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Lavarse los dientes no es suficiente: trucos para una correcta higiene bucal

Saber cuánto y cómo cepillar los dientes, conocer el dentífrico que mejor se adapta a nuestras necesidades o aprender a utilizar correctamente el hilo dental son algunos de los factores que debemos llevar a cabo si queremos presumir de una sonrisa sana y bonita

Ángela Zorrilla

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La sonrisa es el espejo del alma, el lenguaje universal, el idioma de las personas inteligentes y la mejor carta de presentación. Puede significar más que todo aquello que vemos, hacernos sentir vivos e, incluso, levantarnos el ánimo. Precisamente por esto, la higiene bucal es considerada por la OMS (Organización Mundial de la Salud) esencial para la buena salud y el bienestar en general de las personas. Sin embargo, en muchas ocasiones a la salud bucodental no se le otorga la importancia que merece. A esto se le suma el desconocimiento de los hábitos saludables que debemos seguir diariamente o de los elementos indispensables que debemos utilizar para una correcta higiene dental. Y ahí es donde entra el juego el factor psicológico, ese que afecta a las capacidades rutinarias, al estado anímico, a la autoestima personal y a la fisionomía,  puesto que el dolor constante, los problemas de encías o la ausencia de algunas piezas pueden incrementar la inseguridad y originar problemas serios.  

Así, aprender las prácticas diarias esenciales para el cuidado de la salud bucodental evitará tener que pedir cita o acudir de urgencia al dentista para que nos recete un tratamiento que subsane las zonas afectadas, como la estructura mandibular, los dientes y las encías, evitando que el problema pase a mayores. Pero esto no quiere decir que no sean imprescindibles las revisiones periódicas con nuestro odontólogo o la realización de determinadas pruebas cada cierto tiempo, ya que la relación entre la salud bucodental y la general es correlativa, es decir, si una persona es propensa a tener enfermedades, lo más probable es que su estado bucodental también se vea perjudicado. 

A día de hoy, aún son muchas las personas que consideran suficiente el hecho de lavarse los dientes a diario o utilizar el hilo dental todas las mañanas para lograr una salud bucodental ejemplar, pero la realidad va mucho más allá. Al igual que hay alimentos que influyen de manera positiva (ricos en calcio, sin color o con fibra) y negativa (azucarados, bebidas carbonatadas o grasas saturadas) en nuestra higiene bucal, también existen una serie de recomendaciones y consejos higiénicos con los que conseguir una boca sana por dentro y por fuera. 

1. Realizar un cepillado correcto

Todo el mundo sabe la importancia de cepillarse los dientes y encías todos los días después de cada comida. Pero también hay que dedicarle el tiempo necesario (al menos dos minutos) a realizar movimientos desde dentro hacia afuera para ayudar a la eliminación de los restos de alimentos. ¿La clave? Inclinar el cepillo en un ángulo de 45º contra el borde de la encía y deslizarlo unidireccionalmente hacia el borde del diente. Después, hay que cepillar la superficie de masticación de cada diente con movimientos cortos de atrás hacia delante y viceversa. Se debe hacer lo mismo con la lengua y los carrillos por dentro y por fuera para eliminar las baterías y, por supuesto, refrescar el aliento. 

Además, no debemos olvidarnos de sustituir el cepillo cada tres meses y utilizar el cepillo de dientes adecuado para nosotros. Un cepillo manual de cerdas suaves (para aquellas personas que tienen las encías sensibles) es perfecto para eliminar la placa y los restos alimenticios evitando el sangrado. En cambio, el de cerdas duras es para aquellos que tienen la boca sana, aunque haya que tener cuidado con los movimientos bruscos para no dañar el esmalte. Por otro lado, los que incorporan un cabezal pequeño llegan mejor a todas las zonas de la boca por su tamaño. Otra muy buena alternativa son los cepillos dentales eléctricos, que reducen más y mejor la placa bacteriana. Además, son perfectos para aquellas personas que tienen dificultades para cepillarse o una destreza manual limitada. 

2. Elegir el dentífrico adecuado a las necesidades de cada uno 

En la actualidad, el abanico de opciones en cuanto a pastas dentales es prácticamente infinito. Sin embargo, es necesario saber cuál es la que mejor se amolda a nuestras peculiaridades dentales. Existen los dentífricos anti-caries, con alto contenido en flúor;  blanqueadores, que facilitan la eliminación de manchas superficiales en el esmalte; anti-sarro, que retardan el proceso de calcificación de la placa bacteriana; hipersensibles, que obstruyen los poros que llegan al nervio reduciendo el dolor y anti-gingivales, que ayudan a controlar la placa dental y a prevenir la infección de los tejidos de la encía.

3. Incluir la limpieza interdental

El cepillado solo llega al 60% de la superficie del diente, por lo que, para llegar al 40% restante, es necesario incluir cepillos interproximales e hilo dental para eliminar todas las bacterias. El segundo es perfecto para todos aquellos que tienen poco espacio entre los dientes, mientras que los primeros, gracias a sus filamentos de caucho, son ideales para los que tienen espacios de diferentes tamaños y quieren eliminar los restos de comida y la placa suavemente. Pese a parecer fácil, el hilo dental también tiene su aquel. Para hacer un uso correcto, hay que separar y cortar 45 cm, dejando entre 3 y 5 cm para trabajar. Después, hay que seguir suavemente las curvas de los dientes. Cada vez que se introduce el hilo en un espacio interdental, se aplica primero en la superficie posterior del diente anterior y luego en la anterior del diente posterior. Por último, hay que limpiar debajo de la encía pero evitando golpear el hilo contra ella misma. 

4. Usar enjuague bucal

Su objetivo es simple: llegar al 100% de la boca durante los 30 segundos que se recomienda enjuagarse después de cada lavado (sin tragarlo). Así, conseguimos prolongar la protección de dientes y encías, al mismo tiempo que reforzamos el esmalte. Eso sí, no se debe diluir con agua, ya que se puede ver afectada la eficacia del producto, ni tampoco utilizar más cantidad de la que se indica en las instrucciones del producto. Efecto anti-caries, blanqueador, frescura intensa, reductores de sensibilidad… 

5. Acudir al dentista al menos una vez al año

Como último consejo, los expertos recomiendan acudir al dentista al menos una vez al año para asegurar una adecuada atención bucal, al igual que para mantener una higiene dental con garantía máxima. De esta forma, si percibes algún síntoma o irregularidad bucodental, pedir cita con un profesional evitará que el problema sea irreversible.

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