El lunar que salvó a la Candelaria de Ingenio
Restauración. La talla de la patrona vuelve a su parroquia este viernes. Una intervención compleja restaura el interior de la cabeza de la imagen, atacada por xilófagos
A la Virgen de la Candelaria, patrona de Ingenio, le había salido un lunar en la mejilla y eso no es buena señal en una talla de madera. En la piel de una escultura puede ser la pista involuntaria que ha dejado un intruso, el xilófago, un tipo de insecto. El párroco, Jesús Vega, se dio cuenta y buscó el auxilio de una profesional. Tenía razón. La imagen estaba dañada, más incluso de lo que parecía a priori. La restauradora Amparo Caballero ultima estos días una compleja intervención que al final se ha saldado con éxito y que ha salvado la estructura de la talla de esta valiosa pieza artística del siglo XVIII, de 1797, y de escuela sevillana.
La imagen luce en mitad de su taller, en la capital, en el que comparte espacio con otras obras pendientes o en proceso de restauración. Pese a que está alejada del aura de sacralidad con la que se la suele envolver en su templo, no pierde esa serena elegancia, casi divina, que desprenden este tipo de imágenes. «No se puede decir que sea uno de mis trabajos más complejos, pero sí reconozco que no me lo esperaba, la afección era bastante más grande de lo que en un principio aparentaba». El buen hacer de Caballero no dejará huellas perceptibles al ojo humano. Nadie notará nada. Sin embargo, para que la intervención fuera eficaz, tuvo incluso que practicarle varias incisiones en la zona dañada por las que aplicó el tratamiento para su desinsectación.
Caballero habla de sorpresa porque fue la que se llevó cuando ya tuvo a la Virgen bajo su custodia. Inicialmente, cuando valoró los daños 'in situ', en la propia iglesia de Ingenio, no pensó que fuera para tanto. Introdujo el instrumental preciso por el orificio resultado del ataque xilófago para averiguar el alcance de la lesión y no entró del todo, la madera estaba aparentemente compacta y sellada; además, le hizo sonorizaciones que no delataban zonas huecas en el interior, luego creyó que estaban de enhorabuena. Explica que en los casos más graves, el xilófago se come hasta la preparación o estuco y deja la capa pictórica extremadamente frágil, casi al aire, sin soporte. «De tal modo que la tocas con el dedo y se te hunde». Pero en esta pieza no había nada de eso.
Cuando llegó a su taller, allá por el mes de marzo pasado, la sometió a un tratamiento curativo de desinsectación. «Le inyecté fungicida y la mantuve herméticamente cerrada en plástico algo más de un mes». Aprovechó la propia perforación de la mejilla para inyectar esa solución. Pero cuando la sacó de la bolsa, al introducir de nuevo el instrumental, esa vez sí penetró. Y no solo eso. Notó que describía una trayectoria que no le gustó porque era muy inusual. «Normalmente el ataque del insecto xilófago llega hasta la película pictórica, pero, en este caso, las galerías eran muy profundas». Fue entonces cuando decidió recurrir a la radiología para hacer un estudio completo de la imagen y entonces saltó la sorpresa. «Descubrimos que estaba atacado en gran parte del rostro de la Virgen». ¿Y cómo logró despistarle? Según Caballero, el insecto se había comido la madera, es decir, el soporte, pero no la preparación, que se hace con sulfato cálcico y cola orgánica animal y que es una capa entre la madera y la policromía, la pintura. «La preparación de esta talla es muy gruesa, y puede que por eso el xilófago no lograse entrar en ella, o que tuviese algún componente que funcionara como repelente». Al menos el resto de la imagen no presentaba daños internos, ni el cuerpo y ropajes de la Candelaria ni el Niño Jesús.
El nuevo diagnóstico obligó a un tratamiento de desinsectación más intenso. Estuvo otros dos meses envuelta, pero esta vez en film de barrera de aluminio que mandó a buscar a Londres y que, junto a absorbentes de oxígeno introducidos en la bolsa, consiguen erradicar el ataque de insectos, esta vez por anoxia. Y funcionó. «Han salido insectos muertos, y no son de hace 20 años». Como la superficie del rostro, salvo la perforación de la mejilla, estaba prácticamente intacta, tuvo que practicar incisiones muy estudiadas para que hiciesen las veces de ventanas que le evitasen trabajar a ciegas. Además, así favorecía también la evaporación de los productos consolidantes.
La superficie que quedó hueca la rellenó mediante inyección con una resina especial para madera. A eso se le llama consolidar el soporte. Pero tampoco fue fácil, porque la cabeza de la talla presenta otra singularidad, que ya le habían desvelado las radiografías. «No es una pieza única, sino que está formada por varios bloques de madera pegados, y la de la cara, que es la que se talla, es una madera distinta, más blanda y porosa». Esa morfología le complicó la consolidación. «Inyectaba el consolidante y no rellenaba la cavidad, sino que se metía entre los recovecos de los bloques, por lo que no parecía tener fin». Esa fue otra de las razones por las que tuvo que practicar aberturas que facilitaran el acceso del material consolidante y controlar su trayectoria y disposición.
Pero lo peor quedó resuelto. La restauradora ya consolidó el soporte (mediante el relleno de lo que estaba hueco), reintegró la preparación con estuco en las incisiones que le practicó, y reintegró la policromía. La operación culmina con la aplicación de una protección final que funciona también como filtro para los rayos ultravioleta. Además, dio un tratamiento fungicida a la parte interior de la base, que, por ser posterior y de madera de pino, también estaba picada; le hizo una limpieza general superficial a la obra, sin tocar intervenciones anteriores; ha consolidado partes del soporte, como pliegues del ropaje del Niño o de la Virgen que estaban frágiles o rotas posiblemente a causa de la manipulación; y luego ha llevado a cabo una reintegración cromática en partes que estaban desgastadas, como en la cara interior de la mano derecha, que presentaba abrasión, fruto, probablemente, del roce con la vela o candela que sujeta.
Así las cosas, y si todo sale según lo previsto, la patrona de Ingenio podrá volver a su parroquia este viernes 15 de octubre. La feligresía, huérfana de su presencia siete meses, le ha preparado un programa de bienvenida que se prolongará hasta el día 23. Empezarán con un repique de campanas y un saluda del sacerdote y le seguirán varias misas varios días amenizadas por los Coros y Danzas de Ingenio (la del día 15), la Banda de la Sociedad Musical Villa de Ingenio (16) y el Coro Parroquial y Andrea (17). El programa incluye dos charlas. Una, el 16, a cargo de la propia restauradora, que explicará la intervención realizada, y otra, el 17, por Aurelio Torres, que dará cuenta de la historia de la devoción a esta imagen.