La clave para alimentar al mundo sin sobreexplotar los recursos (y apta para todos los bolsillos)
Tras décadas de crecimiento, la acuicultura tiene ante sí un horizonte ilusionante donde el sector se abre a nuevas especies y formas de cultivo. La FAO considera la acuicultura clave para conseguir alimentar al mundo de una forma sostenible y asequible ante las consecuencias que acarrea el cambio climático
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, conocidos como ODS, son diecisiete puntos globales interrelacionados. Se concibieron como un plan para caminar hacia un futuro sostenible, ambiental y socialmente, que permitiera vivir mejor a todas las personas del planeta. Concretamente, los ODS fueron fijados en 2015 por la Asamblea General de las Naciones Unidas que, además, escogió el 2030 como fecha en la que pretende haberlos alcanzado. Tanto es así que se incluyen en una resolución conocida coloquialmente como Agenda 2030.
Pues bien, aquí la acuicultura, que es un método de obtención de pescado que según la FAO será clave para alimentar al mundo en próximos años dado su alta eficacia y sostenibilidad, tiene mucho que decir. Entre los distintos objetivos, figuran varios que, por su esencia, se relacionan con la alimentación y la sostenibilidad, es el caso del segundo: “Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición, y promover la agricultura sostenible”. El cultivo de pescado constituye un sistema de producción que puede dar respuesta a la creciente demanda de alimentos, velando por el medioambiente y evitando la sobreexplotación de los mares y los ríos.
La FAO, la agencia de las Naciones Unidas que lidera el esfuerzo internacional para poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria para todos, y al mismo tiempo, garantizar el acceso regular a alimentos suficientes y de buena calidad, se muestra preocupada por el progresivo agotamiento de los recursos naturales. Se trata de una situación que obliga a adaptar nuestros sistemas de producción de alimentos. Y por ello, el organismo ha respaldado en diferentes ocasiones la necesidad de una acuicultura sostenible, como una forma idónea para garantizar que el pescado pueda seguir presente en nuestros platos y en el de las generaciones siguientes, con seguridad y sostenibilidad.
Así que la acuicultura es una línea estratégica fundamental de la alimentación sostenible porque, entre otras cosas, permite reducir el esfuerzo pesquero sobre especies en las que su población natural está disminuyendo -pensemos, por ejemplo, en la corvina-. Además de asegurar el suministro alimentario de pescado, la acuicultura tiene el alentador panorama de introducir nuevas especies y estudiar nuevas formas de cultivo más eficientes y cuidadosas con el medio natural. Aunque de forma directa no puede ser apreciado, también mira por la vida de los ecosistemas de la tierra al reducir la presión de la agricultura y la ganadería sobre los recursos terrestres.
A nivel de sostenibilidad medioambiental, la acuicultura se muestra como una de las maneras más efectivas de proveer de proteína animal y vegetal, gracias a sus pescados y algas, a las personas. Si analizamos la cantidad de energía y recursos necesarios para producir un kilogramo de proteína, observamos que el pescado de acuicultura requiere de menos recursos naturales que otros animales. Con todo, la acuicultura española aparece como una de las opciones de producción de pescado más responsables que además, al estar en constante innovación, persigue el progreso y la mejora de sí misma, mirando además por el bienestar animal, paso primero y esencial para definir la alimentación humana que tiene presente la ética.
La economía azul
El futuro de la acuicultura va ligado a la economía azul, es decir, aquella que reconoce la importancia del mar como motor para impulsar la economía. El potencial de crecimiento de la economía azul y su innovación es fundamental, ya que puede ser la fuente de generación de puestos de trabajo más importante cara el futuro. En relación con ello, la Unión Europea ha lanzado la estrategia a largo plazo del Crecimiento Azul o Blue Growth. Una iniciativa creada para el desarrollo de la sostenibilidad del sector marino y marítimo que defiende tanto la protección frente al impacto medioambiental de los recursos naturales del mar y de los ríos como el aprovechamiento de su valor en favor del desarrollo económico y social.
El Crecimiento Azul como plan a futuro de apoyo al progreso sostenible de los sectores marino y marítimo pone en relevancia la importancia de los mares y ríos como motores de la economía europea por su gran potencial para el crecimiento. Tiene su fundamento en la Estrategia Europa 2020 que se basa en el crecimiento inteligente, sostenible e integrador como forma de superar las deficiencias estructurales de la economía europea, para mejorar su competitividad y productividad y sustentar una economía social de mercado sostenible, siendo uno de sus objetivos el fomento de la Investigación y desarrollo tecnológico (I+D).
La acuicultura permite reducir el esfuerzo pesquero sobre especies cuya población natural está disminuyendo
La acuicultura también es responsabilidad social
Respecto al entorno social encontramos la relación de responsabilidad social que tiene la acuicultura española, donde destaca su papel vital en el desarrollo de la comunidad rural y su capacidad para crear empleo. El aprecio por mares y ríos y esta industria van de la mano, al igual que el cariño hacia las olas, mareas y cursos fluviales que tienen los habitantes de las poblaciones cercanas. La acuicultura, practicada desde tiempos de los romanos, genera puestos de trabajo apegados al territorio y a las costumbres.
En zonas de acuicultura de España como las rías gallegas, las zonas pirenaicas de Aragón y Navarra, parques naturales, sierras y valles como los de la Loja en Granada o Fuentidueña en Segovia, la acuicultura es la principal actividad generadora de empleo estable y arraigo poblacional. Las instalaciones de acuicultura velan por el entorno en el que se encuentran y bajo estrictas medidas paisajísticas y de sostenibilidad para reducir su impacto en los alrededores.
Cada sector necesita de investigación y desarrollo, así como de personal especializado que contribuya a su crecimiento, por lo que cuando hablamos del fomento del empleo aparejado a la acuicultura, pensamos también en el sector empresarial que busca oportunidades en un mercado en crecimiento, así como en el músculo investigador del país, es decir, las centenas de ingenieros, biólogos, científicos, biotecnólogos e investigadores implicados. La consolidación de la aceptación y consumo de estas especies es posible gracias al trabajo de divulgadores, comunicadores y profesionales del ámbito gastronómico que dan a conocer las propiedades de pescados y mariscos de nuevo cultivo.
Un paso adelante para alimentarnos mejor
El futuro de la acuicultura pasa también por los avances tecnológicos. Como en otras industrias, el big data y la minería de datos permiten mejorar la gestión de las actividades de la nueva acuicultura, un sistema que ofrece alimento para la población mundial y que está muy lejos de las grises piscifactorías. Se emplean sistemas informáticos que pueden crear modelos comparativos y predictivos de las cosechas, pudiendo así comparar el rendimiento de diferentes períodos y brindando valiosa información a los productores acuícolas. Además, al igual que sucede en otros sectores, las aplicaciones de tecnología avanzada hacen más fácil a los acuicultores la tarea de rastrear información sobre la salud de los animales que crían.
A través de algoritmos establecidos por el big data y la inteligencia artificial, los productores acuícolas pueden prevenir y analizar el bienestar de los peces y la calidad del agua; con ello, son capaces de mejorar sus tasas de conversión alimenticia y saber si sus peces se encuentran bajo factores de estrés biológico. O dicho de otro modo, pueden mejorar el bienestar animal, minimizar el uso de recursos y aumentar la calidad de un producto alimenticio que nos da numerosos beneficios y nutrientes para cuidar de nuestro organismo.