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La libertad de las féminas sobre su propio cuerpo es limitada. De hecho, el sistema patriarcal extiende sobre él su concepción maniqueísta de la mujer; o son madres o esposas sumisas, abnegadas y cuidadoras o, en caso contrario, pasan directamente a la categoría de pelanduscas o brujas peligrosas. Estas ideas se ponen de relieve en el trabajo de la creadora multidisciplinar Raquel Paiewonsky (Puerto Plata, República Dominicana, 1969), que se podrá apreciar desde esta noche en la sala de San Antonio Abad del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM).
Bajo el título Yo soy mi propio paisaje y con el comisariado de José Manuel Noceda Fernández, Paiewonsky exhibe instalaciones, vídeos, fotografías, collages digitales y pinturas intervenidas. «Es una artista que está dentro de las figuras más destacadas de las nuevas poéticas conceptuales del arte contemporáneo del Caribe», un movimiento que, entre los años 80 y 90, generó sus propios códigos temáticos y formales alejándose de los modelos artísticos internacionales, explicó el director del CAAM, Orlando Britto, que disculpó la ausencia de la creadora -aquejada de una enfermedad- y del comisario cubano, que no ha podido conseguir visado para viajar a España. En todo caso, Britto anunció que ambos estarán en la Isla a principios de mayo para presentar el catálogo de la exhibición y dirigir algunas visitas guiadas.
El trabajo de la dominicana, que se ha podido ver en las bienales de Venecia, de Cuenca (Ecuador) o en la de La Habana (Cuba), se inscribe en torno al cuerpo femenino y cómo la sociedad lo moldea, lo somete, lo devalúa o lo aliena de la naturaleza.
Sus obras más impactantes e icónicas están protagonizadas por esferas dotadas de pezones. En una de ellas, titulada Inopia, la creadora salpica una pared de pequeños senos blancos, confeccionados en lino, que se funden con el fondo. «Con esta obra Paiewonsky habla de la invisibilidad de las mujeres», comentó Britto. Esta representación discreta de las féminas contrasta con la obra titulada Bitch Balls, es decir, bolas de zorra, en castellano. Esta pieza se refiere a las violencias veladas que los sistemas sociales, políticos y personales ejercen contra la mujer.
Otra de las piezas más singulares de la muestra es Inmaculada, un vestido de seis metros de alto realizado con trapos de cocina unidos. «Es un tótem que reivindica el papel de la mujer y denuncia el puritanismo de la sociedad dominicana», explicó el director del museo.
El cuerpo, concebido como paisaje primario, y su alienación respecto a la naturaleza; el hartazgo ante una sociedad heteropatriarcal tan ultracatólica y machista como la dominicana que recorta los derechos de la mujer, la reivindicación del papel femenino en la construcción de la sociedad, la presencia fantasmagórica de las mujeres en la arquitectura moderna, el deseo femenino de preservar la vida o la hibridación sobrenatural de los seres humanos con su entorno son otras de las cuestiones que aborda a través de distintos medios y lenguajes.
Yo soy mi propio paisaje es la primera exposición individual que protagoniza en España Paiewonsky, una creadora que, sin embargo, ha paseado su trabajo por ciudades como México, Lima, Buenos Aires, Miami, Nueva York, Zurich o París.
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