Las obras en la iglesia de Santa Lucía, con el 70% de micropilotes colocados
La rehabilitación del edificio, con peligro de hundimiento, comenzó en octubre y tendrá una duración de 18 meses con una inversión de casi un millón de euros
Las obras de rehabilitación de la iglesia de Santa Lucía avanzan según lo previsto y ya cuentan con más del 70% de los micropilotes colocados en el perímetro del templo, fundamentales para reforzar la cimentación del edificio, que presentaba un serio riesgo de hundimiento. Los trabajos comenzaron en octubre y tienen una duración estimada de 18 meses y una inversión de casi un millón de euros (948.569,73 euros).
El proyecto, adjudicado a la empresa Preconte, cuenta con financiación de la Diócesis de Canarias, que aporta la mayor cuantía, 398.569,73 euros, del Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana (350.000) y el Cabildo de Gran Canaria ( 200.000). Los trabajos están dirigidos por el arquitecto Ricardo Santana y el aparejador Juan Rodríguez.
Santana detalla que lo más importante de la intervención es el refuerzo estructural del subsuelo para asegurar la estabilidad de la iglesia y evitar su deterioro futuro. Para ello, se colocarán en total alrededor de 50 micropilotes, es decir, una barra de acero que se introduce en el terreno entre 11 y 14 metros. Esta acción permitirá la contención de los muros de la fachada lateral y trasera fundamentalmente, ya que en la parte superior de los micropilotes se instalarán unos encepados, que contienen unas vigas puente, que atravesarán los cimientos de los muros, por lo que trabajarán solidariamente con la estructura actual para evitar que se hunda.
Demolición de los antiguos salones
Durante la obra se procederá también a la demolición de los antiguos salones parroquiales, una construcción anexa sin valor patrimonial. Eso se hará cuando se asegure la cimentación del edificio principal y se coloque una estructura detrás de la pared donde está habitualmente la talla de Santa Lucía para evitar que durante el derrumbe haya vibraciones y se vea afectada o aparezcan nuevas grietas.
La futura demolición de esta estructura está dejando estos días una curiosa imagen en los laterales del inmueble, ya que se ha realizado un corte vertical, desde el suelo al techo, que separa ya en parte el templo de los salones para delimitar lo que será derruido.
La demolición se hará por trozos de pared, controlada, para evitar que afecte a la estructura de la iglesia. Tras estas tareas se tendrán que poner más micropilotes en el subsuelo antes de levantar el nuevo edificio.
De momento se han instalado una veintena de estas barras, el 70% de los que lleva el perímetro de lo que es el templo en sí, aunque quedan más de una veintena por poner en la nueva construcción para reforzar así el suelo, muy inestable y que es lo que ha provocado que el edificio se haya hundido en uno de los laterales y hayan aparecido peligrosas grietas en los muros.
En estos primeros meses todo está centrado en la cimentación y la contención del terreno y dentro de seis u ocho meses esperan tener la estructura del nuevo edificio, para después continuar con las tareas más finas, las de carpintería, enfoscado y revestimiento, entre otras.
Tres plantas
Tras las obras no solo se conseguirá la cimentación, sino que se ganará una planta en el edificio trasero. Pasará a tener tres, con un semisótano que servirá de almacén parroquial, una planta baja accesible para Cáritas y catequesis, y otra sala en la segunda.
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Cabe recordar que no es la primera vez que se realiza una intervención en el templo, que tras su bendición en 1906 se continuó construyendo hasta mediados de los años 50 del siglo XX, añadiendo el conjunto de salones anexos en su fachada trasera original. La primera referencia de informe de daños está datada en 1995 y en 2008 se realizaron obras de consolidación al aparecer nuevas grietas en el lateral derecho. Sin embargo, en 2019 volvieron a salir.
Un sector del templo sigue abierto y las fiestas de diciembre se adaptarán
Durante las tareas de rehabilitación, para evitar que los feligreses se queden sin misas o sin poder acceder al templo durante un año y medio, se han tomado ciertas medidas. Por ejemplo, las misas se seguirán celebrando cada semana en una zona acotada dentro de la iglesia, que ocupa aproximadamente un tercio del edificio, aunque el altar no se utilizará por motivos de seguridad ya que queda en la parte que tiene restringido el acceso.
Otra cuestión será la celebración de las fiestas principales de Santa Lucía, el 13 de diciembre, que tendrán que adaptarse ya que no podrán hacerse los actos como habitualmente. La misa principal y el pregón no podrán desarrollarse en el interior y se trabaja con la idea de poder hacerlo en el exterior, junto a la fachada principal.
Además, durante esos días de fiestas patronales, la talla de Santa Lucía permanecerá en el vestíbulo de entrada de la iglesia, donde se habilitará un espacio de oración controlado al que podrán acceder un número limitado de personas a la vez.
Para que las obras interfieran lo menos posible con los festejos, el objetivo es que la demolición de los salones parroquiales se realice durante este mes de noviembre o como mucho en los primeros días de diciembre, para que cuando lleguen los días principales ya se haya limpiado de escombros la parte trasera y el lateral del templo y el entorno sea seguro para albergar algunas de las actividades.
En toda esta planificación, tanto el Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana como el Cabildo y la parroquia trabajan de forma coordinada para compatibilizar la celebración de la patrona del municipio con el desarrollo de las obras de restauración.