrás del icono que es Frida. Porque en su mirada hay mucho dolor, mucha alegría y mucha fuerza de voluntad. En México hemos crecido con su vida y con su historia. Para nosotros es un pilar, además de un símbolo de la lucha de las mujeres y de la capacidad de superación». Porque la vida de Kahlo no fue fácil, al estar marcada por una salud frágil, con un cuerpo literalmente roto y donde el dolor era el pan de cada día. Dolores, por cierto, que también establecen un vínculo muy personal entre la gran Frida y su paisana Crespo, que entendió mejor a la pintora y al personaje en que se convirtió cuando tuvo que batallar contra un par de hernias discales bastante rebeldes.

Seguimos con las preguntas: ¿por qué mole, chocolate y tequila? Así lo explica: «Son tres sabores que pueden representar lo que es México y también Frida. Mole, por lo picante; el chocolate, por un lado por lo dulce pero, por el otro, por lo amargo, y el tequila porque ayuda a suavizarlo todo».

Rodeada de cuadros, pinceles, paleta y demás utensilios, Julia Crespo recuerda que desde niña le gustaba dibujar y pintar. Ya en Canarias buscó quien la tutelase artísticamente y dio con Miguel Ángel Salazar y la Universidad Popular, en Guanarteme; en México fue Héctor Herrera quien completó su formación artística y la introdujo en la pintura sobre madera. En noviembre de 2014 alzó el telón de su primera exposición, en los salones del Real Club Náutico de Gran Canaria y ahora está hecha un flan retocando los detalles de esta muestra que enseñará en la Casa de Colón. ¿Por qué en ese recinto? Según admite, porque de alguna manera le sirve de puente con su tierra, un país que tiene presente y con el que conecta también en cuanto coge los pinceles. Estos, de paso, le sirven de cordón umbilical con su madre, lejos en el mapa pero muy presente siempre y más ahora que afronta el reto de la exposición.

Al acabar el reportaje, los periodistas se van y Julia Crespo se queda con sus aparejos artísticos y Frida Kahlo mirando desde todos los rincones. El miércoles no le quedará más remedio que pasar por la tortura de dejarse fotografiar pero seguro que con algo de mole, chocolate y tequila, el mal sabor de boca se le pasa antes.

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