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Las Palmas de Gran Canaria
Sábado, 30 de enero 2021, 11:05
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El diario 'La Vanguardia' recoge testimonios de un intermediario del negocio de la inmigración asentado en Dajla, donde opera con impunidad.
Tras el negocio de las pateras hay nombres y apellidos. Pero casi siempre en el anonimato. En contadas ocasiones dan la cara. Uno de ellos es Akram, que lleva tres de sus 27 años de vida traficando con migrantes desde las costas africanas, en concreto desde el Sáhara, hacia las islas. En un reportaje publicado por el periódico 'La Vanguardia', Akram (nombre falso) admite abiertamente: «Si la UE me paga, no envío pateras. En cuanto al volumen de su negocio, aporta una cifra:unos ingresos de 70.000 euros en octubre y noviembre de 2020.
Akram asegura que hay trabajo de sobra. «Antes cada semana salían una o dos barcas, ahora algunas noches, 10 o 15 pateras. Una locura. Yo mismo he mandado seis en dos meses», relata al periódico catalán. «Si te pasas, vas a prisión. Unos enviaron 27 barcas y la policía les ha cogido. Luego solo estás 4 o 5 meses en la cárcel porque pagas y sales, pero hay que controlarse».
En el reportaje Akram agrega: «Ahora hay mucha demanda, vienen chicos de todo Marruecos y los precios suben». Añade que el repunte de la demanda de plazas para subir a una patera ha permitido cobrar unos 2.000 euros por el 'billete', 500 euros más que en verano. «No siempre es fácil, pero pagamos bien, 5.000 euros por travesía. El piloto siempre es marroquí con doble nacionalidad española o papeles, cuando llega se camufla en el pasaje y al cabo de unos días vuelve en avión». A esa cifra el intermediario tiene que añadir unos 20.000 euros por la embarcación y el combustible. Yluego hay otro pago clave: unos 10.000 euros por barca para el mando policial de turno mire para otro lado y deje salir la barquilla.
Las salidas se producen preferentemenet de noche, en una franja muy amplia de costa, de unos 10 a110 kilómetros a las afueras de Dajla. En el reportaje, Akram añade:«A la policía y a los 'passeurs' nos interesa la migración. Ganamos dinero juntos. Cada dos o tres meses, detienen a un 'passeur' para demostrar que hacen su trabajo, pero no tengo miedo; tengo buenos contactos». Y a la pregunta de si se puede atajar el tráfico de migrantes, la respuesta es clara: «Si el Gobierno español o la Unión Europea me pagan, mañana dejo de enviar migrantes a Canarias».
«Si interceptan a mis clientes y los devuelven a la costa, les garantizo que les volveré a enviar sin pagar más. Solo marroquíes, ya no paso a africanos. Los negros no tienen dinero y no son de fiar. Si les pilla la policía, te delatan», prosigue.
Finalmente, admite que «el minuto de verles subir a la barca sí es un poco difícil. Les ves esas caras de miedo, esas miradas asustadas y te das cuenta del riesgo. Ese momento es difícil, pero después se me olvida». «No duermo en 48 horas. Estoy nervioso por si ocurre algo. Luego, cuando llegan y me mandan vídeos me siento feliz y duermo 24 horas seguidas».
Con el fin de atajar el trabajo de las mafias, la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Gendarmería marroquí han establecido una línea de contacto permanente, con presencia incluso de gendarmes del país magrebí en las islas, para conocer cómo trabajan esas redes y quiénes las controlan.
El principal escollo es en muchos casos el silencio de quienes llegan en las pateras, que se niegan a reconocer incluso quién hace las veces de patrón por medio a represalias a sus familias en los lugares de origen.
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