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Los ladrones no tienen edad

Los ladrones no tienen edad

Hatton Garden ha sido durante siglos el mayor centro de compraventa de diamantes del mundo. En esta zona de Londres hay cerca de 300 negocios y la mayor acumulación de joyerías de todo el Reino Unido. Estos credenciales convierten este barrio de la gran urbe anglosajona en un tesoro para cualquier ladrón que busque alcanzar, en un día, el retiro más dorado.

V.S.A./ Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 1 de enero 1970

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Para lograr ese objetivo, en abril de 2015, en plena Semana Santa, una banda de ladrones desvalijó la cámara acorazada del Halton Garden Safe Deposit (Depósito de seguridad de Halton Garden). Lo más sorprendente de este hecho real no fue la capacidad de los protagonistas para burlar las medidas de seguridad, sino que la media de edad de seis de los siete ladrones superaba de largo los 60 años.

Este suceso, calificado por la prensa británica como el atraco de mayores dimensiones de la historia de Inglaterra, es la historia que desarrolla la comedia Rey de ladrones, de James Marsh, que desde el viernes se proyecta en los Multicines Monopol de la capital grancanaria.

Brian Reader, a sus 77 años, fue el cerebro del atraco. En Reino Unido estaba considerado como el último ejemplar de «los ladrones caballeros», que estuvo implicado en atracos y robos cuyos botines superaron los 200 millones de libras. En la película se pone en su piel Sir Michael Caine, a quien sus 84 años no le impiden sostener sobre sus hombros la mayor parte de los planos de esta producción británica de Working Title Fils y StudioCanal.

El resto del reparto está compuesto por: Jim Broadbent (encarna a Terry Perkins, que tenía 67 años), Ray Winstone (Daniel Jones, 61 años), Tom Courtenay (John Kenny Collins, 75 años), Charlie Cox (Basil, pieza clave del atraco que escapó y cuya identidad se desconoce, por lo que los detalles de su personaje ha sido inventado), y Paul Whitehouse (Carl Wood, 59 años).

El cineasta James Marsh presenta una película con un arranque y un desarrollo visual setentero, a modo de guiño hacia la edad de buena parte del reparto. Desarrolla la historia sin mayores artificios, mediante una narración fluida y clara, tanto durante los preparativos del robo como durante la ejecución del mismo y la posterior investigación policial.

La edad de los implicados en el robo como su proceder generan sorpresa y risas. Aspecto el primero que no pasó desapercibido a los responsables del filme, que desde un principio tuvieron claro que tenía que ser una comedia entrañable y no un thriller. «Estos viejos villanos deciden que van a cometer un atraco al estilo antiguo, y lo cierto es que les sale bastante bien. Pero lo que no saben, porque no viven en el mundo en que vivimos, es que en Londres hay cámaras de vigilancia por todas partes», apunta el cineasta James Marsh en el dossier de prensa del filme.

«Vayamos donde vayamos, nos están filmando. Y ellos no lo sabían. Conocían muy poco internet, no sabían cómo se localizan los teléfonos móviles, así que hacen este atraco sin conocer cómo es el mundo moderno. Y lo cómico está en la yuxtaposición de su inocencia con el tipo de espionaje sofisticado que rige en el mundo actual», añade el cineasta, responsable del laureado documental Man on Wire y de la película biográfica sobre el físico Stephen Hawking, La teoría del todo.

El robo de la cámara acorazada se filmó en los estudios Ealing, pero el resto de la película se filmó en escenarios reales londinenses, incluido Hatton Garden.

Ver Rey de ladrones doblada al castellano y no en versión original tiene un inconveniente. Los espectadores se pierden el Cockney Rhyming Slang. Se trata de un tipo de lenguaje que surgió en el East End de Londres a mediados del siglo XIX. Algunos lo atribuyen a los mercaderes para que sus clientes no les entendieran y otros dicen que se originó en las cárceles. Lo cierto es que muchas de sus expresiones son hoy comunes y los protagonistas de la película las emplean en varios momentos.

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