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Por qué Aranjuez es la capital española de las mariposas

Bernardo Álvarez-Villar

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La reserva natural de El Regajal-Mar de Ontígola acoge más de 300 especies de mariposas, un insecto de gran valor ambiental y fundamental para el equilibrio de un ecosistema

La ciudad de Aranjuez, el segundo municipio más grande de la Comunidad de Madrid después de su capital, es conocida sobre todo por su Palacio Real, sus coquetos parques y jardines a la francesa, su decimonónica estación de tren de estilo neomudéjar y sus apacibles paseos junto al Tajo. Pero Aranjuez, aunque pocos lo sepan, alberga también una de las mayores reservas de mariposas de Europa. Tanta es la importancia de su colonia de lepidópteros que, allá por 1991, se decidió que el trazado de la autopista A4 a su paso por Aranjuez tuviese 27 curvas en apenas 16 kilómetros para respetar el hábitat de estos insectos.

La reserva natural El Regajal-Mar de Ontígola, de una extensión de 635 hectáreas, congrega al menos 300 tipos de mariposas, entre especies diurnas y nocturnas. La reserva contiene más de la mitad de las mariposas diurnas de la Comunidad de Madrid, y un tercio de las de toda España. Tanto es así que Aranjuez es una auténtica capital de las mariposas donde, entre otras, se encuentran especies como la Macroglossum stellatarum, una de las más veloces (capaz de volar a 60 kilómetros por hora) o la Saturnia pyri, la más grande de las mariposas europeas (con un tamaño que puede alcanzar los 18 centímetros). Pero también todo lo contrario, pues lo cierto es que las mariposas de la reserva El Regajal-Mar de Ontígona se caracterizan por su pequeño tamaño, como la prueban las numerosas subespecies con el apellido de “minima”, “chikita” o “infima”.

La reserva natural El Regajal-Mar de Ontígola congrega al menos 300 tipos de mariposas, entre especies diurnas y nocturnas

“Ya a finales del siglo XIX, gracias al ferrocarril, muchos entomólogos visitan Aranjuez para estudiar a las mariposas de El Regajal”, cuenta Antonio García, vicepresidente de la asociación Zerynthia para la protección de las mariposas. Por la riqueza y variedad de sus especies, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza declaró en 1979 a El Regajal como la quinta prioridad mundial en la conservación de las mariposas. Esta reserva natural, creada en 1994, es la primera y única iniciativa de conservacionismo del hábitat de los lepidópteros en nuestro país. España es, de hecho, el segundo país europeo, solo por detrás de Italia, con una mayor variedad mariposas diurnas: 257 especies. “No valoramos lo que tenemos”, lamenta García.

Un paraíso de la biodiversidad en declive

“Si ahí viven las mariposas es porque el hábitat no se ha alterado”, resume García cuando se le pregunta el porqué de esa abundancia de mariposas en Aranjuez. Los lepidópteros, como cualquier organismo, dependen de unas condiciones concretas capaces de suministrarles alimento y refugio. Las características del clima, la riqueza del suelo y la presencia de plantas nutricias son los factores más importantes para que una colonia de mariposas se pueda desarrollar en un enclave. Esta estrecha interrelación es la que explica también su fragilidad. Si debido a un cambio en las condiciones climáticas esas plantas merman o desaparecen, también lo harán los lepidópteros que se alimentan de ellas, tal y como recuerda Fundación Endesa.

“La biodiversidad se ha ido perdiendo, tanto cuantitativa como cualitativamente. Lo que alertábamos desde hace años ha ocurrido finalmente»

En la reserva natural El Regajal-Mar de Ontígola encontramos una flora muy diversificada y de gran singularidad, influenciada sobre todo por la presencia de yesos y carbonatos en los suelos de la zona. Entre las especies vegetales hay que destacar la coscoja o chaparra, el durillo, el laurel, el romero, el rusco y los madroños. También madreselvas, como la hiedra o la zarzaparrilla, o flores como la manzanilla bastarda, la aulaga, la coronilla del rey, el espliego, el asperón o el lino azulado. Pero tampoco este paraíso de la biodiversidad está al margen del deterioro medioambiental, pese a todos los esfuerzos por protegerlo. En un estudio realizado sobre la evolución de las especies de mariposas en El Regajal-Mar de Ontígola, se detectó que, al cabo de 25 años, ocho especies habían desaparecido y otras 28 estaban en riesgo de hacerlo. “Desgraciadamente”, lamenta José González Granados, concejal de Medio Ambiente del municipio, entomólogo y autor de varios libros sobre la reserva, “la biodiversidad se ha ido perdiendo, tanto cuantitativa como cualitativamente. Lo que alertábamos desde hace años ha ocurrido finalmente”.

Esta tendencia no es exclusiva de la reserva. A nivel mundial, se estima que en las últimas décadas han desaparecido cerca del 70% de las mariposas debido al cambio climático y al deterioro medioambiental. Solo en Europa la población de lepidópteros ha disminuido en un 30% desde el año 1990.

Solo en Europa, la población de lepidópteros ha disminuido en un 30% desde el año 1990 

Fuente: Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA)

Pesticidas, deforestación y cambio climático

“Para proteger a una mariposa hay que proteger su hábitat”, empieza explicando el vicepresidente de Zerynthia, “y, por eso, son tan importantes las reservas y microreservas de mariposas”. ¿Y cuáles son las amenazas que ponen en riesgo su hábitat? “Los pesticidas son una de ellas. En zonas de extensiones grandes de monocultivo es muy difícil que las mariposas puedan vivir. También influye el deterioro del medio por el urbanismo o la construcción de infraestructuras”, responde García. Y se podría citar también la degradación de los suelos y la desaparición de los bosques.

También el cambio climático hace notar sus consecuencias sobre estos insectos: “Está afectando sobre todo a las mariposas alpinas, que necesitan una cierta altura y temperatura para vivir. Al subir las temperaturas las mariposas tienen que ascender, pero llega un punto que no pueden seguir subiendo a consecuencia del clima. Tenemos un ejemplo muy claro en la sierra del Guadarrama: las mariposas eran antes abundantísimas, pero ahora cada vez hay menos y están más arriba. Están dirigiéndose a su desaparición”.

«Para proteger a una mariposa hay que proteger su hábitat. Por eso, son tan importantes las reservas y microreservas de mariposas»

Los indicios están ahí para quien quiera verlos. Desde hace unos años se pueden encontrar en El Regajal-Mar de Ontígola especies como la mariposa tigre o la mariposa monarca, típicas de climas tropicales o subtropicales y que solían encontrarse en la costa de Cádiz. Las mariposas, como buena parte de los insectos, son un bioindicador y un sensor de alarma que sirven para tomarle el pulso a la salud de un ecosistema. Como son polinizadores, son una especie fundamental en la cadena trófica que se usa para conocer la diversidad existente en los ecosistemas (por ejemplo, que existan otros artrópodos). Es decir, si hay muchas especies diferentes, estamos ante un ecosistema sano. Sin embargo, se calcula que la tasa de desaparición de insectos es ocho veces superior a la de aves, reptiles y mamíferos.

“La mariposa, lo primero de todo, resulta atractiva, es popular y es bonita”, dice García en defensa de la especie, “pero además es que las mariposas son una especie paraguas que sirve para proteger a otros insectos [los conocidos como artrópodos: insectos, arácnidos, crustáceos…]  que, aunque no son tan llamativos, son igual de interesantes”. Es mucho lo que nos jugamos con la protección de los insectos. Tanto es así que si desapareciesen, se calcula que la vida en nuestro planeta colapsaría al cabo de pocas semanas.

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