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El hechizo de "Guillermoland"

La historia de amor entre un monstruo y una mujer muda en «La forma del agua» ha hechizado a la crítica y a los espectadores, pero primero lo hizo con sus actores, Sally Hawkins, Olivia Spencer y Richard Jenkins, que no dudan en tildar a Guillermo del Toro de «leyenda» y a su película de «obra maestra».

EFE / Madrid

Jueves, 1 de enero 1970

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"Que un maestro del cine como él, uno de esos con los que realmente quieres trabajar, escriba un papel para ti, es un gran regalo, es algo que solo pasa en Guillermoland", afirma divertida a Efe Hawkins. A lo que Spencer apostilla: "Mos encanta Guillermoland".

Hawkins es Eliza, la cenicienta de este cuento de hadas, que se estrena este viernes en España y que este domingo llega a los BAFTA del cine británicos con 12 nominaciones, una menos que a los Óscar que se celebran en poco más de dos semanas.

Una cenicienta que se acerca a la del cuento. Es una limpiadora muda, siempre sonriente, que desborda ternura y atrae la simpatía de todos los que le rodean.

Pero el príncipe adopta en esta fábula de Guillermo del Toro la forma de un monstruo marino verdoso lleno de escamas, con unos ojos que oscilan entre el odio, el amor y la curiosidad y una fuerza con la que ataca sin piedad a quien se le aproxima con aviesas intenciones.

Dos seres solitarios que se encuentran en un lugar tan poco acogedor como es un centro de investigación militar en el Estados Unidos de los años sesenta.

Del Toro escribió el guion pensando específicamente en la británica Sally Hawkins para el papel de Eliza y en Octavia Spencer como su amiga Zelda, otra limpiadora, algo "muy halagador" para las actrices, como reconocieron en una entrevista con Efe en Venecia, donde la película se llevó el León de Oro.

"Tenía una visión muy sólida de lo que quería", asegura Hawkins, nominada al Óscar por su interpretación y para quien la experiencia "está más allá de lo que puedo poner en palabras".

Vídeo.

No menos encantada de la experiencia se muestra Octavia Spencer

"Soy una fan de Guillermo desde hace años. Podía haberme llamado para decirme: 'Octavia, tengo este papel para ti, vas a interpretar un bote de remos, vamos a ponerte una vela y hacer que el viento te lleve'. Yo hubiera dicho: 'nunca he pensado en hacer de bote pero lo voy a intentar por ti'", asegura entre las risas de su compañera de reparto.

Spencer, que con esta película podría ganar su segundo Óscar, lo tiene claro. Para ella, Guillermo del Toro es "la última leyenda viva del género de terror" y al mismo tiempo una persona cercana que te hace sentir "en familia" en el set de rodaje.

"Es una leyenda por una razón", apunta Hawkins, que asegura que "fue un gran placer estar ahí y verle trabajar, porque sabe mucho y tiene un increíble y artístico cerebro".

Y la forma en que está escrito el guion, la aproximación del mexicano a la historia de amor de Eliza y el monstruo, la detallada ambientación que les rodea, facilitó a la actriz la labor de caer rendida ante la criatura marina.

"Cuando me dijeron que (Eliza) era muda y que no diría una sola palabra pensé que era un regalo para una actriz", asegura la británica, para quien el mayor desafío fue aprender el lenguaje de signos y no enamorarse del monstruo, "esa maravillosa criatura, que era como un dios".

Una pieza de arte en cuyo diseño se tardaron tres años bajo la atenta supervisión Del Toro.

Vídeo.

«Guillermo prestaba mucha atención a los detalles, por ejemplo cuando estábamos doblando ropa quería que la dobláramos de verdad, que limpiáramos de verdad, era todo de verdad», recuerda Spencer, que ironiza entre risas con la sencillez de su personaje: «Solo tuve que aprender el lenguaje de signos y pasar la fregona».

Un preciosismo en la dirección que se refleja en la puesta en escena de una película con una estética de cuento, llena de colores, de fantasía y de magia, como resalta Richard Jenkins.

«Estaba haciendo esta película y pensaba que Spencer Tracy podría aparecer en una esquina en cualquier minuto, tenía la sensación de estar haciendo un clásico de Hollywood», asegura el actor, que aspira a lograr su primer Óscar con su papel de Giles, la figura paterna en la vida de Eliza.

Muy satisfecho de su trabajo con Del Toro, considera que hay algo en este filme que es diferente a las películas anteriores del mexicano. «No sé muy bien el qué, es muy humana», señala Jenkins, para quien es importante siempre trabajar con grandes directores.

Y apunta que Guillermo del Toro es uno de ellos. «Entiende el cine y lo que puede hacer (...), solo hay que ver cómo rueda y cómo une todos los elementos».

El resultado va, asegura, «mucho más allá de lo que podía haber imaginado». «Es una obra maestra».

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