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«Me quitarán a mi hijo sin poder luchar por él»

«Me quitarán a mi hijo sin poder luchar por él»

Eva busca sin descanso un techo bajo el que estar tranquila y un sueldo para vivir. Ambas cosas serían lo único que le permitirían quedarse con el bebé que espera

Juan Pérez Benítez

Domingo, 16 de octubre 2022

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Ser madre es lo mejor que me ha pasado en esta vida, lo daría todo por mi niño», revela Eva Ramos Medina, una joven teldense de 24 años, pensando en el hijo de dos años que tiene en común con su expareja, al que solo puede ver un par de veces por las tardes entre semana tras quitarle la custodia. Además, ahora, por circunstancias de la vida, se ha vuelto a quedar embarazada sin buscarlo y se siente más sola y desamparada que nunca. Está de seis meses y el servicio de menores ya le ha adelantado que no podrá quedarse con el bebé que tiene en su interior si antes de que nazca no consigue una vivienda y una remuneración estable. Algo que a día de hoy, siendo realista, «solo lo podría conseguir con un milagro».

Eva lleva dos años viviendo en donde puede y con trabajos esporádicos. Actualmente se encuentra en paro y durante un tiempo durmió en un edificio abandonado de La Barranquera, pero no duró mucho en este lugar ya que había más gente dentro, sobre todo hombres, que le hacían sentirse en muchas ocasiones insegura y con «mucho miedo». Hasta hace poco estuvo varias semanas quedándose en una casa deshabitada en el barrio de Marzagán. La vivienda no tenía nada en su interior, pero consiguió un sofá viejo y sobre él estuvo quedándose dos meses.

«En ningún momento mi intención ha sido destrozar o quedarme con una casa que no me pertenece, pero mejor eso que dormir en un banco o en un cajero», declara. Así se mantuvo hasta la llegada de la tormenta tropical Hermine, cuando una amiga, preocupada por ella, le ofreció quedarse en el sillón de su casa por unos días. «Estoy intentando encontrar algo para irme. Sé que no le estoy dejando intimidad con su familia y eso me pone muy incómoda», declara consciente de que tampoco tiene otro lugar a donde ir actualmente.

Sin apoyo familiar

Desde los 4 años se crió con su tía en La Garita. Su padre falleció, su madre está en una residencia y no tiene a nadie más que le eche una mano en su familia. Desde que lo dejó con su expareja no encontró a nadie de su entorno que le prestara cobijo, ha tenido que hacerse fuerte y sacarse ella misma las castañas del fuego como buenamente puede. Sus ratos favoritos, y los que le animan a seguir hacia adelante, son las pocas horas que puede compartir con su hijo en el parque o de paseo.

Necesita un trabajo para quedarse a su segundo hijo. Tiene experiencia como camarera, cuidando a personas mayores o limpiadora pero ella misma reconoce que ahora lo tiene muy difícil. «¿Quién me va a dar un trabajo estando embarazada? Nadie», implora. Son algunas de las buenas amistades que todavía conserva quienes le extienden la mano para que pueda salir adelante, además de las pocas ayudas que recibe de ONGs o de los servicios sociales.

«Después de dos años los servicios sociales me ha empezado a arreglar la paga del Ingreso Mínimo Vital (IMV), pero no sé cuánto tardarán. Cuando me quitaron a mi primer hijo me dejaron con una mano delante y otra detrás», reclama. Pone el grito en el cielo para que las instituciones le den un lugar donde sentirse protegida sin ser una carga para nadie, «por lo menos hasta que pueda tener un sueldo o una paga y pueda buscarme una habitación compartida», asegura.

A pesar de todo lo que le está tocando sufrir y luchar para salir adelante, sigue siendo una chica muy risueña. La alegría que desprende y la sonrisa que dibuja su cara no se van, aunque la procesión va por dentro. Mientras el mundo de la política se tira cosas en cara y se preocupa por cosas del primer mundo, Eva solo desea poder dormir por las noches abrazada a sus dos hijos, para al día siguiente volver a verles crecer. Y por ahora solo lo ve como eso, un sueño inalcanzable.

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