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El retrete, un invento silencioso más importante de lo que crees

Con motivo del Día Mundial del Saneamiento, la ONU recuerda la importancia de este prodigioso invento, esencial en nuestra vida y, todavía, una asignatura pendiente en muchos lugares del planeta

Panorámica de la Biofactoría La Farfana, en Chile. Es donde se creó el modelo de biofactorías y que recibió el premio de Naciones Unidas a la mejor innovación mundial para hacer frente al cambio climático

Gonzalo Garzón

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El retrete es una de esas cosas tan básicas que, en el día a día, apenas somos conscientes de su existencia. Y, sin embargo, juega un papel absolutamente fundamental en materia de salud pública.

Este 19 de noviembre se celebra el Día Mundial del Saneamiento. Una jornada que tiene por objetivo concienciar a la sociedad sobre la importancia de un salvavidas que evita la transmisión de enfermedades y facilita la salubridad de los espacios. De hecho, las Naciones Unidas recogen la relevancia capital del saneamiento en su Agenda 2030, concretamente en el objetivo número 6: “Agua y saneamiento para todos”.

Este 2021, el foco se pone precisamente en los retretes. Con el lema “Who cares about toilets?” (¿A quién le importan los retretes?) la ONU quiere invitar a la reflexión sobre una realidad que sufren cerca de 3.600 millones de personas en el todo mundo que, actualmente, carecen de acceso a sistemas de saneamiento. El dato es más que significativo: la mitad de la población mundial no tiene acceso a servicios de saneamiento apropiados De todas esas personas, 494 millones no tienen acceso a un retrete, por lo que se ven abocadas a defecar al aire libre. Y de ellas, el 92% viven en áreas rurales.

Aunque la situación ha ido mejorando en los últimos años, los avances son aún tímidos e insuficientes. Desde el año 2016, los servicios de saneamiento gestionados de manera segura pasaron de un 47% a un 54% a nivel global. Una mejora que no parece satisfactoria si de lo que se trata es de alcanzar los objetivos de la agenda 2030: ese año, y manteniendo las ratios actuales de progreso, solo se habrá alcanzado hasta el 67% de cobertura de personas a nivel mundial.

“Las inversiones en agua, saneamiento e higiene deben ser una prioridad mundial si queremos poner fin a esta pandemia y crear sistemas de salud más resilientes”, señala el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

La humanidad vive, además, una situación especialmente delicada: el cambio climático representa una amenaza para los sistemas de saneamiento, especialmente los más vulnerables. Las inundaciones, las sequías y el aumento del nivel del mar pueden dañar los diferentes elementos que componen los sistemas, como las tuberías, los tanques y las plantas de tratamiento. Además, un sistema adecuado de saneamiento es una pieza fundamental a la hora de proteger y mantener nuestra seguridad sanitaria y detener la propagación de enfermedades infecciosas como la COVID-19, el cólera y la fiebre tifoidea.

Una panorámica de la Biofactoría Sur de Granada, referente en economía circular

España goza de unos servicios de agua urbana satisfactorios que mejoran año a año

En nuestro país, la situación es bien distinta a la que se da en otras latitudes. Pero eso no significa que no haya un amplio margen de mejora. Aunque España goza de unos servicios de agua urbana satisfactorios que mejoran año a año, seguimos siendo un país con mucho por hacer en materia de recogida y tratamiento de aguas residuales, especialmente en cuanto a inversión para completar el 100% de la cobertura en saneamiento y la renovación de este tipo de infraestructuras. De hecho, la Unión Europea insta a los estados miembros a seguir avanzando en la cobertura total de tratamiento de agua y a apostar por el tratamiento avanzado en zonas urbanas.

Agbar, comprometida con la calidad

El grupo Agbar, encargado de la gestión integral del ciclo del agua, trabaja en la dirección que marca la agenda de la ONU de cara al año 2030. De hecho, la compañía se compromete a garantizar el suministro de agua y saneamiento de calidad allí donde está presente. En la actualidad, Agbar tiene en España 793 plantas depuradoras, y en 2020 trató 1.062,9 hm3, lo que equivale a tratar el agua de más de 350.000 piscinas olímpicas.

Las inundaciones, las sequías y el aumento del nivel del mar pueden dañar los elementos que componen los sistemas, como las tuberías, los tanques y las plantas de tratamiento

Pero el futuro también pasa por un necesario cambio de modelo. Actualmente, Agbar está evolucionando el modelo de las plantas depuradoras tradicionales en las llamadas “biofactorías”. Se trata de plantas que, además de trabajar en el tratamiento de agua, cumplen con toda una serie de objetivos comprometidos con la sostenibilidad. Entre otros, la regeneración del agua que depura la planta, la valorización de los residuos generados en el proceso de depuración o el balance energético cero, consistente en el autoabastecimiento con energía producida en la misma planta y la alimentación de la flota eléctrica de la compañía, incluso aportando a la red eléctrica en caso de que haya excedente.

Este avanzado modelo consiguió el premio Naciones Unidas a la mejor innovación mundial de cambio climático (2018). El premio fue recogido por Aguas Andinas, empresa del grupo que opera en Chile, que fue pionera en este modelo. Actualmente, también se aplica en diferentes puntos de España, como la Biofactoría Sur de Granada o la del Baix Llobregat, en Barcelona, una de las de las mayores y más modernas plantas de saneamiento de aguas residuales de Europa. El futuro ya está aquí, y pasa por una gestión del saneamiento que nos permita afrontar los retos de futuro con todas las garantías.

¡No es una papelera!

Con motivo del Día Mundial del Saneamiento, Agbar recuerda la importancia de usar bien la red. Uno de los errores más extendidos es utilizar el retrete como si se tratara de una papelera: colillas, aceite, toallitas higiénicas, pañales de bebé, bastoncillos de algodón… Son artículos que nunca deberían acabar en el inodoro, pues ello acarrea una costosa factura tanto en lo económico como en lo medioambiental.

Además de provocar importantes atascos en las tuberías de las comunidades de vecinos y en las redes de alcantarillado, estos objetos pueden llegar a saturar los colectores de saneamiento, provocando vertidos de aguas residuales. No se trata de un problema menor según la Asociación Española de Abastecimiento de Aguas y Saneamiento (AEAS), en una ciudad española de unos 300.000 habitantes se recogen alrededor de 10 kilos de estos residuos por persona al año.

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