La actividad cultural en las islas aguanta de forma precaria y gracias a las ayudas públicas

La actividad cultural en las islas durante el año transcurrido bajo la pandemia de la Covid-19 tiene dos caras. Si se mira al exterior, tanto peninsular como internacional, el archipiélago ha sido un oasis, ya que, una vez iniciada la desescalada en la pasada primavera, la actividad cultural, con altibajos como era de esperar, se recuperó y se ha mantenido, salvo en el caso de los conciertos multitudinarios, lógicamente.

La parte negativa es que la recuperación no ha evitado que la precariedad laboral, que ya existía antes de marzo de 2020 en muchos casos, se haya disparado, al igual que la dependencia el apoyo de las instituciones públicas. Sin ir más lejos, sin el dinero público, debido a las restricciones de aforo en los espacios escénicos y musicales, no habría actividad. Solo con los ingresos por taquilla no sale rentable, a día de hoy, ninguna función de teatro o concierto.

El pasado 29 de mayo, el teatro Guiniguada de la capital grancanaria hizo historia. Fue el primer recinto escénico nacional en volver a la actividad tras el confinamiento. Lo hizo con el concierto Islazz, del guitarrista y compositor grancanario Yul Ballesteros, junto a una banda. Fue posible gracias a un medido protocolo sanitario.

'Hierro 2', que ahora triunfa con la emisión de sus nuevos seis capítulos en Movistar+, fue la primera producción nacional audiovisual de gran envergadura en recuperar la actividad. Sus responsables comenzaron a culminar el rodaje en la Isla del Meridiano antes del verano, también bajo un plan sanitario que funcionó como el mecanismo de uno de los mejores relojes suizos.

A diferencia que en otros sectores, donde la desescalada se demostró que fue demasiado rápida y optimista como se demostró en verano y durante la pasada Navidad, en el ámbito cultural ha sido más pausada y muy medida.

Primero se incentivaron las actuaciones al aire libre, como sucedió, por ejemplo, en el Pueblo Canario y en el Patio del Cuyás. Después, se incorporaron los museos y los recintos escénicos y musicales, cada uno según las posibilidades sanitarias que permitían sus instalaciones y sus recursos económicos.

Hasta la fecha no se ha notificado la existencia de un brote de coronavirus en una actividad cultural de las islas.

Por el camino, eso sí, se han quedado muchas propuestas. Se han pospuesto o paralizado proyectos de artes plásticas. Y el verano, tradicionalmente marcado por los grandes conciertos y festivales, que se suspendieron o se aplazaron para el último tramo de este año.

El Gobierno de Canarias puso en marcha un ambicioso plan de ayudas económicas. Primero, como avanzó Juan Márquez, viceconsejero de Cultura, con el objetivo de que al menos parte del sector sobreviviese al varapalo del cierre total y después para reactivarlo. El Cabildo de Gran Canaria, por su parte, puso en marcha un plan con 46 acciones culturales y subvenciones a ejecutar antes de que finalizara el 2020 por un montante de 10,6 millones de euros.

La evolución de la pandemia, con los respectivos niveles de alerta para combatirla, marcan el margen de maniobra para el sector cultural isleño.

Cada vez que una de las islas ha alcanzado el nivel tres y el cuatro –caso de Lanzarote– la actividad se ha paralizado casi por completo, ya que conllevan aforos pírricos y el veto de Salud Pública a muchas propuestas programadas previamente.

Así, el festival En Paralelo, organizado por el Gobierno de Canarias, tuvo que suspender los cinco conciertos que tenía previstos para la isla conejera por su preocupante situación sanitaria tras la Navidad.

En estos momentos transcurre la 54ª temporada de ópera de Las Palmas de Gran Canaria Alfredo Kraus. Desde los Amigos Canarios de la ópera (ACO) aclaran que se desarrollará tal y como está prevista hasta junio si la isla sigue en nivel dos. Si regresa al tres, se aplazarían los títulos previstos.