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Punto y seguido con el Royal Ballet

Punto y seguido con el Royal Ballet

Una estrella sobre el escenario y una mujer de gustos sencillos, familiar y cercana cuando se apagan los focos. Bajo este parámetro ha sustentado su larga carrera profesional la grancanaria Zenaida Yanowsky (Lyon, 1975), que se acaba de despedir del Royal Ballet de Londres, prestigiosa compañía en la que entró hace 23 años y en la que, desde el 2001, ocupó el estatus de bailarina principal.

Jueves, 1 de enero 1970

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Mientras se toma una botella de agua mineral en una terraza junto al Centro Coreográfico que regentan sus padres, Anatol y Carmen, Zenaida Yanowski explica en el parque de Santa Catalina que su salida del Royal Ballet «es un punto y seguido». No es un adiós definitivo a esta prestigiosa formación.

«En los próximos dos años bailaré varias cosas con la compañía, pero como externa. También tengo previsto bailar otras cosas fuera del Royal Ballet. Se trata de piezas que, además de llenarme como bailarina, no me estresan tanto físicamente. Es mucho lo que requiere una compañía de tan alto nivel como es ésta. La exigencia física y mental que es máxima. No quería decaer sobre el escenario y que los que me han seguido, al verme ahora, dijeran: ¡Qué penita! Quería irme en lo alto, irme top. Además, decir que no a algunos montajes dentro de la compañía afectaba a otros compañeros», explica.

Zenaida Yanowski no abandona una compañía de referencia internacional, deja «una familia». «Digo adiós a una familia que me ha mimado durante 23 años. Quería dar las gracias a todos. Durante seis meses me he ido despidiendo poco a poco de todos, aunque con el paso de los años muchos ya no están. En el Royal Ballet nos conocemos todos y por eso quería despedirme de cada departamento, desde la peluquería hasta los maquinistas, los encargados del vestuario y los de la cafetería... No es que ya no los vaya a ver más, pero quería que supieran que ha sido un orgullo formar parte de su familia», dice con emoción.

Como bailarina principal se despidió por triplicado. «La más emotiva fue la de Londres, porque ha sido mi casa durante 23 años», apunta sobre la noche del pasado mes de junio en la que dijo adiós a la compañía en el Covent Garden, como punto neurálgico de una representación de Marguerite and Armand, de Frederick Ashton. Acudió a despedirla desde su primer director en la compañía hasta todos los bailarines masculinos con los que ha compartido protagonismo.

Con la gira australiana de la compañía, ya en julio, bajó el talón definitivo a esta etapa. Primero en Brisbane, con el rol de Paulina dentro de Winter’s Tale, de Christopher Wheeldon. Le siguió una gala en la localidad de Cairns.

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