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LÁGRIMAS

¿Han cambiado los hombres? La nueva masculinidad a debate

Las emociones siguen siendo el talón de Aquiles de tópicos masculinos. ¿Es de blandengues expresarlas o los hombres del siglo XXI las abrazan como símbolo de su seguridad e igualdad? Lo analizamos con el director y los alumnos del Máster de Nuevas Masculinidades de la Universidad de Castilla-La Mancha

María Cáceres

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La gente me observa. Aun así lloro. Tengo el hombro de Dios para llorar. Y lloro mucho. Lloro mucho en mi trabajo. Apuesto a que he derramado más lágrimas de las que usted puede contar». Sin tapujos y con total naturalidad, George W. Bush habló en su biografía de su emocionalidad. Nadie le acusó de ser “menos hombre” por llorar. No es el único. Hemos visto a políticos como Barack Obama, José María Aznar, Miguel Ángel Moratinos o Pablo Iglesias derramar lágrimas ejerciendo sus funciones; a decenas de deportistas llorando al retirarse, abandonar un club (desde Sergio Ramos hasta Messi), ganar o perder un trofeo; a príncipes herederos como Federico de Dinamarca, que no escondieron las lágrimas en su boda; a actores, cantantes (y no solo a David Bustamante)… 

La lista es larga, por lo que aún sorprende que hoy permanezca indeleble un tópico tan rancio como el de que “los hombres no lloran”. De hecho, según el estudio Men in Change, realizado por Punto de Fuga para Arena en 2020 entre más de 1.400 españoles, un 42% de los encuestados afirmaban que se sienten “menos hombres” por expresar sus sentimientos y emociones. ¿Llorar sigue siendo considerado un comportamiento de hombre blandengue, parafraseando a El Fary, en pleno siglo XXI o, por fin, han abrazado los hombres sus emociones como sinónimo de fortaleza y seguridad? Este debate es el que, precisamente, pone sobre la mesa la campaña de Pikolin Haz algo que te quite el sueño, con la que la célebre marca de colchones quiere seguir rompiendo con los estereotipos y reivindicar que los hombres más fuertes son los que dejan atrás los clichés, disfrutan de sus pasiones, viven sus sentimientos, se emocionan y, por supuesto, lloran. 

``He visto a muchos hombres llorar por sus hijos, por ejemplo, o emocionarse con una sonrisa``

“La emoción se ha asociado tradicionalmente a la vulnerabilidad y, por ende, a una visión estereotipada de feminidad. Comoquiera que la definición de masculinidad tradicional se ha fundamentado en el rechazo de la feminidad y todo lo femenino, los hombres han tenido que negar sus emociones. Sin embargo, cada vez hay más hombres que «lloran» y expresan sus emociones abiertamente”, explica el profesor José María Armengol, director del Máster en Estudios de Masculinidades de la Universidad de Castilla-La Mancha, catedrático de Estudios de Género y Literatura Estadounidense e investigador principal del proyecto MASCAGE sobre masculinidad y envejecimiento, financiado por el programa Gendernet Plus Era-Net Co-fund de la Unión Europea. 

“En mi entorno más cercano, he visto a muchos hombres llorar por sus hijos, por ejemplo, o emocionarse con una sonrisa. Hay que decir también que una caricia o un abrazo, incluso una sonrisa, una mirada o un gesto, son formas igualmente válidas de expresar y comunicar emociones. Y ello ocurre mucho más a menudo de lo que creemos”, agrega. “Para mí sí es normal externalizar y expresar mis emociones. No me avergüenza nada hacerlo ni me hacen sentir menos hombre, todo lo contrario”, explica Juan José Arroyo Paniagua, doctorando y alumno del Máster de Nuevas Masculinidades de la UCLM de 37 años.

DESMONTANDO TÓPICOS: LAS NUEVAS MASCULINIDADES

Pese a todo, frases tópicas como “los hombres no lloran”, “llorar es de niñas”, “los hombres de verdad son fuertes y poderosos”, “hay cosas de hombres y cosas de mujeres”… siguen conviviendo con nosotros. Armengol y sus alumnos coinciden en que son ideas “totalmente desfasadas pero, por otro lado, hay hombres que todavía se aferran a ellas”, analiza el profesor. “Ello tiene al final consecuencias negativas tanto para los propios varones (algunos de los cuales siguen sufren de represión y autocensura emocionales, con nefastos efectos para su salud mental) como para las mujeres (algunas de las cuales deben convivir con hombres que son incapaces de mostrar afecto y cercanía ya sea como pareja o como padres). De todos modos, creo que las nuevas generaciones son cada vez más críticas con estos conceptos tradicionales de masculinidad, precisamente porque se han dado cuenta de que acaban socavando tanto sus relaciones afectivas como su propio bienestar emocional”.

“Hay muchos hombres que lloran y que expresan sus sentimientos. Hay hombres que no están interesados en el poder y en ser «fuertes». Creo que estos entendimientos patriarcales de antaño, aunque aún presentes y elogiados por muchos hombres, están cambiando en las nuevas generaciones”, coincide Arroyo Paniagua. Tanto es así que para él hablar de nuevas masculinidades es hablar de “hombres más cariñosos, más cercanos, que muestran sus sentimientos y no tienen miedo a abrirse sentimentalmente con sus parejas, familiares y amigos. En mi entorno, en líneas generales, los hombres que veo sí se comportan más acorde a esta definición”.

“Los hombres que veo son más cariñosos, cercanos y no tienen miedo a abrirse sentimentalmente``

Por nuevas masculinidades, matiza Armengol, podemos entender «formas de ser hombre que rechazan el sexismo, el racismo y la homofobia. Una nueva masculinidad real implica necesariamente modelos igualitarios respecto a estos colectivos”. Sin embargo, añade Nilton Damian Angelo Subia, sociólogo de 31 años y también alumno del Máster de Nuevas Masculinidades de la UCLM, aún perviven tópicos difíciles de cambiar asociados a la competencia, la virilidad y los roles estereotipados de género. El propio discurso social, asegura, sigue entendiendo que “las emociones relacionadas con la ternura, el amor o el cuidado como algo contrario a los hombres. La primera reflexión es que al igual que los roles de género, las emociones también se dividieron según el sistema sexo-género con emociones propias y adecuadas para hombres de acuerdo a la masculinidad tradicional tales como la ira y otras como la ternura propias de la feminidad tradicional”. 

Su compañero Juan José Arroyo Paniagua destaca que “históricamente se ha asociado al dicho popular que los hombres son racionales y las mujeres sentimentales. Es una mentira. Creo que ambos géneros pueden ser igual de racionales y de sentimentales, solo hay que cambiar la educación que se nos da de críos para que sea más igualitaria y respetuosa. Para mí, una situación sentimental o familiar, una película, canción o libro pueden mover y/o externalizar mis emociones. Creo que es algo bueno y bonito. Antaño, y aunque sigue pasando, los hombres solo externalizaban las emociones negativas, como la ira o la frustración, que solían representarse en violencia (verbal y física). Aunque en un pasado fui así, llevo mucho trabajando en cambiar esos aspectos y abrirme más. Y puedo decir que hace mucho que lo conseguí”, reflexiona.

SER HOMBRE: PRIVILEGIO VS CARGA

“Ser hombre sigue siendo un privilegio en muchos contextos y lugares del mundo”, asevera tajante el profesor Armengol. Basta mirar, por ejemplo, las cifras del techo de cristal (en España, según el INE de 2020, el porcentaje de mujeres en el conjunto de consejos de administración de las empresas que forman parte del Ibex 35 fue del 27,7%) o las estadísticas de quienes sustentan los cuidados en la sociedad (el 70% de las horas dedicadas al trabajo doméstico no remunerado recae en mujeres, según el Instituto Europeo par la Igualdad de Género, o el 87% de las excedencias por cuidado de familiares que se concedieron en España en 2020, apunta el INE, fueron de mujeres). Pero, agrega, ser hombre también hoy lleva asociados ciertos peajes por la permanencia de esos conceptos tradicionales de masculinidad.

 “Cada vez hay más hombres que se han dado cuenta de que el privilegio implica también costes, a veces muy altos, tanto en sus relaciones con mujeres como con otros hombres. Muchos varones no quieren repetir los modelos masculinos que heredaron de sus padres y quieren ser mejores padres y mejores parejas, por ejemplo, participando equitativamente en el cuidado de sus hijos y del hogar”. Otro de los lugares donde se está haciendo más visible es en la jubilación, tal y como indica Armengol. “Muchos hombres se han quedado exclusivamente en la esfera pública y cuando se jubilan se encuentran totalmente perdidos porque no tienen un rol en la familia. En el caso de las mujeres, en general, esa transición es mejor”. Algo ante lo que, asegura, es también importante poner el foco porque si a las nuevas generaciones se les presupone una educación más igualitaria y, por tanto, entender y defender conceptos no hegemónicos de masculinidad, son los hombres mayores, con una educación generalmente más tradicional pero también con una edad que se presume con mayor seguridad y libertad, los que tienen que ver que «es un buen momento para repensar la masculinidad en sentido positivo».

Los hombres (también) lloran en el metaverso

“La sensibilidad siempre se ha usado como arma arrojadiza contra nosotros”, asegura el artista urbano Belin. Para romper con ello, se ha aliado con Pikolin para crear una obra de arte en formato NFT con el que “quiero poner en valor nuestras lágrimas y derribar clichés en favor de las nuevas masculinidades”. La obra digital titulada Lágrimas y de estilo postneocubista, representa a un hombre fuerte que siente y es capaz de expresar sus emociones, la tristeza y la alegría con sus lágrimas, sin miedo a sentirse juzgado ni “menos hombre”. “Es un retrato autobiográfico de los sentimientos vividos desde una perspectiva masculina. La comunidad en busca de la equidad, donde visibilizar una realidad y poner los sentimientos masculinos fuera de los estándares sociales hacen el cambio”, asegura Belin. 

De este modo, el artista jienense entra en el mundo del metaverso con su primer NFT que, además, tiene un fin social. Lo recaudado en la subasta (que ha estado abierta aquí) se va a destinar a becar a los futuros estudiantes del Máster en Estudios de Masculinidades de la Universidad de Castilla-La Mancha.

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Este contenido ha sido desarrollado por Content Factory, la unidad de contenidos de marca de Vocento, con Pikolin. En su elaboración no ha intervenido la redacción de este medio.