Ser más ecológico y sostenible en tu negocio ya no es una opción. La aceleración del cambio climático, la escasez de materias primas, el aumento de los costes y la conciencia ecológica global provocan que las empresas de todo del mundo estén apostando cada vez más por un modelo de negocio más sostenible. Ya se trate de una pequeña, mediana o gran empresa, este cambio de mentalidad ha pasado a convertirse en obligatorio. Y los consumidores así lo dictaminan.

“Ya no se trata de modas o de subirse al carro sino de formas de hacer alternativas. Estamos obligados a seguir las normas de la Unión Europea. El Green Deal (Pacto Verde Europeo) ha cambiado las normas de juego”. Son palabras de José Luis Gallego, naturalista, experto en sostenibilidad y consultor empresarial. Además, muchas de las empresas aparecidas en la última década ya son nativo-sostenibles. Es decir, que en sus principios de creación ya se contempla el crear un negocio respetuoso y acorde a la crítica situación medioambiental que vivimos. “Esta demanda no solo proviene de la legislación, sino también de consumidores e inversores, incluidos grandes fondos y bancos que prefieren invertir en empresas sostenibles”.

Este es el caso, como muchos otros, de Bodegas Antídoto. Ubicados en San Esteban de Gormaz, una pequeña localidad de la provincia de Soria, esta empresa vitícola dio un giro total hace apenas dos años, cuando decidieron darle la mano al planeta para emprender un camino más verde todavía. Un compromiso que ha sido reconocido por Banco Santander, nombrando a la empresa pyme del año de la provincia de Soria en la última edición de los premios que organiza junto a la Cámara de Comercio. Llevan desde el año 2000 asentados en este lugar dos visionarios: Bertrand Sourdais y David Hernando, quien nos atiende para explicarnos su historia de éxito. “La cuestión legal nos daba un poco igual. Lo hicimos por convicción y compromiso con nuestros ideales”.

Dos años después, certifican su éxito en todos los aspectos

Aunque han sido dueños de su bodega desde 2011, no fue hasta 2021 que sintieron el impulso firme de cambiar hacia lo ecológico, movidos tanto por las políticas agrícolas comunes (PAC) como por su propia convicción. Originalmente, para satisfacer la demanda de vino, dependían en parte de uvas de viticultores anexos. No exigían que estas uvas fueran ecológicas, pero con el tiempo, vieron la necesidad de un cambio.

El paso hacia lo ecológico, si bien trae consigo retos, especialmente en lo administrativo acaba por reportar beneficios

La decisión no fue fácil. Tras proponer el cambio a sus viticultores anexos, temían perder su base de suministro. Sin embargo, ocurrió lo inesperado: aunque perdieron a algunos, el resultado final fue que ganaron aún más de los que tenían. “Dejamos de trabajar con cuatro o cinco proveedores, pero es que se añadieron al proyecto diez nuevos agricultores. Fue increíble”, cuenta Hernando. El paso hacia lo ecológico, si bien trae consigo retos, especialmente en lo administrativo -los dos socios cuentan, en su mayoría, con viticultores que poseen microparcelas que promedian entre 0,1 y 0,2 hectáreas hasta sumar un total de 800 en superficie total-, acaba por reportar beneficios innegables. “La calidad del producto final se ve potenciada por la ausencia de productos sintéticos. Por lo que la uva, y, en consecuencia, el vino, se benefician enormemente”.

Sostenibles por norma

“La reciente normativa europea, incorporada también en la legislación española, exige a las empresas adoptar prácticas más verdes, reducir emisiones y ser sostenibles”, apunta Gallego. El problema, prosigue, está en el error pasado de la gran mayoría de empresas de externalizar los costes ambientales. “Si hubiéramos seguido en esa línea, el planeta desaparecería en mucho menos de lo esperado”.

“Si es malo para el medio ambiente, es malo para el mercado”. Con esta frase se ejemplifican los resultados del Informe Stern sobre la economía del cambio climático, elaborado en 2006 por el influyente economista lord Nicholas Stern a petición del Gobierno de Reino Unido. Tal como concluyen la gran mayoría de los consultores expertos en sostenibilidad y ecología empresarial, el coste de invertir en la transición verde de tu empresa es mucho menor a los que tendrán los efectos del cambio climático en el conjunto de los negocios a nivel mundial.

Este cambio no es solo una tendencia pasajera, es una exigencia futura. Aunque el proceso de certificación ecológica lleva tiempo – tres años para ser precisos – la pareja de viticultores no está particularmente preocupada por el sello legal. Lo que realmente les importa es la calidad del producto, la forma de trabajar y, por supuesto, su compromiso con la decisión tomada hace ya más de dos años. Más allá de los desafíos, como el control de la vegetación adventicia, están las recompensas: suelos vivos, vinos más saludables y un profundo respeto por el medio ambiente. Y con grandes bodegas ya adoptando prácticas similares, parece que el futuro del vino, tanto en San Esteban de Gormaz como en el resto de España, es sin duda ecológico.