«En el cine hablas con los ojos»
La actriz madrileña Belén Rueda rueda en Gran Canaria No dormirás, a las órdenes de Gustavo Hernández.
— ¿Qué nos puede desvelar de Alma, su personaje en la película ?
— Alma es la directora y dramaturga que monta todo este tinglado. Lleva diez años en el dique seco y encuentra una obra de teatro que le gusta. Ella es especial, realiza obras-performance en las que ella y los actores llegan al extremo. Tiene una frase que la define: «Yo no soy una creadora, sino que trabajo sobre la destrucción». También dice que «sin dolor, no hay creación, porque el dolor nos lleva a lo sublime». Por eso, en sus trabajos aborda cuestiones como la hipnosis, el hambre... En esta ocasión, somete a los actores al insomnio. Durante cuatro días están encerrados en el lugar donde van a hacer la función. Bueno, es más una performance, porque se trata de una única función. A medida que pasan los días, se pierde la noción de la realidad, algunos tienen brotes esquizofrénicos y bajones. Entre ellos se ayudan a no dormir, porque llega un momento en el que el cuerpo te lo pide. Alma sí que duerme.
— El objetivo es que los actores lleguen al extremo. Desarrollar lo que se conoce como el método hasta las últimas consecuencias...
— Sí. Se busca llegar al extremo máximo. Alma tiene un sistema de trabajo que dice que la única manera de no utilizar los recursos que tienen todos los actores es cuando el cuerpo, por el cansancio, baja todas las defensas y actúan las emociones. Así logra llegar a generar algo muy especial durante esa única función.
— En las situaciones límite, florece lo mejor y lo peor de cada individuo. ¿Ese es el objetivo del proyecto que se fija la historia que desarrolla la película?
— Ese es el objetivo. Durante los días de ensayos, ella consigue ver los personajes que había imaginado. La obra es una historia que ella recuperó de una persona que existió y escribió una especie de diario sobre su estancia en un psiquiátrico.
- ¿Qué fue lo que le atrapó cuando leyó por primera vez el guion de , aunque su título primigenio era Insomnes?
- Me pareció muy interesante el experimento que es capaz de hacer una mujer con temas reales y llevarlos al teatro. De Alma me atrajo que es muy extrema. Es capaz de hacer cualquier cosa, con mayúsculas, por conseguir lo que se propone. Eso es lo que le transmite a los actores. Quiere que lo den todo, en todo momento. Mi personaje, en ese sentido, tiene un punto de psicópata. No busca tanto el éxito de público, sino el éxito de ser diferente. Porque así logra quedarse en el recuerdo. Tiene una forma de trabajar muy personal y es capaz de hacer cualquier cosa, incluso entre la vida y la muerte. Llega a pensar que es más importante lo que la muerte nos deja en el recuerdo, sobre todo cuando se trata de personas a las que habíamos querido mucho. Tiene un lado loco de creador que una persona en sus cabales es imposible que comprenda.
- reflexiona sobre el teatro, un ámbito en el que usted se ha prodigado poco, a pesar del éxito que cosechó con la versión española de Closer...
- El teatro me encanta. Lo que tiene es que está vivo. En la película se confunde la función con la realidad. El público y los actores casi no saben qué es lo que sucede. Mi personaje es el único que sí que tiene el control, aunque a veces lo pierde y eso le pone muy nerviosa.
- ¿Por qué se ha prodigado tan poco sobre los escenarios?
- Por una cuestión de tiempos. En el teatro tienes que decir que sí un año antes a un montaje. En televisión es todo más inmediato. En el cine, te proponen un proyecto y te dan un plazo de comienzos de unos seis meses. Se suelen producir retrasos y eso me preocupa, porque yo soy muy seria. En el teatro, los ensayos empiezan, casi siempre, en los plazos previstos. Cuando me han ofrecido algún proyecto, ya tenía las fechas comprometidas.
- ¿Le han ofrecido proyectos teatrales?
- Sí y eran muy atractivos. También tengo que decir que, además de actriz, también soy madre. Los horarios del teatro en este terreno son complicados. Incluso aunque las funciones sean en Madrid, de los colegios los niños salen a las cinco de la tarde y a las seis tienes que estar ya en el teatro para la función de ese día. Y los fines de semana, suele haber doble función... Ahora que mis hijos son más mayores, quiero empezar a hacer más teatro.
- ¿Había rodado antes en Argentina, como ha hecho con No dormirás?
- Sí, con Ricardo Darín rodé Séptimo, en Buenos Aires.
- ¿Percibe un mayor gusto por el riesgo, una mayor osadía estética y narrativa en las producciones latinoamericanas que en las españolas? Se lo pregunto porque en las competiciones de los principales festivales internacionales el cine latinoamericano tiene una mayor presencia que el español.
- Son propuestas diferentes. Cuando ves una película latinoamericana percibes un ritmo distinto. Eso se refleja en los aspectos visuales y emocionales. En España se ha avanzado muchísimo. El cine español tiene algo maravilloso, que se valora más fuera que aquí. Es su capacidad para mezclar el cine de autor europeo, con historias pequeñas, con una formación visual americana. El ritmo en las películas españolas es muy importante y te engancha. Por eso el cine español es universal, llega a cualquier lugar del mundo. El latinoamericano tiene un ritmo y unas historias muy cotidianas y agarradas a la tierra, que es lo que nos atrae.
- Usted rompió con esa regla no escrita de que un actor empieza en el cine y después llega a la televisión. No llegó al cine hasta de Amenábar, tras una exitosa carrera en la pequeña pantalla.
- Mi carrera es muy atípica. Amenábar me hizo el mayor regalo laboral de mi vida. Me cambió la vida, desde un punto de vista laboral. Además, fue una película muy especial para todos los que participamos en ella. Ahora lo llevo mejor, pero al principio, cada vez que cambiaba de medio estaba aterrorizada.
- ¿Más allá de los tiempos de grabación, tanto se nota el cambio de medio entre el cine y la televisión?
- Sí. Cada medio determina la interpretación. La televisión ahora ha cambiado bastante. Antes era todo multicámara. Rodábamos con cinco cámaras a la vez. Si me apuras, era como hacer teatro. Hacías una secuencia y se grababa todo, el plano general, el corto, el medio... Cuando haces cine, tienes que ser consciente de que las emociones tienen que llenar ese pantallón. Siempre digo que en el cine las palabras no son lo más importante, sino tus ojos. Hablas más con los ojos y las emociones.
- Esas diferencias también las percibe el espectador, por eso el cine en salas no muere.
- El cine en pantalla grande no morirá. Cambiará, pero seguirá. La evolución significa muchas cosas. El cine se dijo que iba a acabar con el teatro, pero conviven. Lo mismo se dijo del tren cuando apareció el avión. El cine se ve de otra manera con las plataformas online. Pero no se trata de un fin, sino de un reciclaje, de un cambio.
- se rueda en Gran Canaria atraída por la política de incentivos fiscales. Usted forma parte de la industria. ¿Se habla mucho en la Península de esta realidad ?
- Veo que vienen muchas películas a rodar a las islas. Es una realidad que está en boca de todos. Canarias ya no solo es un destino turístico, también es un gran destino cinematográfico.