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Héctor Alterio: «En México se respeta a León Felipe más que aquí, en su país»

Héctor Alterio: «En México se respeta a León Felipe más que aquí, en su país»

El veterano actor argentino vuelve a la isla para reivindicar el legado poético de una de las figuras más genuinas de las letras del siglo XX. Música y versos se unirán el jueves 1 de marzo sobre el escenario del teatro Pérez Galdós en la obra ‘Como hace 3.000 años’.

Jueves, 1 de enero 1970

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- Dicen que usted no recita poesía en Como hace 3.000 años, que interpreta. ¿Pierden solemnidad los poemas?

- Si se le pone solemnidad está muy bien, pero depende del equilibrio que se consigue con solemnizar algo; o se empaqueta o se dice espontáneamente sin quitarle la solemnidad. Yo los interpreto. No solo la poesía de León Felipe, que es el que nos trae en este momento, sino en todos los recitales. Trato de sacar la mayor verdad posible. Una metáfora es algo que parece fuera de la lógica, pero si le imprimo la verdad, va a entrar con mucha más claridad y facilidad en la mentalidad del espectador. Pero esa es mi forma, no digo que sea la mejor. Interpreto la poesía porque no sé hacer otra cosa. Soy actor tengo un texto y salgo de los cánones establecidos respecto a cómo hay que transmitir una línea de un verso.

- ¿Qué autores se incluyen en el espectáculo?

- Fundamentalmente es poesía de León Felipe, aunque también hable de otros poetas y artistas, incluyendo a Picasso, al que no le tenía mucha simpatía, y de William Blake y de otros poetas con los que no estaba de acuerdo de alguna manera.

- ¿Por qué eligió a León Felipe?

- Es un poeta que yo conocí en mi adolescencia en Buenos Aires, porque estaba exiliado en México, que está más cerca que España de la Argentina. León Felipe frecuentaba Argentina con asiduidad. Lo conocí y quedé prendado. Era adolescente y, ya en esa época, reconocí su genialidad en su manera de expresarse. Sus metáforas son tan maravillosas que, evidentemente, explicarlas sería muy difícil. Uno va dedicado a transmitir su poesía con una sensibilidad de la que espera una coincidencia con la de quien la emite. Esa sensibilidad es muy difícil de verbalizar. Entre los poemas escogidos se aprecian las simpatías y antipatías de León Felipe, que se ve perseguido por la Guerra Civil española y se ve abocado a buscar refugio en México y es allí donde muere, donde es venerado y se le respeta y admira más que aquí, en su propio país.

- ¿Cómo es el repertorio que ha elegido José Luis Merlín?

- José Luis Merlín hace sus improvisaciones y toca los temas creados por él. Crean un clima sumamente positivo desde mi punto de vista. No lo escucho como espectador, lo escucho como intérprete. Es un excelente y genial guitarrista con el que he ya trabajado en otros recitales de León Felipe y hemos retomado esta historia que hacíamos 10 o 15 años atrás. Me ofrece una garantía absoluta de tener una apoyatura que me favorece enormemente, a mí y al oído del que escucha.

- ¿Cómo reacciona el público?

- Vengo haciendo esto desde hace muchos años y si lo repito es como consecuencia de un recuerdo positivo. La gente sale aferrada a una propuesta nada fácil. Son músicas y metáforas. Transmitir una metáfora no es fácil, pero encajada dentro de una narrativa tiene una valorización más impactante. Verbalizarlo es difícil. Hay que escucharlo. Es como una música.

- Estuvo en otoño con, en el Cuyás. Viene con frecuencia a Canarias. ¿Tiene lazos con las islas?

- Tengo recuerdos del Cuyás desde hace muchísimos años. Conozco a su director. Allí lo paso estupendamente bien. Aparte del clima y de la cordialidad de la gente, la respuesta del público siempre ha sido positiva y, para mí, halagadora.

- Tiene 88 años...

- Y dentro de un año tendré 89 y dentro de dos tendré 90 y, si estoy como estoy, seguiré trabajando. No tengo alternativa. Me muevo solo, no hay quien me ayude a caminar, a levantarme o sentarme. Lo hago por mi cuenta. Me estudio mis textos y voy a dónde tenga que ir. Sigo en mi oficio desde hace... Si computo los años de travesuras teatrales, llevo 70 años haciendo teatro o deshaciéndolo, según se mire.

- ¿Sigue estando igual de cómodo sobre el escenario?

- A veces sí. Cómodo estoy cuando me gusta lo que estoy haciendo. Elijo los textos y las historias que coinciden conmigo, con mi ideología y con mis gustos personales. Me siento incómodo cuando esos elementos chocan con el público. Pero normalmente eso no se da. Estoy haciendo las cosas elegidas por mí y trato de llevar la mayor verdad posible al espectador. Si espectador lo siente, me siento muy bien. Lo que ocurrió con El padre fue algo notable. Con un tema tan difícil como alzhéimer, lo primero que me preguntaban era si no tenía miedo que me ocurriera a mí.

- Dicen que la mente de los actores funciona como un ordenador con muchos archivos donde se guardan los textos. ¿Le pasa eso?

- Se me van enseguida, porque el texto que me viene ahora sirve para olvidarme del anterior. Son tantos años. No me puedo acordar de todos. Lo que es difícil es darle personalidad a cada uno. Trato de imprimirle lo que considero que pueda darles mayor credibilidad. Es un juego. Cuando era pequeño y jugábamos a policías y ladrones, elegía al personaje más alejado de uno. El ladrón me excitaba y me posibilitaba tratar de hacer lo posible para que mis compañeros creyeran que yo era un criminal y, a partir de ahí, siempre hubo una relación con lo que hice después.

Sobre milagros.

Después de 70 años sobre los escenarios, Héctor Alterio todavía considera un milagro que un señor salga de su casa, pague un dinero por una entrada y entre en el juego teatral esperando que le emocionen, a pesar de tener la certeza de que va a ver a un personaje que no existe y que le están contando una historia que no es real. También le parece milagroso que buena parte de los jubilados que subsisten con una pensión totalmente insuficiente. «Estoy pensionado pero no puedo vivir de la jubilación. Si viviera de eso, no me daría ni para tapar una caries», dice el actor que se adhiere totalmente a los jubilados que han denunciado «la miseria con la que tratan de vivir».

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