Caridad Romero del Mas. /
Caridad Romero del Mas. /
Caridad Romero del Más llegó a la isla en 1971. Era una joven licenciada, con experiencia en gestión laboral y empresarial, y con un carácter y una fuerza arrolladora.
«Nadie daba un duro por Lanzarote», cuenta con la simpatía que siempre la ha distinguido. «Apenas había nada; el Fokker que te traía tenía menos fiabilidad que un mosquito, no había luz, agua... Pero había que venir a conformar el sindicato vertical por orden de Madrid. Yo había terminado la carrera de Graduado Social, había sacado plaza en la Administración del Estado, y pedí destino en la Delegación del Ministerio de la Vivienda en Las Palmas de Gran Canaria, donde vivía mi hermana. Como nadie quería venir le dije a mi jefe; yo me apunto a ese jaleo».
Originaria de Asturias -aunque nació en Illueca, Zaragoza, en una familia de comerciantes- tenía una sólida formación y sabía hablar alemán, lo que le valió para entre otros proyectos adelantados a su tiempo, tomar parte en la creación en los 70 de la primera colonia nudista de Europa en el Charco del Palo.
Pronto quedó cautivada por la belleza de la isla. Su temperamento y su simpatía le abrieron las puertas e hizo no pocas amistades. Pero sobre todo, se puso manos a la obra, porque si en algo se ha distinguido ha sido por su capacidad de trabajo. Así que organizó el sindicato y pidió excedencia para montar su despacho de asesoría y gestión y se asentó. Después se casó con Pedro Perdomo Reyes, profesor y empresario también muy querido.
Sabía que Lanzarote estaba por construir, arrancaba el turismo, las industrias estaban en auge, la isla dejaba atrás la autarquía. Hacía falta asesoramiento, las empresas estaban huérfanas de gestión y ella tenía el conocimiento. Y llegó la transición, la conflictividad laboral, las huelgas, encierros y hasta barricadas. Era esencial negociar convenios para un verdadero progreso social tras años de dictadura y para la subsistencia de las empresas, muchas abocadas al cierre.
«Fue una etapa de agresividad y encono, 50 años bonitos», ha explicado en más de una vez Andrés Barreto -líder sindical rocoso del momento-, cuando se refiere a su terrible pugna con Caridad Romero, representante de los empresarios. Ambos se tuvieron frente a frente todo ese tiempo; en cada negociación, huelga, conflicto o convenio sectorial y jamás pudo pensar el propio Barreto que tendría que negociar con alguien tan rocoso o más que él, a pesar de tratarse de una mujer venida de fuera, única de su género en un mundo gobernadoexclusivamente por hombres.
El propio Barreto ha llegado ha señalar que las broncas en las negociaciones eran tan salvajes que hubo amenazas. «Le hicimos una pintada que decía: 'Goda, tenemos armas'. No la borró, la tuvo diez meses en la puerta del despacho, no se amedrentó». En otro conflicto reconoce que llegó a sugerir a los pescadores: «Que si Caridad se arrimaba al borde del muelle le dieran un empujón».
Lo recuerda el veterano sindicalista con cariño y admite la valentía de esta mujer, su entrega y también su carácter afable fuera de la negociación. Y pese a todo ese enconamiento hubo acuerdos. Fue precisamente ella quien negoció y articuló técnicamente todos los convenios sectoriales de la isla en turismo, pesca, construcción, hosteleríao transportes, que después se llevaron a toda Canarias. Asesoró para crear o modernizar firmas como Juan Toledo, Hormiconsa, Supermercados Marcial, Costa Lanzarote, o Ercros en Costa Teguise.
En lo profesional fue rompedora, emprendedora nata; su despacho llegó a ser de los más grandes de España en número de empleados y recibió varios premios. Fundó el Colegio de Graduados Sociales que largos años y el Consejo de Canarias. Sus colaboradores la califican de «fuera de serie». Trajo a la isla el primer ordenador; un mamotreto que compró en Alemania y con ayuda de un programador adaptó para hacer nóminas y otras labores. La recuerdan con verdadero cariño y admiración magistrados de lo Social, como Humberto Guadalupe -expresidente de la sala del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC), Cristina Rodríguez Jaimez, exdirectora provincial del INSS, y decenas de profesionales de las islas.