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«En el cine de hoy pasan cosas raras»

«En el cine de hoy pasan cosas raras»

Walter Murch, montador de películas como Apocalyse Now, El paciente inglés o El padrino, creador del diseño de sonido y teórico del cine, ha comentado con Efe que, cuando en el futuro se mire al cine de hoy, con perspectiva, “nos parecerá un periodo extraño” en el que “pasan cosas raras”.

EFE/Madrid

Lunes, 21 de septiembre 2020, 08:45

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“Dentro de diez años volveremos la vista a los últimos veinte años y nos preguntaremos por qué había tanta gente con ropa de cuero brillante llevando máscaras. Hay tantas imágenes en las que no se le ve la cara al actor...”, se lamenta este septuagenario que ha ganado tres Óscar y es parte de la historia viva de Hollywood.

Murch habla con Efe de sus treinta y tantos años de profesión en Madrid, donde se encuentra invitado por la escuela madrileña de guionistas (ECAM) para impartir una serie de seminarios formativos.

En su opinión, esa visión es consecuencia de la “McDonalización” del cine: “El objetivo a nivel económico es hacer películas que den lugar a secuelas para asegurarte que el espectador vuelva, y vuelva y vuelva, y planear tu futuro financiero. Son muchos los ejemplos”, apunta.

Y añade que “el mensaje de algunas de las películas de hoy, curiosamente, es anticapitalista mientas la estructura es tremendamente capitalista. Son dos dinámicas enfrentadas y nosotros estamos como en medio”.

“Así que no tenemos perspectiva pero, cuando pasen los años, nos parecerá un periodo extraño de arte medieval. Tan chocante como la paloma que ponía la iglesia encima de las cabezas. Es difícil que lo percibamos porque estamos inmersos en este momento, pero desde luego hay cosas raras que están pasando”.

Colaborador habitual de Francis Ford Coppola, Murch fue el primer cineasta en usar el diseño de sonido en una película. Lo hizo para Apocalypse Now (1979) y ese fue su primer Óscar. Diecisiete años más tarde, la Academia le concedió otros dos -montaje y sonido- por la misma película, El paciente inglés, de Anthony Minghella, siendo el primero en lograrlo.

De aquella película se dijo que fue prácticamente rehecha en la sala de montaje, pero Murch puntualiza que aquel trabajo suyo “no fue sino la extensión del rodaje”.

“Fue fruto de un proceso muy complicado. Tuvimos que reeditar el 75% de las transiciones que salen porque eran diferentes a las de la novela. Pero sin duda la esencia del filme es la novela en la que se basaba y Minghella la reinventó. Aquello fue lo esencial”, afirma.

Aunque su nombre y su cara no son populares, Walter Murch (Nueva York, 1943) está en la historia del cine. “Trabajar con estos directores fueron enormes golpes de suerte”, afirma.

Explica que un equipo de cine “es como un cuerpo humano; cada departamento es un pulmón, un riñón, el estómago, pero falta la mente, el alma, que incorpora estos órganos. Ese es el director, el sistema inmunológico que protege el organismo de venenos y virus. Es quien nutre el sistema para que viva, por eso le necesitamos”.

No tiene claro que hubiera elegido la misma profesión de haber nacido en esta época, pero el modo en el que progresa la cinematografía, “demasiado rápido y hacia un destino desconocido”, le echa para atrás.

“Cuando yo era joven el sistema convencional de Hollywood estaba enfermo, desgastado, necesitaba una renovación artística y comercial. Yo estaba encantado de ser parte de esta renovación, pero hoy -aún reconociendo que el sistema vuelve a estar enfermo y necesitado de renovación- el motor técnico que hoy lo mueve todo es la manipulación del sonido y las imágenes.

“Quizá no me dedicase a esto; se suponía que iba a ser arquitecto y estudié francés en la Sorbona en el mismo momento en el que nacía la Nouvelle Vague. Aquello fue definitivo. Hoy pienso que el trabajo que he hecho estos treinta años no dista tanto de lo que hace un arquitecto. La película mete una arquitectura en la mente del espectador a través de la estructura de la historia, por eso es importante el cine, pero hacia dónde se dirige ahora, no lo tengo claro”, concluye.

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