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Imágenes de la evolución de las coladas entre el 30 de septiembre y el 20 de octubre tomadas por el servicio de Copernicus. COPERNICUS SENTINEL-2

El de Cumbre Vieja es el volcán palmero que más superficie ha afectado desde 1430

La primera erupción en superficie del siglo XXI de La Palma ha roto el patrón descendente de la duración de las erupciones históricas

Carmen Delia Aranda

Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 21 de octubre 2021

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El volcán palmero, aún sin nombre, pasará a la historia como el más expansivo y dañino de La Palma. El proceso eruptivo, iniciado en la dorsal de Cumbre Vieja el 19 de septiembre, ha cubierto de lava más de 800 hectáreas y es el que mayor superficie ha afectado de las erupciones registradas en la isla en época histórica.

Los siete volcanes documentados cubrieron extensiones inferiores, confirma la experta en volcanismo histórico en Canarias y profesora de Geografía Física de la Universidad de La Laguna, Carmen Romero, quien realizó una cartografía que recopila los datos disponibles de los depósitos en superficie de piroclastos y coladas de las erupciones históricas. El volcán Tacande, datado entre 1430 y 1437 mediante la prueba de carbono-14, ocupó 424 hectáreas. El Tehuya, del año 1585, unas 338 hectáreas; el Tigalate (1646), 296 hectáreas; el San Antonio (1677-1678), 210 hectáreas; el Charco (1712) 441 hectáreas, mientras que el San Juan (1949), 323 hectáreas y el Teneguía (1971), unas 276 hectáreas.

Romero aclara que, si bien estos datos están infravalorados porque no incluyen la superficie ocupada por la lava bajo el mar ni los malpaíses cubiertos por coladas posteriores, ninguna de estas erupciones supera en extensión a la actual. «Ha emitido un volumen bastante mayor que el resto de los volcanes», apunta la científica.

El volcán de Cumbre Vieja también ha roto la tendencia descendente en la duración de las erupciones que parecía darse en los volcanes históricos de la isla. Así, la erupción más larga fue la del Tehuya (1585) que pasó 84 días expulsando lava; el Tigalate (1646) duró 82 días; San Antonio (1677-1678), se prolongó 66 días; el Charco (1712), 56 días; el San Juan (1949), 47 días y el más breve fue el Teneguía, que estuvo 24 días en erupción. El actual, sin embargo, ya lleva 34 días de actividad y aún no ha dado señales de remitir.

«El espacio que ocupa el centro eruptivo es muy problemático porque está justo en el sector que tiene los mejores cultivos de La Palma y la mayor densidad de población», indica Romero sobre el principal elemento diferenciador de esta erupción respecto a las anteriores.

«En este escenario, la alta vulnerabilidad se produce por el aumento de la densidad de población y la alta ocupación del territorio en este momento histórico», afirma Romero, que reconoce que, pese al brutal impacto que causado por la erupción, el índice de explosividad de este volcán es similar al del resto de las erupciones históricas. «Lo que ha cambiado es el nivel de exposición de la población y del territorio a los procesos volcánicos. Es una tristeza verlo y asistir a esto de forma cotidiana», reconoce la experta deseosa de que el volcán empiece a extinguirse.

«La gente que estamos estudiando los riesgos de desastres sabíamos que ahora hay una mayor exposición, pero una cosa es saberlo y otra, verlo en directo día a día y de forma continuada», reconoce la vulcanóloga sobre una angustia compartida por buena parte de la población canaria. «¿A cuántas personas va a afectar? ¿Cuánto daño va a hacer», comenta la experta que reconoce que detrás de esas cifras hay tragedias personales imposibles de calcular.

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