Arocha, el documentalista de la noche

Las barras de bar, esos vertederos de amor de los que hablaba El último de la fila, fueron observados atentamente durante dos años por Rafael Arocha para articular su proyecto Medianoche. El resultado creativo de aquellas largas marchas en locales de Barcelona, Belgrado, Madrid, Logroño, Las Palmas de Gran Canaria o Sevilla se puede apreciar a partir de mañana en el Cicca en una exposición que, curiosamente, será la primera protagonizada por este artista grancanario en su isla natal. «Aquí soy bastante desconocido», confiesa Arocha que apenas ha residido en la Isla desde 1999, cuando se fue a vivir a Londres. «Las cosas se dan como se dan, pero estoy muy ilusionado de que esta sea mi primera exposición en la Isla», señala el autor cuyos trabajos se han podido ver en PhotoEspaña o en el centro Arts Santa Mònica de Barcelona, en la ciudad británica de Derby, en el Festival Sevilla Foto, en el Festival Fotoweek del Patio Herreriano de Valladolid o en la Trienal de Fotografía de Hamburgo.

De hecho, según explica Arocha, actualmente la versión audiovisual de Medianoche se está exhibiendo en Sevilla y también se pudo ver recientemente en la sala Canal de Isabel II, en Madrid, en la muestra colectiva Un cierto panorama, comisariada por Jesús Micó y que reúne a una nueva generación de fotógrafos españoles.

«Es un proyecto viejo. El libro Medianoche se editó en 2014», comenta el autor, que por esta publicación recibió el premio al mejor fotolibro de la XIV Bienal de Fotografía de Córdoba y fue finalista en el premio del Festival de Fotografía Rencontres de Arles de 2015, al que concurrieron 800 trabajos.

Ahora, en el marco de Gran Canaria Foto, el Cicca acoge la exposición más completa que se ha hecho de este trabajo, comenta Arocha. En total, expone 26 imágenes y una instalación de espejos con la que intenta hacer partícipe al espectador de su proyecto. «Uso formatos cuidados y elegantes y otros materiales con menos presencia. Intento reflejar lo que ocurre en la noche, cuando se dispara esa metamorfosis. Se sale elegante, movido por las expectativas, y se termina algo perjudicado», explica.

Sus imágenes en blanco y negro, con mucho contraste, son producto de un ejercicio voyerista. «Intento captar al gestualidad y el lenguaje corporal. En la noche, el cuerpo se usa de una manera diferente», apunta el fotógrafo que de este modo intenta documentar la expresividad de los anhelos personales que se reflejan a través de códigos diferenciados que se perciben a través de la ropa, los movimientos y las miradas. Sin embargo, toda la teatralidad de sus imágenes surgen de la realidad. «Ninguna imagen ha sido escenificada», dice este cazador de gestos.