Si hay un pueblo que sienta verdadera adoración por los trajes, ese es el británico, y su cuna es Savile Row, distinguida calle del barrio de Mayfair y escuela considerada a nivel mundial como el Olimpo de la sastrería. Cerca, en King’s Road, abrió una tienda, en 1983, ‘Jeremy Hackett’. Empezó comprando ropa de segunda mano, la renovaba, la lavaba en seco, reparaba y la vendía. Éxito arrollador. Él amaba las prendas hechas a mano, maravillosas, y orientadas a gente que no se podía permitir derrochar mucho dinero en estrenarlas. Problemas con el flujo de existencias empujó a Jeremy a confeccionar su propia colección de trajes. El boca a boca, y el cuerpo a cuerpo, se expandió como la pólvora y, en poco tiempo Hackett London se ha convertido en una marca global con más de 200 boutiques en todos los rincones del mundo.
El patrón, esa es la clave
Como toda firma de ropa que se precie, lanza sus propias colecciones al albur de cada temporada, pero si hay algo que la distingue son sus servicios de sastrería que abarcan desde el Made to Measure (a medida), hasta el Personal Tailoring (más customizado) y el más exclusivo Bespoke, en el que el cliente lo elige todo todo, y que solo se despacha en su tienda insignia londinense, en el 14 de Savile Row y en otras direcciones del Reino Unido pero, eso sí, con cita previa. No es un ecosistema confuso, aunque en ocasiones da la sensación de que uno se superpone sobre otro, como una chaqueta sobre una camisa. Personal Tailoring son las piezas que están parcialmente ya confeccionadas. El cliente escoge entre multitud de prendas de la colección ‘ready to wear’. Puede cambiar el forro, la configuración de los botones, diferentes bolsillos… Hasta en un 60% puede estampar su sello personal.
Las siluetas y el estilo van desde los modelos Chelsea o Mayfair, pasando por los más modernos Windsor o Belgravia y se fabrican en Isla Mauricio, por una empresa llamada Wenson. En la primera cita se toman las medias. Unas seis semanas después el traje regresa a la tienda, se prueba y se realizan los ajustes necesarios y, siete días más tarde, se comprueba que está todo en su sitio, el cliente se lo vuelve a poner y ‘et voilà’, a disfrutarlo.

Piezas y cortes únicos
Los hechos a medida (Made to Measure) se fabrican en Italia a partir de un patrón completamente único, que tiene como base el clásico traje sastre inglés, pero con las líneas más suaves y redondas, más europeo y se llega a este servicio en las tiendas de Savile Row y en la de Jermyn Street. Aquí caben muchas más posibilidades de ajuste: de los puños, de la parte inferior de las piernas, el ancho, el número de botones, el forro… Su belleza está en su acabado manual y en ese extra de lujo individual que aporta el usuario. Su proceso consta de tres pasos: en el primero los asesores de sastrería le dan a la cinta métrica y aconsejan sobre el diseño, la silueta y demás detalles; en la segunda fase es cuando entran en acción los maestros de la sastrería que viven en Italia, los que cosen y manejan la tijera con sabiduría y, al cabo de unas siete semanas, el traje aterriza en la tienda, se prueba y, si el cliente desea algún pequeño ajuste, pues dos semanas más; y en el último escalón la prueba final en la que el afortunado comprador se regodea con él delante del espejo.
Este servicio comienza en unos 2.050 euros. Son piezas únicas, que nadie más llevará. La filosofía de Hackett London comenzaría con una sencilla pregunta: “¿Qué tiene usted en mente?” Luego lo cincelan hasta que su equipo de sastres sepa exactamente lo que el cliente está buscando. Es el aspecto, la sensación, el ambiente, lo que él espera de ese traje, porque es la armadura del hombre moderno. Que al salir de la tienda se sientan un poco más orgullosos que cuando entraron.

La máxima personalización posible
Imagínense un rompecabezas con un patrón esbozado, al que es necesario ir colocando los diferentes ‘cubos’ en su sitio, uno tras otro, sin sobresaltos ni huecos vacíos: la costura del hombro, el largo de la manga, el cuello, los bolsillos internos y externos, el acabado del ojal, los botones, en fin, todo un agradable y reconfortante proceso… es el servicio Bespoke, el nivel máximo de personalización, que conlleva cuatro etapas.
Esta sensacional ‘carrera’ empieza con una consulta inicial en plan distendido que tiene lugar en una sala de tonos verdes, en la que se charla amistosamente con él, se le ofrecen algunos aperitivos y, tras un rato de conversación se le traslada al cuarto de corte. Escoge el tejido principal, el forro, en fin, las características básicas de la prenda y el ‘Headcutter’ le toma las medidas y perfila el patrón. Luego viene lo que Hackett London llama ‘Baste Fitting’, que tiene como objetivo alcanzar el equilibrio: cómo la chaqueta cuelga del hombro, ajustar los puntos del cuello y, en ocasiones, incluso se reposicionan las mangas según la caída de brazos del cliente.
El tercer peldaño es el ‘Forward Fitting’ o ajuste delantero, en el que se materializan los cambios de la anterior etapa. Una prueba completa ya con los revestimientos introducidos, el forro, el cuello y las mangas unidas y los ojales bien marcados y listos para cortar. Se realizan las modificaciones pertinentes y, sí, se acaricia ya el montaje final (Final Fitting): la prenda está terminada… no sin antes una prueba de última hora porque el cliente tiene que salir de Hackett London completamente satisfecho.