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un proyecto de

FUTURO AZUL

El compromiso de la acuicultura no es que comas pescado saludable tú (que también), sino que también lo hagan tus nietos

La acuicultura española solo entiende un modo de hacer las cosas, respetando los recursos naturales y fomentando la sostenibilidad social y económica

Eva Carnero

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Eva Carnero

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Uno de los puntos fuertes de la acuicultura española, es su firme compromiso con la protección del medio ambiente, presente y futuro. Y es que el esfuerzo y dedicación de todas y cada una de las personas que intervienen en el proceso de reproducción, cultivo y cosecha de los productos de la acuicultura marinos y fluviales aseguran que las generaciones venideras puedan seguir disfrutándolos en un futuro. Esto es así, gracias a que el principio que preside el método de trabajo de la acuicultura es producir alimento accesible y de calidad, sin dañar en ningún momento los recursos naturales disponibles. De hecho, este empeño por salvaguardar la integridad de los ecosistemas ha sido y es una de las razones que le mantiene alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. Es más, su compromiso no solo contempla los aspectos medioambientales, también consigue proteger y mejorar la vida social y económica de las comunidades donde se asientan los centros acuícolas.

En concreto, la acuicultura contribuye de manera directa a los siguientes objetivos: Fin de la Pobreza (ODS 1), Hambre Cero (ODS 2), Salud y Bienestar (ODS 3), Agua Limpia y Saneamiento (ODS 6), Trabajo Decente y Crecimiento Económico (ODS 8), Producción y Consumo Responsable (ODS 12), Acción por el Clima (ODS 13), Vida Submarina (ODS 14) y Alianza para Lograr los Objetivos (ODS 17).

Por lo que respecta al ámbito económico y social, la acuicultura española ayuda a crear e impulsar el tejido empresarial de la zona, fomentando nuevos puestos de trabajo y garantizando la continuidad del legado de muchas familias que se dedican desde hace décadas a esta actividad. La acuicultura se revela, por tanto, como un auténtico motor socio-económico de lugares concretos, capaz de revitalizar las áreas donde se ubica, sin deteriorar el entorno y preservando sus recursos naturales.

Los datos hablan por sí solos

La aportación de la acuicultura española en cuanto a sostenibilidad está fuera de toda duda. Y esta rotundidad no se debe tanto a su filosofía de trabajo como a la contundencia de las cifras que la acompañan. Estas son algunas de las más interesantes que recoge la Memoria de Sostenibilidad, 2022, de Acuicultura de España: la huella de carbono de la acuicultura es varias veces menor que la de ganadería vacuna, incluso menor que la porcina, y hasta la avícola.

El mismo documento detalla que la huella de carbono al producir 1 Kg. de lubina de acuicultura española es de 2,4 Kg. de CO2 equivalente, la del rodaballo es de 4,9 Kg., y la de la trucha arcoíris, la menor de las tres, de 2,2 Kg.

Sin duda, estos datos apoyan el mensaje de la ONU cuando afirma que la acuicultura es un sector clave de la «Economía azul», dado que está probado que promueve el desarrollo sostenible gestionando los recursos acuáticos de forma responsable y eficiente.

No solo la ONU reconoce la labor de la acuicultura, también importantes ONG ambientalistas y de lucha contra el hambre, apoyan y promueven la acuicultura sostenible y responsable. Organizaciones como WWF, Oceana, Marine Stewardship Council, Oxfam, Environmental Defense Fund, Equalia, y muchas otras, reconocen el potencial de la acuicultura sostenible para abordar el aprovisionamiento alimentario y reducir la presión sobre las poblaciones de peces silvestres, sin dañar los ecosistemas acuáticos. Estas ONG apoyan la acuicultura responsable, segura, justa y respetuosa con el entorno y las comunidades locales.

La solución ante situaciones críticas a nivel mundial

A la reducida huella de carbono se suma la menor huella hídrica y de uso del espacio en tierra firme. Un asunto no menor que, sin duda, puede ser clave ante posibles escenarios de sequía. Y es que en este tipo de cultivo, toda el agua dulce utilizada por las instalaciones de acuicultura es devuelta a los ríos en la misma proporción, limpia y en iguales o mejores condiciones, por lo que, además, es una forma de obtener proteínas animales de muy alta calidad con menor consumo de agua que las ganaderías terrestres.

Por otro lado, la acuicultura española podría ser uno de los pilares de nuestra soberanía alimentaria. Esto es, la capacidad para producir nuestro propio alimento sin necesidad de recurrir a terceros países, algo que puede ser vital en casos de grandes crisis, como una pandemia o un conflicto bélico, donde un cierre de fronteras podría afectar al abastecimiento de alimentos.

Contar con recursos suficientes para generar alimentos de cercanía, seguros y con la calidad nutricional para garantizar la salud de la población es, junto a la sostenibilidad medioambiental, otra de las razones de peso para apoyar la acuicultura española. 

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