No lo conocí de manera personal, salvo algún encuentro fugaz en algún cumpleaños, pero por el conocimiento que tengo de Alexis Ravelo, a través de ... amigos intermedios, entiendo que no le hubiera importado que parafraseara su famoso lema, «¡Lean, carajo!», para titular este artículo.
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El escepticismo respecto a la participación en los sistemas electorales sigue conquistando territorio en una peligrosa tendencia que amalgama motivaciones tan dispares y contradictorias, y no siempre ligadas, como el descontento con el sistema de partidos, las veleidades autoritarias o el convencimiento de que el acto de depositar el voto en la urna es una mera ilusión frente a un ansia de participación más elevado.
Cualquier decisión que adopte el próximo 28M es legítima, pero conviene no perder la perspectiva de que cualquier deslegitimación del sistema democrático puede representar un riesgo que justifique cualquier cosa. Todavía hay voces que se muestran comprensivas con el golpe militar de 1936 bajo el argumento de que «la república era un desastre».
Cada papeleta importa, sea por una candidatura, opte por dejar el sobre en blanco o prefiera meter en la urna un voto nulo
Desde este convencimiento, entiendo la participación como algo fundamental. Desde que te levantas por la mañana y pones el pie en el suelo, estás rodeado de unas circunstancias que vienen determinadas por la organización político-social. Cuando se sube a la guagua, cuando no le recogen la basura, cuando un trabajador de una empresa de seguridad privada decide si usted entra o no en el Ayuntamiento..., todo es el resultado del modo en que está organizada nuestra comunidad y de los gestores que elegimos cada cuatro años.
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Por eso es necesario el voto, con independencia de que sea por una candidatura, en blanco o nulo. Todos hablan de condicionamientos y frustraciones, de anhelos, revanchas y esperanzas, pero en cada papeleta subyace un latido democrático que a mí me sigue ilusionando. No localizo la cita, y puede que me equivoque si se la atribuyo a García Cotarelo, pero de mi etapa universitaria recuerdo una frase que decía que el voto nunca era racional ni irracional, sino una estructura derivada de la actividad humana.
Cada papeleta que cae en la urna es un ancla que fondea la democracia a nuestra realidad. No sean apáticos y el próximo 28 de mayo ¡voten, carajo! Y lean, también lean.
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