El año que vivimos peligrosamente
La crisis sanitaria tuvo pronto un impacto económico y social que casi nadie imaginaba: la actividad productiva se paró
francisco suárez álamo
Las Palmas de Gran Canaria
Domingo, 14 de marzo 2021, 00:48
Hemos aprendido mucho: ya sabemos qué es un coronavirus, el significado concreto de la resiliencia, cómo escala y cómo desescala la curva de contagios, para qué sirve la cogobernanza y para qué no... También hemos hecho nuestras las mascarillas, la distancia social, la nueva normalidad, lo del codo con codo, los aforos reducidos... Pero que no vuelvan a decirnos aquello de que íbamos a salir más unidos y que iba a aflorar lo mejor de nosotros con esa pandemia. Porque no solo no ha sido así, sino que ha ocurrido todo lo contrario.
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La crisis sanitaria derivada de la pandemia por la covid-19 ha superado más de un año de vida, pero se cumplen doce meses de aquel 14 de marzo en 2020 en que el presidente el Gobierno de España, compareció para anunciar la activación del estado de alarma. Era una figura incorporada al ordenamiento y que se había utilizado durante la huelga de controladores aéreos, pero no se nos pasaba por la cabeza el alcance que iba a tener aquella alarma. Nos vimos de la noche a la mañana encerrados en casa, asistimos a la estampa de los militares patrullando las calles, renunciamos por decretos a ver a los mayores que estaban en residencias y nos alejamos los unos de los otros.
Es verdad que descubrimos otras cosas, como convertir la casa en la oficina y comprobar que hacer cola ante un comercio no es algo exclusivo de los países poco desarrollados. Es más, entrábamos en los supermercados y de repente faltaban productos que entendíamos como básicos... aunque no lo fueran tanto, porque lo de la levadura es digno de diván de psicoanalista. También nos volvimos digitales a pasos acelerados, con las plataformas audiovisuales de películas y series haciendo su agosto en pleno marzo.
La crisis sanitaria tuvo pronto un impacto económico y social que casi nadie imaginaba: la actividad productiva se paró. Pero se paró casi por completo. Sobre todo aquellos negocios que precisan del tránsito de personas. El turismo es el ejemplo que más de cerca toca a Canarias pero el impacto ha sido generalizado
Porque de esta crisis no se salva nadie. Es más, seguramente se trata del crac más 'democrático' de los últimos siglos, pues el coronavirus dichoso se lleva por delante tanto a ricos como a clases medias y pobres, y se ha cebado especialmente con países que pensábamos que eran inmunes a estas crisis:Estados Unidos y el Reino Unido, por ejemplo.
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Y frente a la resignación de la ciudadanía, la respuesta fuera de lugar de otros agentes que son clave en la convivencia y sobre todo cuando vienen, como es el caso, nubarrones. Por eso es mejor que no nos recuerden aquello de que íbamos a salir más fuertes, más unidos y mejores personas: no hay más que leer las actas de lo dicho, lo vivido y lo jaleado este año en el Congreso.
Un año, en suma. que vivimos peligrosamente, demasiado peligrosamente. Y que dejó por el camino a muchos. A demasiados.
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