De Cádiz a Santiago, cuatro escapadas únicas para empaparse del otoño
Si hay una época perfecta para viajar en busca de la espectacularidad esa es el otoño, con sus hipnóticos colores y luz. Si no sabes por dónde empezar, apunta estos cuatro Paradores en una ruta que para en Cádiz, Benircarló, La Granja y Santiago de Compostela
Para Albert Camus el otoño siempre ha sido “una segunda primavera”. Pero, pensándolo bien, ni siquiera le hace falta al último trimestre del año compararse con ninguna otra estación porque tiene méritos por sí mismo para cautivarnos a todos. Y es que desde prácticamente cualquier rincón de nuestro país se puede disfrutar de su luz especial, suave y sutil que llega, colándose entre las nubes, tras el sol cegador del verano. También en todos los lugares el otoño despliega su abanico de colores hipnótico, tiñendo los paisajes de tonos ocre, rojizos, verdes y amarronados. Y en ningún sitio de nuestra geografía faltan tampoco los sonidos característicos del otoño: el silbido de la brisa, el crujido de las hojas secas al caminar o los graznidos de las aves que se marchan en busca de lugares más cálidos antes de que llegue el invierno.
Sin embargo, aunque el otoño despliega sus virtudes por la mayoría de rincones, hay lugares donde el encanto es aún mayor. Lugares singulares y evocadores. Destinos que cuentan historias, sorprenden con sus paisajes y nos hacen enamorarnos del entorno. En la ciudad o en la naturaleza, diferentes entre sí, pero con un elemento común: en ellos te espera un Parador desde donde disfrutar de la experiencia de viajar en esta época del año con el turismo sostenible y el respeto y apoyo al desarrollo local como máximas, además de con todas las medidas de seguridad necesarias. Paradores ha sido la primera gran cadena hotelera de España certificada con el sello Safe Tourism Certified, un reconocimiento del Instituto para la Calidad Turística Española por cumplir las máximas garantías higiénico-sanitarias.
Cuatro destinos para enamorarse (más) del otoño
Parador de Cádiz, el lugar desde el que coleccionar atardeceres
Que los destinos costeros no son solo para el verano lo demuestra Cádiz, la ciudad que huele a mar y que invita a dejarse llevar y a coleccionar un atardecer tras otro desde su playa de La Caleta. Pero no todos sus atractivos son marinos. La ciudad más antigua de Occidente también conquista por su catedral, sus barrios Pópulo y Santa María, y su pescaíto frito. Los amantes del diseño quedarán cautivados ante la arquitectura moderna que exhibe el Parador de Cádiz, un edificio de líneas vanguardistas a base de formas y materiales de lo más diversos, que lo convierten en una auténtica joya.
Desde cualquier punto del Parador, como son las terrazas, las elegantes y amplias habitaciones, su exclusiva piscina o su relajante spa, se puede disfrutar de las vistas a la bahía. La posibilidad de degustar una tortilla de camarones, erizos de mar o cualquier otra de las especialidades del restaurante mirando al océano es irresistible. El Parador de Cádiz goza de una excelente situación y pone a disposición de sus clientes 124 habitaciones, 9 salones y, entre otros servicios y prestaciones, un spa para relajarse y revitalizarse, ya sea a través de su circuito o de su carta de tratamientos.
Parador de Benicarló, un balcón mediterráneo
Y no dejamos los destinos marinos porque cualquier momento del año es perfecto para recargar las pilas cerca de la playa. A escasos 30 metros de ella se encuentra el Parador de Benicarló, un confortable hotel con vistas a las olas que goza del clima privilegiado del que hace gala la Comunidad Valenciana. En este lugar podrás encontrar un remanso de paz en el que desconectar del mundo dando un paseo por su exótico jardín de palmeras o deleitándote con sus vistas al imponente castillo de Peñíscola.
De visita obligada es su restaurante, donde se sirve una magnífica cocina de pescado, marisco y platos típicos de la zona, como arroces (de pescado, verduras, negro…) y fideúas. Comida mediterránea a base de productos recién pescados y de la huerta. El Parador de Benicarló es de reciente construcción y cuenta con 106 habitaciones, zona deportiva, infantil, piscina, terrazas y una amplia oferta de restauración.
Parador de Santiago, arte, peregrinos y gastronomía
La ciudad por excelencia de los peregrinos también ofrece un Parador desde el que admirar su arquitectura. El Parador de Santiago de Compostela se encuentra en la mismísima Plaza del Obradoiro, junto a la que es una de las catedrales más visitadas de todo el mundo. Se trata de uno de los hoteles más lujosos y antiguos de España, que nació como hospital real con los Reyes Católicos, por lo que hoy se conoce como Hostal dos Reis Católicos. Una fachada plateresca en su exterior, cuatro claustros, pasillos elegantes y espectaculares habitaciones ya serían motivo de sobra para hacerle una visita, pero además, el hotel dispone de la mayor colección de obras pictóricas de la Escuela de Madrid de Paradores.
La gastronomía es también un arte en el Parador de Santiago. Sus dos restaurantes conquistan a todo tipo de paladares: uno ofrece cocina creativa y a la vanguardia y el otro, recetas de tradición gallega. Ambos utilizan para sus elaboraciones productos de mercado y kilómetro cero. Como detalle de su carácter único, el Parador ofrece una comida gratuita a los diez primeros peregrinos que entren en sus instalaciones.
Parador de La Granja, naturaleza y desconexión
Y de un lugar histórico a otro que también lo es. El Parador de La Granja se sitúa a solo 11 kilómetros de Segovia, en el Real Sitio de La Granja de San Ildefonso, declarado Conjunto Monumental. Está compuesto por la Casa de los Infantes, construida en el siglo XVIII por Carlos III. Un exclusivo escenario de 127 habitaciones luminosas y confortables en plena Sierra de Guadarrama, que además cuenta con un spa de modernas instalaciones y con tres patios interiores en cuatro alturas visibles mediante arcos de medio punto.
Su restaurante permite degustar el típico cochinillo y cordero asado en el horno de leña, que los más golosos coronarán con un postre a base de mazapán, migas con chocolate o ponche de yema. Y es que hay que coger fuerzas en este lugar, porque tanto los amantes del arte y de la historia como los fanáticos de la naturaleza tienen todo tipo de actividades para mantenerse ocupados en todo momento: los primeros pueden recrearse visitando los palacios de La Granja y Riofrío y para los que persiguen el color verde incluso en otoño, el Pinar de Valsaín propone un sinfín de rutas de senderismo. Cualquier camino es bueno para dejarse llevar por los encantos del paisaje.