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Un descenso al infierno de la pobreza

Un descenso al infierno de la pobreza

De la mano de Benina, uno de esos personajes femeninos que el escritor grancanario Benito Pérez Galdós retrató con maestría, los próximos días 20 y 21 de diciembre, los espectadores del teatro Cuyás emprenderán un descenso a los infiernos de una sociedad que está acostumbrada a dar la espalda a los más necesitados. Sobre las tablas del recinto de la calle Viera y Clavijo de la capital grancanaria se representará esos días, a partir de las 20.30 horas, la versión escénica que Miguel Ángel Martínez firma a partir de la galdosiana novela Misericordia (1897), con la que la compañía isleña Profetas de Mueble Bar celebra sus 40 años de trayectoria.

Jueves, 1 de enero 1970

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«Se trata de uno de los textos fundamentales de Benito Pérez Galdós. En la versión que ha escrito Miguel Ángel Martínez para Profetas de Mueble Bar hay mucho de Galdós, por su puesto. Pero también mucho de Valle Inclán y toques de Bertolt Brecht. Lo que se ha hecho es traer Misericordia a los espectadores del siglo XXI. Y es que se trata de una historia que pasó, que pasa y que seguirá pasando. No se trata de una realidad encadenada a una época concreta», explica Fernando Navas, uno de los Profetas que dirige esta apuesta escénica que se enmarca dentro de la convocatoria escénica del Bienio Galdosiano.

El también Profeta Juan Ramón Pérez reconoce que de la novela les atrajo mucho «el planteamiento laico» que Galdós realiza dentro de esta novela enmarcada en su ciclo espiritualista. «Aborda la separación de poderes dentro de la sociedad. En aquella época, la iglesia formaba parte del poder. Entre los deberes que apunta que tendría que tener el Estado es la misericordia con los más desvalidos de la sociedad, lo que hoy llamamos los asuntos sociales. La novela entra en el doble juego que existía, donde la pequeña burguesía hipócrita creaba un lugar, en este caso el Hospital Misericordia, para encerrar allí a los pobres, para que no mendiguen por la calle y no les molesten», subraya.

Fernando Navas recalca que el escritor grancanario más universal «hacía teatro de tesis». «La misericordia estaba considerada como una gracia divina, por lo que no debía dejarse en manos de la ciudadanía anónima, sino que debería ser el Estado quién la asumiera para defender a los más pobres», reitera antes de comenzar uno de los ensayos de este montaje en el local social de San Juan.

Sobre la escenografía de esta producción, avanza que el punto de partida ha sido la costumbre de «amontonar y acumular cosas» que suele imperar en los ámbitos más míseros de la sociedad. «De ese síndrome de diógenes hemos partido para la construcción estilística y escénica. Apostamos por el concepto de collage y de objetos encontrados. Algunos espectadores que nos hayan seguido durante estos 40 años reconocerán objetos que han sido importantes en algunos montajes anteriores de Profetas», señala.

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