Reboso de aguas fecales en La Isleta
Vecinos de la calle Gordillo denuncian que los bajos de sus bloques se anegan de aguas negras por el mal estado del alcantarillado y demandan una solución urgente al Ayuntamiento
Begoña Martín es una vecina de La Isleta que se ve obligada a realizar un ritual no deseado cuando entra en su casa. Tras pisar el charco de aguas residuales que brota en su zaguán y se desborda en la calle Gordillo, sube las escaleras y, al llegar a la puerta de su casa, se despoja del calzado y limpia las suelas con lejía. «Me tengo que quitar las playeras antes de entrar en casa y limpiarlas bien porque no voy a meter esa mierda en casa», explicó esta ciudadana.
Su edificio, en el que viven seis familias, no es el único afectado por las inundaciones recurrentes de aguas negras que se producen en la calle Gordillo, en concreto en el tramo comprendido entre las calles Bentaguayre y Los Pinzones.
Otras viviendas y negocios de la zona también se ven afectados por este inconveniente que tanto trastorna las condiciones de vida de vecinos y empresarios.
El origen de sus quejas
El problema está bajo tierra. La antigüedad de las conducciones que están colocadas en la parte alta de La Isleta -algunas datan todavía de los años 50- convierten en un imposible cualquier intento de reparar. Hay que renovar. En 2016 se calculó que poner al día toda la red del barrio portuario requeriría al menos de una inversión cercana a los 2,5 millones de euros.
El deterioro de la red va dando señales. Es probable que la contaminación fecal que mantiene la prohibición de bañarse en El Confital esté relacionado con el mal estado de las tuberías del barrio de Las Coloradas.
Y algo similar puede estar ocurriendo en la calle Gordillo.
Afluentes y atascos
En el caso de Begoña y sus vecinos, el agua mana del cuarto de contadores del suministro de abasto.
En otros edificios, como el de Irene Álamo, el problema principal se produce en el aparcamiento, donde han llegado a reventar literalmente las cañerías, provocando una inundación de aguas fecales que ha llegado a alcanzar un metro de altura y ha entrado en los pisos que están en la primera planta.
Aquí, el problema es que cuando se atoran las conducciones, colapsa el sistema de evacuación de todo el bloque y revientan las tuberías por los primeros pisos.
«Una cosa es tener que limpiar tu mierda, y otra cosa muy diferente es tener que hacerlo con la de todo el bloque», explican los afectados por esta situación.
Trasteros y garajes inundados
Uno de los peores momentos que tuvieron que vivir estos vecinos fue cuando reventó el desagüe general y el trastero de Irene Álamo se inundó literalmente de aguas negras. «Aquí alcanzó un metro de altura, estaba todo lleno de aguas fecales», recuerda, «el olor era insoportable, esto no es vida, imagina que tienes todo esto lleno de cacas».
El problema no se quedó ahí. Al final, esa riada de desechos acabó desembocando en el foso del ascensor, que quedó inutilizado. Y gracias, porque como advierte Francisco Arbelo, otro de los afectados, «si no acaba en el foso del ascensor, tapa todos los coches del garaje».
A Irene Álamo el miedo a que se vuelva a reventar la tubería que está en su cuarto le ha provocado ya varios perjuicios: el primero es que ya no guarda nada en el trastero por miedo a que las aguas negras acaben por estropear todo lo que almacene allí; y el segundo es que «ya se me ha ido algún inquilino por este hecho recurrente».
Cuatro grandes riadas
En los últimos dos años, las casas han quedado anegadas de excreciones en cuatro ocasiones. Pero filtraciones a menor escala son mucho más frecuentes, incluso las que salen de algún edificio y llegan a la calle, como le ocurre al inmueble donde reside Begoña Martín.
Los vecinos no se cansan de llamar a la compañía mixta de aguas, Emalsa, que siempre les envía un camión de impulsión-succión para vaciar de aguas fecales la arqueta del edificio y reducir así el riesgo de que haya filtraciones indeseadas al interior de las viviendas.
Sin embargo, desde la empresa se les ha aclarado que la actuación que se necesita «excede de nuestra competencia». Emalsa ya dio traslado de estos problemas a la unidad técnica de Aguas del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria.
Obra prometida en abril
De hecho, la concejala de Servicios Públicos, Inmaculada Medina, visitó a estos vecinos el pasado mes de abril. «Nos dijo que la obra se iba a empezar ya y que antes del verano estaría acabada», recordó Arbelo. Pero a estas alturas del año, la actuación ni siquiera está adjudicada.
Desde el Consistorio capitalino se informó de que será una obra menor que se adjudicará en breve, si bien no se dio detalle ni de la duración de las obras, ni del coste, ni del inicio de las mismas.
La incertidumbre en que quedan los vecinos provoca malestar. «La dejadez de nuestro Ayuntamiento en este caso, por un problema ya conocido desde hace años, nos hace sentir desamparados y con la sensación de que no estamos recibiendo el servicio por el que pagamos impuestos, como el resto de ciudadanos», expone Álamo en un escrito remitido al Consistorio en septiembre de 2021, «la situación es insostenible ya que, aparte de la insalubridad que supone, provoca daños materiales y perjudica el descanso de los vecinos porque el problema puede surgir en cualquier momento».
Antonio Figuerola, presidente de la comunidad de vecinos, denuncia que el problema se ha agudizado en los últimos años sin que el Ayuntamiento se apreste a solucionarlo.
Y Begoña lamenta que desde estas letras no se pueda compartir el hedor que soportan. «Aquí hay que estar fijo con la fregona y la lejía porque el olor tumba».