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La innovación, pieza clave en el tratamiento de las espondiloartritis

Necesitamos más investigación que permita la aplicación de tratamientos más personalizados y ajustados a cada paciente

Eva Carnero

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Las espondiloartritis se caracterizan por el alto impacto a la hora de afectar a la calidad de vida de las personas. De hecho, según el Barómetro EncuEspA, encuesta realizada para conocer el impacto de las espondiloartritis, refleja la profunda incidencia de estas patologías en todas las áreas de la vida de los afectados. Prueba de ello, es que más del 65% de los pacientes afirman haberse acostumbrado/resignado a vivir con dolor, uno de cada tres ve mermada su vida laboral, y el 45% tiene que dejar de hacer actividades del día a día debido al dolor que les provocan estas enfermedades.

Unos datos, sin duda, preocupantes, que ponen de relieve la importancia de unas enfermedades que arrastran un problema añadido, el notable desconocimiento que la sociedad en general tiene sobre ellas. Y ello, a pesar de que se estima que alrededor de medio millón de españoles (adultos entre 30 y 50 años) cuentan con su diagnóstico.

El dolor es el principal síntoma, pero no es el único

Las espondiloartritis forman un grupo de enfermedades reumáticas crónicas que se incluyen dentro del concepto de enfermedades inflamatorias inmunomediadas (conocidas como IMIDs por sus siglas en inglés). «Abarcan desde las ‘inflamaciones’ del esqueleto axial, hasta la artritis psoriásica o aquellas artritis relacionadas con la enfermedad inflamatoria intestinal (enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa )», describe la doctora María Luz García de Vivar, Jefa del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Basurto.

Su prevalencia, según la experta, «se sitúa en torno al 1% de la población, por lo que en Euskadi estimamos que unas 20.000 personas padecen espondiloartritis». Ahora bien, ¿cuáles son sus principales síntomas? ¿qué dolor, molestia o afección podría ser el inicio de una espondiloartritis? La lista de señales es muy variada. Entre ellas, la doctora destaca, «dolor e inflamación de las articulaciones (artritis de rodillas, pies…), dolor e inflamación de dedos enteros (dactilitis o dedos en salchicha ), dolor en los talones, en el cuello, en la columna dorsal, en las nalgas… Se trata de un dolor que normalmente no mejora con el reposo, sino con el ejercicio, y que va acompañado de una importante rigidez por las mañanas».

El problema añadido es que estos dolores, «a veces dificultan el descanso, y hay pacientes que se tienen que levantar de la cama por la noche, y por la mañana se tienen que tomar un tiempo, tomar medicación y ducha caliente para combatir la rigidez», relata la doctora. «Afortunadamente, -añade- estos síntomas se deben a la inflamación y son controlables, aunque siempre se puede tener un mal día».

La identificación temprana marca su desarrollo

Las espondiloartritis no tienen un diagnóstico fácil. De hecho, «este se sitúa en ocho años desde el inicio de los síntomas en las espondiloartritis axiales, medio año más tarde en mujeres, y en unos cuatro años en artritis psoriásica», apunta la doctora quien remarca que este asunto «es un problema que afecta a nuestro entorno y también a nivel general, a aquellos países en los que se ha analizado».

Además, hay que tener en cuenta que «las lumbalgias, aunque son muy frecuentes en la población general, se estima que solo un 5 % de ellas, acabarán siendo espondiloartritis axiales«, advierte la experta. Además, ante un dolor articular, «lo normal es que el paciente piense en artrosis o hernias o contracturas musculares, lo cual hace que, en ocasiones, no se consulten los síntomas, o no haya una sospecha diagnóstica cuando la persona visita al médico», apunta.

Ahora bien, la probabilidad de un diagnóstico más temprano puede aumentar «si pensamos en las características del dolor inflamatorio (nocturno, con rigidez por las mañanas y que mejora con el ejercicio y antiinflamatorios), o si el paciente presenta otros síntomas como dolor en el talón (entesitis) o uveítis», asegura la experta. Además, «en la artritis psoriásica, especialmente en pacientes obesos, los síntomas se confunden a veces con artrosis o gota».

Además, «en general, en todas las visitas se interroga a los pacientes por la presencia de diarrea, lesiones en la piel, o síntomas oculares, por la asociación de las espondiloartritis con otras IMIDs. Hay pacientes que asocian inflamación en la cámara anterior del ojo, la uveítis aguda. Por ello, solemos advertir a todos los pacientes con espondiloartritis axial, que, si se despiertan con visión borrosa, dolor en el ojo, o mínimo enrojecimiento y malestar con la luz, acudan rápidamente a que les valore un oftalmólogo», advierte la experta.

La importancia del diagnóstico precoz se basa, entre otras razones, en que «esta enfermedad cursa con brotes de inflamación que van dejando secuelas irreversibles en las articulaciones o en la columna, de forma que perdemos movilidad, nos vamos limitando, y perdemos función física y calidad de vida», alerta García de Vivar. De modo que, adelantar el diagnóstico es uno de los principales retos que actualmente tiene la medicina en el marco de las espondiloartritis, ya que, «un diagnóstico y un tratamiento precoz ayudarían a controlar el dolor y la inflamación, y a prevenir las secuelas preservando la función física y la calidad de vida. De este modo, el paciente podría hacer una vida normal y, en general, tendría menos complicaciones», señala la experta.

Por otro lado, controlar la inflamación «reducirá el riesgo cardiovascular y otros problemas de salud», apostilla.

Una patología difícil de encajar

Las espondiloartritis, como todas las enfermedades crónicas, son afecciones complicadas de asimilar. Si además, le añadimos el dolor que conlleva, y que se suele diagnosticar en personas jóvenes, la cosa se complica. Y es que, «normalmente, que un paciente joven asuma un diagnóstico de una enfermedad reumática crónica, de entrada, es complicado, por desconocimiento de la misma enfermedad», afirma la doctora.

Una aseveración fruto de su larga experiencia clínica junto a los pacientes y que describe así: «Cuando una persona lleva un tiempo con brotes de dolor que le impiden moverse normalmente, tener un diagnóstico es útil y hasta liberador, porque por fin entiende lo que le pasa y las opciones que tiene de mejoría. Y esto se aplica también a su entorno. Cuando el diagnóstico es más temprano, -prosigue la experta- los pacientes más jóvenes, a veces tienen actitudes de negación de la enfermedad. Suelo ver algunos progenitores preocupados y muy pendientes de sus hijos, sobre todo al principio. Cuando la enfermedad se conoce mejor y se controla, en general, el paciente y el entorno se relajan».

Detectar la enfermedad lo antes posible

Para un diagnóstico precoz y, en última instancia, para la aplicación de un tratamiento temprano y eficaz, es imprescindible mejorar la sospecha diagnóstica. «Para ello, las características del dolor, otros síntomas de la enfermedad (dactilitis, entesitis), la presencia de uveítis o psoriasis o enfermedad inflamatoria intestinal ayudan», afirma la experta.

Además, la doctora nos recuerda que «las IMIDs no solo pueden aparecer en el mismo paciente, sino que distintos miembros de una familia pueden tener diferentes o la misma IMID, porque comparten bases genéticas y los mecanismos de producción de la enfermedad (etiopatogenia) son comunes. Tener un hermano con psoriasis o una madre con colitis ulcerosa, también aumenta las posibilidades de que un paciente tenga una espondiloartritis».

Para mejorar este escenario es fundamental incrementar el conocimiento social y general de la patología, para lo cual, la experta sugiere, entre otras cosas, trabajar más cerca de las asociaciones de pacientes de las distintas IMIDs.

Hacia un tratamiento más personalizado

A la necesidad de avances en la sospecha diagnóstica hay que añadir los de la investigación científica. «Hace 20 años, cuando tratábamos espondiloartritis axial, recomendábamos ejercicio, antiinflamatorios y poco más. Sin embargo, actualmente tenemos diferentes opciones de tratamientos », sostiene la doctora.

Gracias a la incorporación de nuevas opciones terapéuticas, «ha sido posible modificar el curso de la enfermedad, controlar la inflamación y prevenir las secuelas. Necesitamos tratamientos que tengan espectros concretos de actuación, perfiles de seguridad, eficacia en pacientes refractarios o resistentes. Además, tenemos pendiente incorporar nuevos fármacos que ya tienen las aprobaciones de las agencias reguladoras», apunta.

Por tanto, todo parece indicar que «la investigación nos traerá más novedades, y probablemente en el futuro cambiemos la forma de valorar las enfermedades y podamos permitirnos tratamientos personalizados, ajustados al perfil de cada paciente», augura la experta.

Abordaje multidiciplinar, imprescindible

En ocasiones, hay pacientes que presentan varias manifestaciones extraarticulares del grupo de las espondiloartritis, como por ejemplo enfermedad de Crohn y psoriasis. Estas situaciones no tienen por qué darse desde el inicio, también ocurren a lo largo de la enfermedad. Cuando esto sucede, «tener un equipo coordinado formado por los especialistas que se ocupan de su salud es fundamental, porque se rentabilizan las citaciones en consultas y las exploraciones complementarias», asevera la experta. Y añade: «De esta manera, se facilita el itinerario del paciente en el sistema. Además, la elección de tratamiento coordinado suele ser más eficiente porque existen muchos tratamientos comunes. Para nosotros es enriquecedor desde el punto de vista asistencial, y permite colaboraciones en formación e investigación».

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Este contenido ha sido desarrollado por Content Factory, la unidad de contenidos de marca de Vocento, con Laboratorios AbbVie. En su elaboración no ha intervenido la redacción de este medio.