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Decepción. Esa es la palabra que resume la sensación que se les quedó al grupo de feligreses que este martes se reunió con el obispo, José Mazuelos, para hacerle llegar la petición de que reconsidere su decisión de trasladar a Tafira, en la capital, al párroco de San Juan, José María Cabrera. Y también malestar por el trato que dicen que les dispensó la máxima autoridad de la Diócesis de Canarias, del que esperaban más sensibilidad.
Entre otras cosas, se quejan de que restara valor a las más de 500 firmas recogidas estos días como prueba de que la desolación causada por la salida de Cabrera es generalizada. «Nos dijo que a él le daban igual 5 que 1.000». Según afirman, les recordó que hay que creer en Dios, no en los hombres o en los curas, y les instó a que si tanto les gustaba cómo da las misas Cabrera, solo tenían que ir a escucharlas a Tafira, a apenas 15 minutos en coche desde Telde.
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El obispo les justificó el traslado por la necesidad de cambiar de destino a los curas de forma periódica y también por la falta de sacerdotes en la diócesis. El regusto amargo que se les quedó en el cuerpo les ha llevado a suspender la recogida de firmas. El último día de Cabrera será este domingo.
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